lunes, 22 de diciembre de 2014

BON NADAL



"En estas fechas tan señaladas, es para mi motivo de orgullo y de honda satisfacción poder transmitir a todo el mundo mis mejores de deseos para el año que está próximo a comenzar..." (Juancar dixit).

Tras tan borbónica introducción (mejor pondremos inicio, para evitar malas interpretaciones) pasemos a lo importante, dado que la real familia ya tiene bastante hoy con la imputación de la ex-infanta conocida hace escasas horas. 
Digo la imputación, que a la niña ya la conocemos desde hace tiempo. 

Pese a todo lo anterior (y muchas deficiencias más, que en un anexo se especifican, como decía Serrat) no he podido sustraerme al espíritu que nos envuelve estos días, por lo que tras comprobar que una vez más la suerte no me ha sonreído en forma de melodía interpretada por niños cantores (¡Antonio! ¡Antonio!), y que habrá que continuar madrugando cada día para ganar el pan con el sudor de la frente, tan solo me queda proclamar que... ¡queda inaugurada la Navidad!







Para todos vosotros, queridos lectores de este humilde blog. Quisiera desearos unas muy Felices Fiestas, rodeados de vuestros seres queridos.  Y que en el próximo año se cumplan todos vuestros deseos.

Un abrazo para todos y cada uno (disculpadme si me dejo a alguien, espero que no) de los que desde EEUU, Rusia, Reino Unido, México, Francia, Polonia, Alemania, Ucrania, Argentina, Colombia, Holanda, Irlanda, Serbia, Venezuela, Portugal, Malaysia, Andorra... habeis accedido en alguna ocasión a este blog. Y a los que lo haceis desde España, que sois la mayoría.
Sois muy grandes.





¡¡FELIZ NAVIDAD PARA LAS PERSONAS BUENAS!!







viernes, 19 de diciembre de 2014

Invasión (VI)



Esta vez la patrulla sí regresó al poblado. En cuanto oyeron el aviso enviado por uno de sus compañeros supieron que debían dar media vuelta y regresar. A toda velocidad y con la esperanza de recibir buenas noticias, fueron llegando al poblado.

Todavía jadeando por la intensa carrera, tras refrescar un poco sus sudorosos cuerpos y beber algo de agua, tomaron asiento junto al resto del poblado que les esperaba ya reunido.

El último en llegar era el que todos esperaban, el que había lanzado el aviso. El portador de noticias. Y estas no podían ser nada buenas a juzgar por su aspecto. Su rostro permanecía serio, congestionado por la intensa carrera, pero reflejaba algo más que el esfuerzo realizado. Además de que había llegado solo.

Poco a poco fue recuperando el aliento, y con toda la serenidad que pudo reunir empezó a describir cómo había encontrado muerto a uno de los compañeros de la patrulla extraviada, aunque voluntariamente omitió de su explicación algunos detalles innecesariamente dolorosos. Solo había visto a uno de ellos, recalcó, aunque todo hacía indicar que los demás no habrían corrido mucha mejor suerte.

No había encontrado ni rastro de los otros tres, aunque era evidente que un grupo bastante numeroso había pasado por allí, dejando multitud de señales a su paso, y se había marchado en dirección a la costa. No había querido perder tiempo en seguir aquel rastro porque pensó que lo más importante en ese momento era avisar a los demás -y porque el miedo se lo habría impedido de haberlo intentado, tuvo que reconocerse a si mismo-, pero todo parecía indicar que el resto de la patrulla y sus captores habían marchado en aquella dirección.

Su breve explicación resultó definitiva, y sin más tiempo que perder, la aldea al completo se puso en marcha. A excepción de un par de hombres que se quedaron al cuidado de los ancianos y de los niños más pequeños, todos los que fueran capaces de empuñar un arma debían salir inmediatamente, con el mayor sigilo posible, al rescate de sus amigos. No había tiempo que perder. Sabían que cuanto más se demoraran en partir menores serían las posibilidades de encontrarlos con vida.

Marchaban en grupo, casi codo con codo, como múltiples extremidades de un mismo cuerpo, intentando hacer el menor ruido posible, perfectamente mimetizados con el entorno que tan bien conocían.

Avanzaban a buen ritmo a través de la espesa arboleda, con los sentidos en alerta constante ante cualquier indicio extraño que se pudieran encontrar, y poco a poco iniciaron el leve descenso que les conduciría hacia su objetivo. Apenas les faltaba un pequeño trecho por recorrer, justo cuando comenzaban a atravesar el pequeño riachuelo que desembocaba en un extremo de la bahía, cuando se quedaron paralizados por el sonido de varios truenos que parecieron caer allí mismo.

El cielo estaba despejado. Les envolvía la humedad de la selva, pero todavía no había empezado a llover. Y los hombres empezaron a caer.

Las cristalinas aguas, que en aquel punto les llegaban a la altura de las rodillas, empezaron a teñirse con multitud de manchas oscuras que navegaban alrededor de algunos cuerpos inmóviles.

Desde diferentes puntos de la orilla les estaban acribillando con unos dardos invisibles que atravesaban sus cuerpos, que parecían lanzados por unos seres de piel tan clara como jamás habían visto. Poseían una palidez exagerada (les parecían casi transparentes), pero solo en los pocos lugares en los que su piel no aparecía cubierta por un espeso pelo negro.

Seres peludos lanzando dardos mortales; relámpagos de fuego que les hacían caer como hojas secas arrastradas por el viento.

Ahora ya no se trataba de un par de hombres en peligro, sino que era el poblado entero el que se encontraba en una situación extrema. En su afán por ayudar a sus compañeros habían caído en una trampa de la que tal vez ninguno de ellos lograría escapar.

En el juego de los peludos, que les habían estado esperando y ahora se proponían acabar con ellos definitivamente.


(…)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Transparencia y caja vacía

Desde la reciente puesta en marcha del llamado Portal de la Transparencia, en estos días están saliendo a la luz gran cantidad de datos económicos referidos a los sueldos de nuestros representantes políticos.

Dejando a un lado las dificultades técnicas para acceder a dicha información y el gran volumen de datos expuestos, los primeros comentarios no han tardado en salir.

Ahí figuran los sueldos (referidos al año 2013) de multitud de altos cargos. Y lo que parece que más ha llamado la atención es el gran número de políticos cuyo sueldo supera con mucho al del presidente del gobierno.

