Esta vez la patrulla sí regresó al poblado. En
cuanto oyeron el aviso enviado por uno de sus compañeros supieron que debían
dar media vuelta y regresar. A toda velocidad y con la esperanza de recibir
buenas noticias, fueron llegando al poblado.
Todavía jadeando por la intensa carrera, tras refrescar
un poco sus sudorosos cuerpos y beber algo de agua, tomaron asiento junto al
resto del poblado que les esperaba ya reunido.
El último en llegar era el que todos esperaban, el
que había lanzado el aviso. El portador de noticias. Y estas no podían ser nada
buenas a juzgar por su aspecto. Su rostro permanecía serio, congestionado por
la intensa carrera, pero reflejaba algo más que el esfuerzo realizado. Además
de que había llegado solo.
Poco a poco fue recuperando el aliento, y con toda
la serenidad que pudo reunir empezó a describir cómo había encontrado muerto a
uno de los compañeros de la patrulla extraviada, aunque voluntariamente omitió
de su explicación algunos detalles innecesariamente dolorosos. Solo había visto
a uno de ellos, recalcó, aunque todo hacía indicar que los demás no habrían corrido
mucha mejor suerte.
No había encontrado ni rastro de los otros tres, aunque
era evidente que un grupo bastante numeroso había pasado por allí, dejando
multitud de señales a su paso, y se había marchado en dirección a la costa. No
había querido perder tiempo en seguir aquel rastro porque pensó que lo más
importante en ese momento era avisar a los demás -y porque el miedo se lo
habría impedido de haberlo intentado, tuvo que reconocerse a si mismo-, pero todo
parecía indicar que el resto de la patrulla y sus captores habían marchado en
aquella dirección.
Su breve explicación resultó definitiva, y sin más tiempo
que perder, la aldea al completo se puso en marcha. A excepción de un par de
hombres que se quedaron al cuidado de los ancianos y de los niños más pequeños,
todos los que fueran capaces de empuñar un arma debían salir inmediatamente,
con el mayor sigilo posible, al rescate de sus amigos. No había tiempo que
perder. Sabían que cuanto más se demoraran en partir menores serían las
posibilidades de encontrarlos con vida.
Marchaban en grupo, casi codo con codo, como
múltiples extremidades de un mismo cuerpo, intentando hacer el menor ruido
posible, perfectamente mimetizados con el entorno que tan bien conocían.
Avanzaban a buen ritmo a través de la espesa
arboleda, con los sentidos en alerta constante ante cualquier indicio extraño
que se pudieran encontrar, y poco a poco iniciaron el leve descenso que les
conduciría hacia su objetivo. Apenas les faltaba un pequeño trecho por
recorrer, justo cuando comenzaban a atravesar el pequeño riachuelo que
desembocaba en un extremo de la bahía, cuando se quedaron paralizados por el
sonido de varios truenos que parecieron caer allí mismo.
El cielo estaba despejado. Les envolvía la humedad
de la selva, pero todavía no había empezado a llover. Y los hombres empezaron a
caer.
Las cristalinas aguas, que en aquel punto les
llegaban a la altura de las rodillas, empezaron a teñirse con multitud de manchas
oscuras que navegaban alrededor de algunos cuerpos inmóviles.
Desde diferentes puntos de la orilla les estaban
acribillando con unos dardos invisibles que atravesaban sus cuerpos, que
parecían lanzados por unos seres de piel tan clara como jamás habían visto. Poseían
una palidez exagerada (les parecían casi transparentes), pero solo en los pocos
lugares en los que su piel no aparecía cubierta por un espeso pelo negro.
Seres peludos lanzando dardos mortales; relámpagos
de fuego que les hacían caer como hojas secas arrastradas por el viento.
Ahora ya no se trataba de un par de hombres en
peligro, sino que era el poblado entero el que se encontraba en una situación
extrema. En su afán por ayudar a sus compañeros habían caído en una trampa de
la que tal vez ninguno de ellos lograría escapar.
En el juego de los peludos, que les habían estado esperando y ahora se proponían acabar con ellos definitivamente.
(…)
Mola mola y mola la Invasión.
ResponderEliminarHa valido la pena la espera.
Me alegro de que te guste, amigo.
EliminarUn saludo.
Ya estan hay otra vez los peludos.
ResponderEliminarque mal me caen los jodios.
ResponderEliminarjajajajaja
EliminarLa verdad es que no son muy simpáticos que digamos.
Un saludo, Sevillano.
Estimado amigo.
ResponderEliminarDecirle que una vez más ha sido para mi un verdadero placer disfrutar de la lectura de su relato del que, sin duda, lo mejor está todavía por llegar.
Aún habrá de darnos muchas alegrías hasta convertirse en una gran historia.
Ánimo, perseverancia y a ello.
Saludos.
El honor es mio, mi Comandante.
EliminarSiempre a sus órdenes.
La cosa está interesantisima. Espero que no ganen los peludos,
ResponderEliminarMe alegro de que te guste al historia, Alex.
EliminarY de lo otro... ya veremos como acaba todo.
Abrazos virtuales.
Enhorabuena Paco.
ResponderEliminarMe ha gustado bastante este capitulo y ademas es menos sangriento que los anteriores.
Muchas gracias María. Tomo nota de tu comentario.
EliminarUn beso.
Molt bo, amic. Com sempre.
ResponderEliminarAhir un golet i prou. Tres punts.
Moltes gràcies Viçent. M'alegre de que t'agrade la història.
EliminarTres punts, però el joc... prou raquític.
A millorar.
No es justo. A Maria le mandas un beso ya mi solo un abrazo.
ResponderEliminarEres un celosón Sevillano.
EliminarBesitos para elllas; abrazos para ellos. Y FELIZ NAVIDAD para todos.
Conforme van pasando los capítulos y se va desarrollando la historia cada vez me gusta más.
ResponderEliminarA continuar así.
Muchas gracias por el comentario.
EliminarEspero que las próximas entregas continuen siendo de tu agrado.
Atmósferas angustiosas y oprimentes.
ResponderEliminarHorror,acecho de entidades que están más allá de la esfera humana.Pesadilla que crece en cada entrega.
Cortos escritos con intensidad y suspense.
Felicidades, Paco!
Muchas gracias.
EliminarMe alegra que te haya gustado.