Por poner algunos ejemplos (hay más, muchos más) se podría destacar que varios ministros y secretarios de estado, el presidente del congreso de los diputados y muchos directores de departamentos varios de la Presidencia del gobierno tiene un sueldo superior al del presidente (Rajoy cobró el año pasado, según estas mismas fuentes, alrededor de 78.000 €).

Lejos de lo que se pudiera pensar, no es ésta una característica exclusiva de la administración central. Ni mucho menos. También hemos sabido que varios presidentes autonómicos sobrepasan con creces dicha cantidad. En concreto los de Cataluña, Madrid, País Vasco y Aragón ingresan 144.000, 103.000, 97.000 y 80.000 euros respectivamente.

Y en cuanto a los alcaldes sucede algo parecido. La lista la encabeza el de Barcelona, Xavier Trías, con un sueldo de 122.000 euros a los que hay que añadir otros 32.000 en dietas, con lo que sobrepasa los 150.000, doblando el sueldo de Mariano. Botella en Madrid con 94.000, Juan Alberto Belloch en Zaragoza con 91.000, Rita (como no) 87.000 y Málaga con 81.500 euros forman el repoker de alcaldes mejor pagados.


También es noticia de actualidad el municipio gaditano de Puerto Serrano. Se trata de una población de unos 7.000 habitantes, con una tasa de paro del 40%, cuyo ayuntamiento arrastra una deuda de 7 millones de euros (es decir, cada habitante "debe" unos mil euros).

Con un presupuesto anual de 6 millones, la deuda se ha ido agrandando en los últimos ejercicios hasta llegar a la caótica situación actual en la que el ayuntamiento no puede hacer frente a ningún pago, por pequeño que sea. Se deben recibos de luz, agua y teléfono de las distintas dependencias municipales; los 130 empleados municipales llevan seis meses sin cobrar la nómina (pese a lo cual continúan acudiendo a diario a sus puestos de trabajo), y han tenido que suspender el pago de las ayudas sociales que dedicaban para que sus vecinos más desfavorecidos pudieran hacer frente a los gastos mínimos de subsistencia.

El alcalde, Francisco Javier Galvín (IU) permanece encerrado desde ayer en las dependencias de su quebrado ayuntamiento, en demanda de alguna ayuda (que no llega) del resto de administraciones, y  que les pudiera ayudar a revertir su crítica situación.


Dos noticias económicas, o las dos caras de la misma moneda.


Por cierto: el sueldo del alcalde de Puerto Serrano, que tampoco cobra desde hace medio año, es de unos 45.000 € anuales (que es el que corresponde, según el ministerio de hacienda, para los alcaldes de poblaciones de 5.001 a 10.000 habitantes). 

Algo más de la mitad de lo que cobra (este sí y con regularidad) el presidente del gobierno.




viernes, 5 de diciembre de 2014

Teresa, la Mato y el otro (II).

(Continuación de la entrada publicada el día 15 de octubre de 2014).

Finalmente hubo suerte, y el trabajo (mucho y bien hecho) de gran cantidad de médic@s, enfermer@s, auxiliares, celador@s y demás personal sanitario dió como resultado que Teresa Romero, la primera persona contagiada de ébola en todo el hemisferio norte, pudiera al fin superar la terrible enfermedad. Enhorabuena a todos ellos y gracias por su esfuerzo.

Pasado un tiempo de aquello, ninguna de las demás personas controladas por haber estado en situación de riesgo ha llegado a desarrollar la enfermedad. Otro motivo para felicitarnos todos.


En otro orden de cosas y en cuanto a los (i)responsables políticos encargados de hacer frente a la situación, no hacen falta muchos calificativos ya que su gestión, sus hechos y sus comentarios desde el primer momento hablaron por si solos. A pesar de lo cual y para vergüeza de casi todos continuaron en sus respectivos despachos, cómodamente instalados, esperando a que pasara la tormenta y escampara el temporal.


El primer cese (disfrácenlo ustedes de dimisión, pero a estas altura eso ya no cuela) se produjo el pasado 26 de noviembre, y fue como consecuencia de un auto judicial que califica a la Mato de "partícipe a título lucrativo" de los delitos supuestamente cometidos por su ex-esposo con la trama Gurtel.

No fue el ébola sino la avaricia, el mirar para otro lado para no ver coches de lujo en su propio garaje, el no preguntarse quién pagaba las fiestas de cumpleaños, el confeti, los payasos y los viajes a Paris que realizó con su familia, la que acabó (esperemos que definitivamente) con su carrera política.


En cuanto al "otro" (el presunto consejero madrileño de sanidad) una vez más la boquita le perdió, y ayer mismo fue cesado. Pero no lo fue por su mala gestión, ni por su insolidaridad ampliamente demostrada (ya que, de ser ese el motivo debería haber sido cesado hace al menos unas cuantas semanas), sino por sus penúltimas declaraciones a un medio de comunicación en las que él solito se colgaba las medallas por ser el responsable de la curación de la Sra. Romero. Increible pero cierto. En su línea.

Finalmente ocurrió. Pero no por mal gestor. Ni por inepto o incompetente. 
Fue cesado por bocazas.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Más imágenes curiosas

Como continuación a la entrada anterior, y ya que tuvo bastantes comentarios, pondremos otra fotografía que puede perfectamente servir de ejemplo.

Es una imagen bastante similar (con carretilla incluida), aunque aquí parece muy clara la intencionalidad del fotógrafo, y que la escena no tiene nada de accidental.



 "Me lo llevo"




También hubo comentarios que decían que se trataba de una imagen muy típica, como aquellas que tanto se suelen criticar pero no nos podemos resistir a hacer cuando viajamos a determinados lugares.

Y como ejemplo de ello, en uno de los primeros puestos del ranking de fotografías típicas/tópicas aparecería, sin duda, alguna de la torre Eiffel.


"El llavero"



Muy bonita, incluso artística si quereis, con ese cielo tan impresionante...


Aunque si hablamos de una foto curiosa, accidental y super original, y en la que además no parece que hay ningún tipo de trampa ni cartón, sin duda mi voto sería para esta.



"El mono gigante"


Curioso efecto. 
Y susto importante (supongo), para quienes viajaran en el mismo vehículo que el fotógrafo. 

Los del de delante, pese a lo que pueda parecer en un primer momento, igual ni se enteraron.



jueves, 20 de noviembre de 2014

Moviendo montañas


Aquí teneis una imagen con un curioso efecto óptico. Parece talmente que la mujer estuviera transportando la mismísima montaña con su carretilla.





La fotografía es de Wilfredo Limachi
Y quien en ella aparece es su propia madre, Valentina Mamani, a punto de concluir una dura jornada laboral.


sábado, 1 de noviembre de 2014

Invasión (V)

Pasaron la noche intranquilos. Nerviosos y asustados. Todos en el poblado sabían el riesgo que suponía pasar la noche en el exterior. Si en circunstancias normales cualquiera que se atreviera a hacerlo estaría expuesto a multitud de peligros, mucho peor en las actuales circunstancias, con un nuevo y desconocido enemigo merodeando por los alrededores. 
Pero también lo sabían quienes habían salido a patrullar el día anterior y sin embargo no habían regresado. Algo o alguien se lo había impedido.

Una vez más, una noche más -y ya iban unas cuantas en los últimos días-, la oscuridad no vino acompañada del descanso. Más bien al contrario. Durante toda la noche permanecieron atentos, vigilantes ante cualquier señal que pudiera llegarles del exterior y les confirmara que sus amigos estaban bien y que regresaban sanos y salvos. 
Pero para su desgracia no fue así. No hubo ninguna luz, ni ningún sonido extraño, nada fuera de lo normal para aquellas latitudes. Aquella fue una noche como cualquier otra, pero la patrulla no había regresado.

Esta vez no hubo mucha discusión: unos eran partidarios de salir de inmediato, mientras que otros pensaban que era mejor permanecer todos juntos, unidos en la seguridad del poblado, y esperar al menos un día para ver si tan solo se trataba de un retraso y se estaban alarmando sin motivo. Finalmente la opción más pesimista fue la mayoritaria y decidieron actuar.

Todavía no había amanecido cuando salieron en su búsqueda. Otro grupo de hombres que partía con las primeras luces del día. Se dispersaron en las cuatro direcciones, con el objetivo de abarcar la mayor cantidad de terreno posible en busca de cualquier rastro de sus amigos. Debían regresar al mediodía, a no ser que antes alguno de ellos diera la voz de alarma.






Tras unas horas de caminar y después de superar una pequeña elevación del terreno a la que había accedido para tener una perspectiva más amplia de la zona, uno de los patrulleros se encontró con lo que no hubiera querido. En un claro del terreno una enorme mancha de sangre apareció ante él. Desde el centro le llegaba la mirada fija de uno de sus compañeros a los que llevaba horas buscando. Su gesto era tranquilo y sereno, tanto que no hubiera llamado la atención de quien lo observara, a no ser porque la cabeza, que se hallaba ensartada en una estaca de madera, era la única parte de su cuerpo que permanecía allí.

Reprimiendo las arcadas que le producía aquella horrible visión se separó unos metros de la escena, teniendo cuidado de no pisar el sanguinolento terreno, y una vez estuvo agazapado tras unos matorrales cercanos echó mano del colgante que pendía de su cuello para lanzar el aviso convenido.

A falta de otro método más sofisticado pero tal vez menos efectivo, utilizaban las caracolas marinas para mantenerse en contacto. Tres sonidos cortos y seguidos, una breve pausa y otros tres sonidos. Había que repetir la operación tres veces. Aquella era la señal de peligro. Resultaba muy similar al sonido de las grandes aves que habitaban la zona, pero ellos sabían distinguirlo. Por eso utilizaban aquel sistema: mientras cualquier extraño oiría únicamente el sonido de un pájaro, ellos escuchaban una señal de peligro, de que algo grave había sucedido.

Tras emitir el aviso y mínimamente repuesto de la terrible impresión, todavía permaneció un tiempo agazapado, deseando no haber sido descubierto. Quien había dejado expuesto de aquella manera a su amigo era muy probable que no andara demasiado lejos de allí.

Una vez estuvo seguro de que no había nadie por los alrededores y con el rostro todavía humedecido por las lágrimas, salió de su escondite y comenzó a desandar el camino de regreso a la aldea. Asustado y apenado a partes iguales, no pudo despedirse de su amigo. Fue incapaz de volver a mirarlo.

Tampoco necesitaba hacerlo. Desde el primer momento supo que aquella imagen le acompañaría durante toda su vida, por larga que esta llegara a ser.

(...)


lunes, 27 de octubre de 2014

Welcome Mr. Lim

Después de once meses de incertidumbres, de reuniones, de casi roturas, de casi acuerdos, de flecos (muchos flecos), de traducciones interminables, de viajes no menos interminables y de opiniones para todos los gustos... al fin ha concluido felizmente el proceso.
 



El Valencia C.F. tiene un nuevo propietario. Comienza una nueva etapa.

Tus éxitos serán los nuestros. 

Bienvenido Peter Lim.

viernes, 17 de octubre de 2014

La noticia curiosa de la semana

Un cartel publicitario sembró ayer el caos en las calles de Moscú, dificultando el tráfico rodado en la ciudad y provocando más de 500 accidentes.

Al parecer se trata de la campaña publicitaria de una compañía de telefonía móvil que, vista la atención que suscitó entre los conductores (y supongo que mucha más todavía en los peatones) sin duda consiguió su objetivo.

Hasta tuvo que intervenir la policía para interceptar la treintena de furgonetas que circulaban con la misma fotografía, retirar los peligrosos anuncios y poder así restablecer la normalidad en el habitualmente caótico tráfico moscovita.




Una de las furgonetas en cuestión, con el anuncio incluido. Foto Levante-EMV.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Teresa, la Mato... y el otro

Desde aquí quisiera enviar un abrazo y muchos ánimos a Teresa, para que poco a poco se recupere de esta terrible situación.

También mi solidaridad para con el resto de afectados, las personas que están siendo controladas ante la posibilidad de que pudieran haberse contagiado. Seguro que todo irá bien.

Y un enorme agradecimiento al personal sanitario que está luchando heroicamente contra la enfermedad día a día y pese a todos los riesgos y dificultades.


De otra parte mi repulsa más sonora para esos politiquillos (ministros, consejeros...) que con sus manifestaciones se retratan a si mismos, y con sus acciones demuestran no conocer el significado del verbo dimitir (que, por si no lo saben, no es ningún nombre ruso). Y a sus superiores (en este caso presidentes los dos) decirles que cesar (así tal cual, sin acento) no es un nombre propio, sino el verbo que deberían conjugar en casos como estos.




Cartel que apareció ayer colgado en las Urgencias del Hospital de Alcorcón. Sobran las palabras.






miércoles, 24 de septiembre de 2014

Invasión (IV)

Cada mañana partían al amanecer. Con las primeras luces del día, pertrechados con sus armas y algo de comida para la jornada, comenzaban su recorrido diario. En el más absoluto silencio se movían por la selva comprobando que todo estuviera como lo habían dejado el día anterior. Las únicas variaciones en el terreno eras las producidas por la débil lluvia nocturna o por el paso de algún pequeño animal en su búsqueda de alimento, pero no encontraron ninguna huella que delatara la presencia de enemigos.

La tarde llegaba a su fin y la selva se transformaba. Los últimos rayos de sol todavía bañaban las copas de los árboles más altos, pero en su base el suelo era ya, prácticamente, pasto de una obscuridad total. Caminaban orientándose más por el instinto que guiados por los sentidos, casi a ciegas por las sendas mil veces transitadas y otras tantas cubiertas de nuevo por la espesa vegetación, cuando escucharon a una pareja de papagayos en su vuelo de regreso para pasar la noche, fuera del alcance de cualquier depredador, en las alturas de algún árbol cercano. No los pudieron ver, pero sabían que los tenían muy cerca.

Andaban deshaciendo el camino, de regreso como cada tarde en dirección al poblado, cansados por el largo día de exploración pero contentos por no haber encontrado nada sospechoso, cuando comenzaron a percibir el aroma familiar de una hoguera. Sin duda en la aldea estarían preparando algún guiso, que constituiría su única comida caliente del día y que les ayudaría a desprenderse de la humedad y el frío acumulados durante la larga jornada.

Todavía no estaban lo suficientemente cerca como para ver el humo de la hoguera, de sentirse seguros en la familiaridad del poblado, protegidos por la empalizada y por los compañeros en ella apostados, pero el olor les llegaba cada vez con mayor intensidad, envolviendo su caminar en una extraña mezcla de humo y sal.

Respondiendo a una orden que nadie había dado, todos se detuvieron a la vez, confusos y extrañados por lo que estaba ocurriendo: si el poblado se encontraba en la dirección hacia donde se ponía el sol, cómo era posible que el olor viniera justo de la dirección contraria? En aquella dirección se encontraba la bahía, pero era muy extraño que alguien hubiera salido a pescar en aquellas circunstancias. Y más todavía que se entretuviera en encender una hoguera allí mismo, tan alejado del poblado.

Sin tiempo de reaccionar y demasiado tarde para echar a correr, en aquel instante fueron conscientes de que estaban rodeados. Una multitud de extraños seres había surgido de entre los árboles, impidiéndoles cualquier tipo de reacción. Armados con unas enormes lanzas les hicieron retroceder hasta quedar los cuatro juntos, espalda contra espalda, a merced de lo que quisieran hacer con  ellos.

Mientras sus compañeros se desarmaban y permanecían inmóviles con los brazos en alto, la inmadurez y un nefasto instinto de supervivencia hicieron que el más joven de la patrulla se abalanzara sobre sus captores, irguiendo el mazo sobre la cabeza, dispuesto a plantar batalla. Pero mucho antes de que pudiera siquiera acercarse a alguno de los atacantes, sintió que le fallaban las fuerzas, y se desplomó cayendo de rodillas en el suelo. Una lanza le había atravesado el pecho, asomando su punta por la espalda.

Sin ser del todo consciente de lo que le estaba pasando, todavía tuvo tiempo de escuchar un zumbido que cortaba algo más que el silencio, antes de sentir como su cabeza se desprendía del resto del cuerpo y rodaba por el suelo hasta detenerse junto a los pies de sus aterrados compañeros.

(...)



martes, 16 de septiembre de 2014

Elegido



 Para algunos (espero que los menos), el día más importante del año; para otros (quiero pensar que la inmensa mayoría), uno más en el calendario de la incultura, la incredulidad y la vergüenza.


Un centenar largo de guardias civiles vigilando la seguridad de la “celebración”; varias unidades médicas en previsión de lo que pudiera pasar (y que al final pasó); televisiones, periodistas, fotógrafos (algunos hasta profesionales); cuatro heridos por asta de toro, y alguno que otro más por efecto de la lluvia de pedradas intercambiada entre partidarios y detractores; un conato de incendio, un presunto detenido… y un muerto. Mejor dicho: asesinado.

Elegido, que así se llamaba el Toro de la Vega asaetado esta mañana en una localidad vallisoletana cuyo nombre me niego a escribir.


Como diría el maestro Forges: ¡País!

lunes, 8 de septiembre de 2014

Invasión (III)



Los exploradores no habían mentido. A su regreso tras la última expedición por los alrededores del territorio y después de contactar con varios grupos amigos, relataron una historia asombrosa. Ante toda la comunidad reunida en la plaza central contaron cómo hallaron a unos hombres enloquecidos, vagando perdidos en medio de la selva, que les habían relatado unos extraños sucesos ocurridos no mucho tiempo atrás.

Estos pobres diablos les dijeron cómo habían sabido que a varias jornadas de camino, más al norte en dirección al Gran Lago, varios poblados habían sufrido el ataque de un dragón inmenso que lanzaba fuego por su enorme boca y que era capaz de arrasar por completo una aldea y a todos sus habitantes de una sola vez. Y que días después ellos mismos habían sido atacados por unos monstruos que brillaban como el sol, más veloces que el viento, y capaces de partir a un hombre en dos de un solo movimiento.

Ellos eran los únicos supervivientes. Todo lo que quedaba de su aldea. Habían conseguido salvarse huyendo en medio de la noche y adentrándose en la espesura de la selva. Se sentían culpables por no haber corrido la misma suerte que sus familiares y amigos, y no descansarían hasta acabar con aquellos intrusos. O morirían intentándolo.

Tras la sorprendente información los exploradores estuvieron buscando por los alrededores, siguiendo la pista de aquellos extraños invasores, pero no obtuvieron ningún resultado. Ni dragones, ni monstruos que brillaran. No encontraron rastro alguno de aquellos seres que, si realmente existían, parecían haberse esfumado.

No los vieron a ellos, pero sí los estragos que habían causado. Al tercer día de búsqueda dieron con una franja de selva, que ocupaba más de dos veces lo que su propio poblado, totalmente consumida por el fuego. Las casas y sus habitantes; los establos, los animales, el enorme almacén donde guardaban las provisiones, las tierras de cultivo… Todo estaba calcinado. Como cuando se quema un campo tras una mala cosecha para dejar descansar la tierra, explicaron, pero a una escala mucho mayor. Un territorio tan inmenso como muerto, en el que el único rastro de vida lo constituían unas pocas aves carroñeras que se disputaban las últimas migajas.


La incredulidad se apoderó de la aldea. Lo que aquellos hombres relataban se parecía demasiado al tipo de historias que se contaban al calor del fuego en las largas noches de invierno, aunque el gesto serio de quien hablaba y la premura con la que había regresado la expedición ya les había hecho pensar que algo extraño sucedía en los alrededores.

Aquella noche nadie durmió. El debate se prolongó durante horas, interrogando a los exploradores sobre multitud de detalles a cerca de quiénes podrían ser aquellos desconocidos atacantes, cuántos eran, qué armamento poseían y, fundamentalmente, cuál podría ser el motivo que había desencadenado tan violento ataque. Obviamente todas las preguntas quedaban sin respuesta, ya que poco más podían añadir quienes tan solo habían contemplado los restos de un poblado destruido. Únicamente pudieron confirmar que nunca antes habían presenciado nada parecido, y que no conocían nada ni nadie capaz de causar semejante destrucción.

Tras escuchar todas las opiniones y en un clima general de creciente intranquilidad, la asamblea allí reunida decidió que se debía aumentar inmediatamente la seguridad del poblado. Desde ese mismo momento y hasta que se clarificara la situación, diez de sus mejores hombres vigilarían permanentemente el perímetro de la población, distribuidos a lo largo de la empalizada de manera que cada uno de ellos tuviera contacto visual con sus dos compañeros más cercanos, no quedando así ninguna zona de sombra entre ellos. Además se formaría una nueva patrulla de exploración que marcharía de manera circular, ampliando en cada giro la zona de observación, encargada de buscar cualquier indicio de presencia extraña, a la vez que instalaban trampas y otro tipo de señales que pudieran advertir al poblado ante cualquier amenaza que se aproximara.




Transcurrieron así varias jornadas, en las que el miedo y el silencio se adueñaron del poblado. La actividad disminuyó drásticamente, realizándose tan solo las tareas imprescindibles. Todos permanecían en alerta ante cualquier señal de aviso que pudiera llegar del exterior, con el temor instalado en las mentes y el nerviosismo en los cuerpos, a la espera de algún sonido del exterior que disparara todas las alarmas.

Y, a la cuarta noche, la patrulla no regresó.


(…)

jueves, 28 de agosto de 2014

Invasión (II)



El silencio se adueñó del lugar. Ni el sonido de los pájaros, ni el ruido de la lucha. Nada. Tan solo un insoportable zumbido metálico que, de algún modo, aquellos seres habían logrado meterle en la cabeza y del que no se podía desprender.

No sabía lo que estaba pasando. Recordó que iba caminando para reunirse con sus compañeros cuando repentinamente una fuerza invisible lo zarandeó y lo echó al suelo. Y que instantes después una ráfaga de viento ardiente pasó sobre su cabeza, arrasándolo todo y dejando tras de si un hedor insoportable.

Tardó unos minutos en reaccionar. La extraña lluvia que acababa de padecer había añadido alguna muesca más a la colección de su maltrecha espalda, aunque no parecían tan graves como para impedirle continuar.

Inspiró profundamente aquel aire denso que le quemaba por dentro y apoyándose en el arma que sorprendentemente continuaba en su mano pudo girar sobre el costado izquierdo, sintiendo una punzada de dolor que le recorrió todo el cuerpo. Y, tambaleándose, consiguió incorporarse.


Lo que vio a continuación le dejó paralizado. Una vez más, y ya iban unas cuantas en las últimas horas, sintió que su vista le engañaba. No podía creer lo que estaba viendo. La destrucción más absoluta se presentaba a su alrededor.

La pequeña ensenada en la que echaban las redes a diario y el diminuto embarcadero donde amarraban sus botes los días de tormenta habían desaparecido casi por completo, convertidos en una negra planicie de tierra quemada y ceniza. En el otro extremo, parte de la frondosa colina en la que se encontraba el único camino por el que se podía acceder al poblado, tampoco existía; se había derrumbado, desparramándose sobre la arena de la playa y sepultando en su caída a muchos de sus amigos.


El panorama era desolador. Hasta donde alcanzaba la vista el terreno le resultó irreconocible. Ni un árbol, ni una roca, nada permanecía en su lugar. Solo se distinguían algunos restos desperdigados, varios tocones de palmeras todavía humeantes y multitud de pequeños incendios que consumían cuerpos inertes y objetos irreconocibles.

Allí de pie, con los ojos llorosos por el humo y por la rabia acumulada, con el cuerpo magullado y el alma encogida, finalmente lo entendió, y fue plenamente consciente de la dramática situación. El monstruo que escupía fuego había hablado, y lo había hecho de la manera más mortífera posible.

Pudo verlo allí, al final de la bahía. Negro como una noche sin luna; como la muerte que provocaba. Era del tamaño de varios hombres robustos, y de su boca manaba una espesa columna de humo que se elevaba más allá de las montañas. 
Junto a él varias decenas de enormes brillantes ejecutaban lo que debía ser un baile ritual. 
Y al fondo, una multitud de terroríficos peludos disfrutando del espectáculo y a la espera de recibir la orden definitiva.

No era una invención de los exploradores. Les habían contado la verdad.
 
(…)

viernes, 22 de agosto de 2014

Invasión




Apoyó la espalda sobre la roca, intentando recuperar el aliento. Sentía que estaba llegando al límite de sus fuerzas: su vista parecía invadida por la neblina de las montañas; las piernas eran incapaces de soportarle un instante más, apenas sentía el brazo derecho y la cabeza le retumbaba como un tambor en pleno desfile. Su cerebro recibía señales de todo el cuerpo, pero ninguna era positiva. Necesitaba descansar un momento, intentar tranquilizarse y decidir sus próximos movimientos.

Poco a poco el movimiento de su pecho se fue normalizando. Con cada bocanada de aire que llenaba sus pulmones la respiración se iba haciendo más pausada y profunda a la vez, y el corazón recuperaba su ritmo habitual.

Tras varias horas de lucha tenía la garganta seca, y la lengua hinchada y áspera como el esparto. Le vino a la memoria el pequeño riachuelo que bordeaba su aldea y en el que solía zambullirse de niño. ¡Cómo echaba de menos sus aguas serpenteantes, abriéndose camino entre cañizales y palmeras, y cuánto deseaba en aquel momento poder sumergirse en él para refrescarse por dentro y por fuera!

Desde su improvisado refugio y parapetado tras aquella roca alzó la vista para comprobar que el sol apenas despuntaba en el horizonte. Aún estaba lejano el mediodía y el calor ya era insoportable, pero el breve descanso había propiciado que su maltrecho cuerpo recuperara algo de su habitual vitalidad.

Apenas cubierto por unos jirones de sucio paño, empapado en su propio sudor y salpicado de sangre que deseaba que no fuera suya se dispuso a volver junto a sus compañeros. Pero cada paso que daba le resultaba más difícil que el anterior. Sus pies desnudos se hundían en el fangoso terreno, una repulsiva mezcla de barro, sangre y alguna otra sustancia que prefería no identificar.

Su lento caminar se vio sorprendido por un inmenso resplandor. Una luz cegadora que lo paralizó todo, seguida de un rugido que ni la mayor de las tormentas sería capaz de igualar.

Instintivamente se echó al suelo, cubriéndose la cabeza con las manos, y en cuestión de segundos una lluvia de barro, rocas incandescentes y restos desmembrados de lo que hasta un momento antes eran sus compañeros lo cubrió casi por completo.

Definitivamente aquellos seres poseían un armamento muy superior al suyo. Los malditos peludos se habían propuesto acabar con ellos aquel mismo día.


(…)

martes, 19 de agosto de 2014

Vergüenza



Declaraciones, reacciones a las mismas, tensión. Incertidumbre, escaramuzas. Atentado, misil. Guerra, refugiados. Muerte. Desolación. Palabras tan presentes en la información del día a día que, al convertirse en tan habituales, han conseguido que pasemos sobre ellas sin apenas reparar en su significado, anestesiados como estamos ante el drama que están sufriendo en estos momentos miles de personas como nosotros, con nombres y apellidos. Con familias y amigos.

Hablamos de Israel, de Palestina, de Ucrania, de Siria, de Irak…, y lo hacemos como si se tratara de Marte (o de Alfa Centauro) cuando en realidad no dejan de ser nuestros vecinos de al lado en este pequeño planeta.


"Considerad que entre personas de entendimiento las cosas justas y razonables se debaten por derecho y razón (…). Pero cuando los débiles contienden sobre aquellas cosas que los más fuertes y poderosos demandan, conviene ponerse de acuerdo con éstos para conseguir el menor mal y daño posible".
 TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, siglo V a.C.
 

No se quién es el fuerte y quién el débil; ni mucho menos el poseedor de la razón. Pero siento pena, rabia y vergüenza por la raza humana en su conjunto. Por todos y cada uno de nosotros que permanecemos al margen, incapaces de acabar con tanto drama y tanta barbarie.



viernes, 8 de agosto de 2014

Prensa de agosto



 Quienes tengan la sana costumbre de leer diariamente la prensa habrán podido comprobar que hoy, día 7 de agosto, se da un hecho curioso. En la edición digital de un periódico de tirada nacional (uno con acento, aunque por aquello de la publicidad no diré el nombre) se produce una de esas casualidades que a menudo nos llevan a reflexionar.

La primera noticia que aparece destacada en la portada es la de la repatriación del religioso español infectado de ébola (a falta de más pruebas parece que la otra religiosa no está contagiada) que acaba de llegar esta mañana para ser tratado aquí de la enfermedad.




Curioso país el nuestro. Ni siquiera en un caso así nos podemos poner de acuerdo, y no han tardado en aparecer algunas voces discordantes, quienes se preguntan por qué tenemos que pagar entre todos el enorme gasto que supone fletar un avión medicalizado y en situación de asepsia total, si al fin y al cabo él ya sabía a lo que se exponía al irse a África; que nadie le había obligado a ir; que cabía la posibilidad de contagiarse y que por lo tanto, debería él mismo (más bien la iglesia a la que pertenece) apechugar con las consecuencias. Y con los gastos.

También hay quien opina que, "hombre, lo de la repatriación está muy bien. Al fin y al cabo para eso somos un país civilizado, que pagamos impuestos para poder recibir servicios…, ¡pero lo de cerrar un hospital solo para dos personas! ¡Y cancelar las consultas programadas para hoy!" Total, por haber peligro de contagio masivo de una enfermedad mortal. Vamos, una tontería. (Esto último lo añado yo).


Bien. Pues en ese mismo periódico, justo al lado de esta noticia (al lado derecho, por supuesto) aparece la fotografía del ex-molt honorable a las puertas de su “casita” de los Pirineos. Desaparecido de todo y de todos desde que realizó su confesión de delincuente fiscal durante varias décadas, lo acaban de fotografiar en su casa familiar de Queralbs (Girona) cuando salía a dar un paseo y a tomarse un café en el bar del pueblo, como suele hacer siempre cuando está allí.




 Y digo yo. Si este personaje hubiera contribuido al erario público como hace o debe hacer todo hijo de vecino, tal vez hubiera habido lo suficiente, entre otras cosas, como para construir un hospital en el que poder hacer frente a este tipo de situaciones. O al menos para una Unidad que estuviera lo suficientemente aislada como para no tener que desalojar a nadie del hospital donde le están atendiendo.

Demagogia, dirá alguien. Ya lo sé. Seguramente esas montañas de euros no ingresadas habrían ido a parar a cualquier otro destino (más o menos opaco), nos encontraríamos en la misma situación y no existiría un hospital de las características del que necesitamos en este momento.


Una vez dicho todo lo anterior y visto que por el arte de las casualidades estas dos noticias se han unido hoy de alguna manera, propongo que se mantenga esa relación. Y se me ha ocurrido una forma de hacerlo. Que el defraudador se ofrezca a pagar. Que colabore, en todo o en parte, y corra con los gastos del transporte del religioso. Tal vez así conseguiría lavar un poco su imagen, contribuyendo en lo que no ha hecho en los últimos treinta y tantos años. Eso sí que sería un detalle, y no el de renunciar a unos privilegios que, como ahora ha quedado patente, hace muchos años que no merecía disfrutar.


Pero todo ello con independencia de las consecuencias jurídicas y fiscales que merezcan los hechos por él mismo reconocidos. Que se hagan efectivas en la hacienda pública las cantidades no ingresadas en su momento. Que pague la multa que le corresponda. Con los recargos correspondientes. Y que apechugue con las consecuencias que, esperemos, le vendrán encima por ocultarnos a todos los españoles un montón de billetes de 500 euros.

Y sin indultos. Que esa es otra...


lunes, 14 de julio de 2014

...y al final siempre gana Alemania



Se acabó el mundial de fútbol. 

Después de un mes de partidos, goles, alegrías de unos, tristezas de otros, ojo de halcón para los goles fantasma (y, como para celebrarlo, no ha habido ni uno en todo el torneo), spray arbitral para controlar la distancia de las barreras, prórrogas (sobre todo prórrogas, más que nunca en un mundial) y un montón de tandas de penaltis, ayer terminó el Mundial de Fútbol de Brasil 2014.

Anoche dejamos de ser los "vigentes campeones" (¡Iniesta de mi vida!). Tras caer eliminados en la fase de grupos, casi casi como en los viejos tiempos, hace ya varias semanas que los nuestros andan de vacaciones. De vacaciones de las de verdad, porque cualquiera diría que de las otras ya disfrutaron durante unas semanas a finales del mes de junio.

Argentina contra Alemania, la final más repetida en la historia de los mundiales de fútbol, resultó uno de los mejores partidos de todo el campeonato pese a que no hubo goles en los 90 minutos. Así que, una vez más en este mundial, el partido se prolongó más allá.

Como si no se pudiera terminar; como si el balón se resistiera a dejar de rodar por Maracaná, el fútbol nos regaló treinta minutos más de juego, de cansancio, de ocasiones, de lesiones... Y cuando ya parecía que todo se decidiría en los lanzamientos desde los once metros, una jugada por la banda izquierda, un balón colgado al área y un remate de primeras hicieron que todo terminara allí mismo.

Cualquiera de los dos equipos pudo ganar. De hecho Argentina tuvo si no más al menos mejores ocasiones de marcar a lo largo del partido. Pero solo puede ganar uno, y fue Alemania quien lo consiguió.






Por eso hoy vuelve a estar plenamente vigente la famosa frase que pronunció Gary Lineker en el mundial de Italia, tras perder la semifinal contra los alemanes. "El fútbol es un deporte en el que juegan once contra once, y al final siempre gana Alemania".




lunes, 30 de junio de 2014

Tiempo

Si a alguien se le ocurriera hacer una lista de cosas extrañas, cosa ya bastante extraña de por sí, seguramente a cada uno de nosotros se nos ocurrirían unas cuantas candidatas. Pero una de las que sin duda aparecería en una posición destacada sería el paso del tiempo.

A menudo no somos conscientes de ello. Nos vemos a nosotros mismos como hace años, en un punto indeterminado en el que decidimos "plantarnos". Pero en determinadas ocasiones algún hecho concreto (contemplar fotos antiguas o echar un vistazo al DNI) nos hace tomar conciencia de lo que somos, que ya no es lo que fuimos y que cada vez se va pareciendo más a lo que seremos.

Por un lado está el día a día, en el que la monotonía nos hace vivir en un aparente "día de la marmota", en el que casi siempre, casi todo es casi igual. Los días se suceden incomprensiblemente, porque las horas no parecen tener fin.

En cambio las hojas del calendario van que vuelan, y las estaciones (y los años) se suceden a una velocidad de vértigo. Parece que fue el otro día que andábamos con abrigos, guantes y forros polares, y ya nos hemos plantado otra vez en el verano.

Total: que muchas veces el tiempo se estanca y las horas parecen interminables, pero la mayoría de las veces los días pasan volando y solo gracias a los fines de semana conseguimos situarnos. Porque de no ser por ellos, ¿qué diferencia habría entre un lunes y un viernes?

Y cuanto más lento parece ir todo es cuando está apunto de llegar algo importante. Ese acontecimiento tan deseado que cada vez está más cerca, que casi tocamos con la punta de los dedos, pero que parece no llegar nunca.

Pero indefectiblemente llega. Afortunadamente. Como todo.

Como llegan las vacaciones. Tiempo de descansar, de desconectar de las rutinas cotidianas, de olvidarse por un tiempo de los madrugones, de conocer lugares nuevos, de estar con la familia, de conocer, de vivir.


Las mías han llegado ya. Espero que las vuestras no tarden demasiado. Y ¡que las disfrutéis al máximo!






jueves, 19 de junio de 2014

Un cuento real

Había una vez, hace muchos, muchos años, un reino en el que sus habitantes vivían felices, sin más preocupaciones que las del día a día, que a menudo no eran pocas.

Eran tiempos duros, de interminables jornadas laborales, en las que aquellas gentes ocupaban sus días trabajando la tierra. Eran fundamentalmente agricultores y ganaderos, aunque también abundaban entre ellos los comerciantes dedicados a todo lo relacionado con la artesanía, forja, carpintería, tejidos... Y los soldados, siempre necesarios para garantizar la seguridad del territorio y de sus gentes.

En comparación con otros reinos vecinos se podría decir que gozaban de bastante libertad para lo que era habitual en aquella época ya que, desde mucho tiempo atrás, poseían leyes y fueros propios, además de instituciones de gobierno y tribunales de justicia autónomos.

Su rey, que lo era también de otros muchos territorios, siempre había aceptado y apoyado las peculiaridades que de antiguo tenían. Circunstancia que quedó de manifiesto incluso tras su fallecimiento, al expresar claramente en su testamento los tres requisitos que deberían cumplir sus sucesores: mantener en aquellos territorios los mismos tribunales y formas de gobierno existentes; prestar juramento a las leyes, fueros y costumbres de los distintos reinos y señoríos, y renunciar a los derechos sucesorios que pudieran poseer en cualquier otro estado.

En un principio su sucesor cumplió con las condiciones establecidas, por lo que fue proclamado como nuevo rey. Pero poco a poco fue olvidando sus promesas, incumpliéndolas una a una.

Ante aquella situación y viendo las injusticias que con ellos y su historia se cometían, el pueblo se sublevó, proponiendo su propio candidato para ocupar el trono.

Las posturas eran irreconciliables y la guerra resultó inevitable. Las tropas del monarca, mucho mayores en número y mucho mejor preparadas y pertrechadas, arrasaron a su propio pueblo, considerándolo su enemigo. Y no quedando satisfecho con la aplastante victoria militar, el rey decidió además abolir los fueros de aquellos territorios, cambió el nombre a la población y ordenó que se incendiara aquella ciudad y que se salaran los campos circundantes para que desde ese momento nada ni nadie pudiera vivir allí.

Como consecuencia de todo aquello la población se redujo drásticamente. Pero la ciudad no murió aquel día. Allí se continuó viviendo y trabajando, en condiciones mucho más duras que las anteriores, pero con la certeza de que llegaría el día en que se haría justicia y su situación volvería a ser la de antaño.

Pasaron los años, muchos años, y también los gobernantes. Las monarquías absolutas fueron desapareciendo, dando paso a otras nuevas formas de gobierno. Pero los descendientes de aquellos hombres y mujeres continuaban esperando la restitución de sus antiguos fueros. Su única venganza ante tamaña tropelía fue puramente testimonial: darle la vuelta a un retrato de aquel monarca que tanto daño había provocado.





Hoy, 19 de junio, se cumplen exactamente 307 años de aquellos sucesos, de aquel 19 de junio de 1707, día en el que el primer borbón, Felipe V, ordenó el incendio de la ciudad de Xàtiva.


Y justamente hoy, 19 de junio, un descendiente suyo es proclamado rey de España, accediendo además al trono con el mismo nombre que aquel otro de infausto recuerdo.
 Y tu, ¿crees en las casualidades?


jueves, 12 de junio de 2014

Gracias equipo

A unas pocas horas de que se dispute en el Palau Blaugrana el cuarto partido de la semifinal de la Liga ACB entre el Barça y el València Basket, no sabemos si la eliminatoria terminará hoy o si será necesario un quinto y definitivo partido. La lógica dice que mañana comenzarán las vacaciones para los jugadores del Valencia, pero el corazón nos deja un resquicio para soñar un poco más.

Porque corazón es lo que le sobra a este grupo. Así lo demostraron el pasado martes, contra el mismo equipo y en el mismo escenario. Agotados física y psicológicamente tras una exigente temporada, con tres hombres importantes lesionados y con tan solo ocho jugadores disponibles, se afrontó el partido.

Y no empezó nada mal. Con varios contraataques seguidos que daban una ligera ventaja en el marcador. Pero poco a poco la situación fue cambiando. A peor.

Pasaban los minutos y el cansancio iba en aumento. Se fallaban tiros aparentemente cómodos; empezaba a faltar el oxígeno y el Barça, sin hacer un gran partido, se aprovechaba de la situación (sobre todo en la pintura) para ir despegándose en el marcador hasta llegar a colocarse catorce arriba. Todavía estábamos en el segundo cuarto y la cosa pintaba fatal.

El paso por el vestuario dio algo de aire a los taronja. Mientras, el Barcelona desperdició su oportunidad de romper el partido cuando parecía que ya lo tenía todo hecho. Y en ese momento cambió la dinámica del partido. La distancia en el marcador no aumentaba. Incluso, muy poco a poco, se iba reduciendo.

Así comenzó el último cuarto. Apenas jugado un minuto Triguero fue eliminado por personales y en el ataque siguiente Pau Ribas con un esguince de tobillo se tuvo que retirar al banquillo. Partido empatado y dos bajas más para aumentar la colección.

Pero el equipo continuó a lo suyo, con lo que lleva haciendo toda la temporada. Trabajando. Defendiendo. Sin esconderse. Haciendo los tiros cuando había que hacerlos. Sin acelerarse.

Sin fuerzas pero con ganas. Con corazón. Con ilusión. Con orgullo. No dándose por vencidos en ningún momento. Demostrando una vez más lo que son: un auténtico EQUIPAZO. Con mayúsculas.

Y así fue como para alegría de muchos y sorpresa de casi todos acabaron destrozados, casi sin aliento, pero llevándose el partido.

Por eso, pase lo que pase en el cuarto partido, ganemos o perdamos, por uno o por cuarenta, nada impedirá que nos sintamos tremendamente orgullosos de un equipo que durante toda la temporada nos ha hecho disfrutar, divertirnos y soñar, demostrando que con trabajo, ilusión y ganas, todo se puede conseguir.

Gracias València Basket Club.



Posdata. Actualizado el día 13 de junio.

Este equipo no tiene límites. Se multiplica ante las adversidades y nunca, nunca se da por vencido.

Lo han vuelto a hacer. Anoche dieron otra lección de garra, de sentimiento, de orgullo, de ganas, de corazón, de trabajo, de sacrificio... y le pasaron por encima al Barça. En su casa y por catorce puntos de diferencia. Impresionante.

Eliminatoria empatada. Habrá quinto partido, el domingo, en la Fonteta.

Me quedo sin palabras. Tan solo se me ocurren dos.
ENHORABUENA, CAMPEONES.



Posdata. Actualizado el día 16 de junio.

Se acabó. 
Se pudo ganar, se pudo perder, y se pudo empatar. Pero después de cinco partidos y tras doscientos minutos de juego, la eliminatoria se resolvió en 6 segundos.

Una jugada. Una canasta. 

Terminó una fantástica temporada. Vacaciones para todos. 
Ahora tan solo queda agradecer a todos y cada uno de los componentes del club la enorme temporada que nos han ofrecido. Que disfruten de un merecido descanso y en septiembre a continuar en la misma línea.

Gracias por una gran temporada.