Como en aquella película de ¡1993! (hay que ver cómo pasa el tiempo y qué mayores nos hacemos) a la que hace referencia el título de este post, -comedia protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell, en la que un meteorólogo es enviado a cubrir la información a un pequeño pueblo que mantiene la costumbre de predecir el futuro del invierno en función del comportamiento de una marmota, y en el que se queda atrapado repitiendo, día tras día, los mismos acontecimientos-, la sociedad española se encuentra inmersa en un bucle sin fin del que (esperemos) poder salir dentro de unas semanas.
Y es que en apenas unas horas comienza la campaña electoral. Todavía no han pasado ni seis meses desde la última ocasión en que los ciudadanos tuvimos la oportunidad de dar nuestra opinión a cerca de la situación política de nuestro país y en unos días nos encontraremos otra vez ante las urnas.
En aquella ocasión y tras los resultados obtenidos por unos y otros (sorprendentes para casi todos, por las espectaculares bajadas de los grandes partidos tradicionales y la no menos espectacular irrupción de los llamados emergentes) y ante la manifiesta incapacidad de todos ellos para cumplir el mandato de los electores, que no era otro que el llegar a acuerdos ante la nueva situación, olvidarse de egos y de mayorías (absolutas o no) y ponerse a trabajar por el bienestar de los ciudadanos, nos vimos abocados a una situación de provisionalidad, de precampaña permanente y de parálisis institucional que, por el bien de todos, sería conveniente que pasara a mejor vida.
Llega el momento de las promesas, de confrontar proyectos y ambiciones, de hablar de posibles pactos y de líneas que no se cruzarán; de carteles por las calles, de apariciones mediáticas en todo tipo de programas de televisión; de mítines, sonrisas y buenas caras. Y de encuestas. De intención de voto y de percepción de los resultados; de a quién se votará y quién creemos que logrará la victoria.
Pero en esta vorágine de datos y opiniones una palabra casi nueva se ha instalado en nuestro día a día. Se trata de un término italiano (hasta la fecha todavía no reconocido por la RAE) y que significa "adelantar". En nuestro país empezó a utilizarlo Julio Anguita en los años 90 del pasado siglo y ahora está más vigente que nunca. Como ya imaginais me estoy refiriendo a la teoría del sorpasso, en virtud de la cual se hablaba de la posibilidad de que los partidos a la izquierda del PSOE le pudieran superar en unas elecciones generales.
Llegados a este punto es casi obligatorio comentar el hecho de que según todas las encuestas (lo siento, pero al final no he podido evitar la utilización del término maldito) todo apunta a que tal circunstancia se podría producir el próximo día 26 de junio, y la coalición de Podemos, IU, Compromis y las distintas confluencias mejorará sus resultados y superará ampliamente en votos a los socialistas.
Si esos votos serán suficientes para convertirse en primera fuerza política o se quedarán a la sombra del PP es, a día de hoy, imposible de asegurar y difícil de creer, aunque sería importante destacar que ese y no otro debería ser su objetivo. No conformarse y darse por satisfechos con el sorpasso, sino conseguir lo que me atrevo a denominar el zarpazo y desalojar de los sillones azules a quienes nunca deberían haberlos ocupado, que tan mal uso han hecho de ellos y mandarlos, como mínimo, unas cuantas filas más arriba del hemiciclo.
Ese es el objetivo y eso es lo que muchos esperamos, deseamos y necesitamos que suceda el próximo día 26. Que de una vez la sociedad despierte y reaccione ante esta panda de corruptos y malos gestores.
Con sorpasso o sin sorpasso, lo importante es que haya zarpazo.
Pero en esta vorágine de datos y opiniones una palabra casi nueva se ha instalado en nuestro día a día. Se trata de un término italiano (hasta la fecha todavía no reconocido por la RAE) y que significa "adelantar". En nuestro país empezó a utilizarlo Julio Anguita en los años 90 del pasado siglo y ahora está más vigente que nunca. Como ya imaginais me estoy refiriendo a la teoría del sorpasso, en virtud de la cual se hablaba de la posibilidad de que los partidos a la izquierda del PSOE le pudieran superar en unas elecciones generales.
Llegados a este punto es casi obligatorio comentar el hecho de que según todas las encuestas (lo siento, pero al final no he podido evitar la utilización del término maldito) todo apunta a que tal circunstancia se podría producir el próximo día 26 de junio, y la coalición de Podemos, IU, Compromis y las distintas confluencias mejorará sus resultados y superará ampliamente en votos a los socialistas.
Si esos votos serán suficientes para convertirse en primera fuerza política o se quedarán a la sombra del PP es, a día de hoy, imposible de asegurar y difícil de creer, aunque sería importante destacar que ese y no otro debería ser su objetivo. No conformarse y darse por satisfechos con el sorpasso, sino conseguir lo que me atrevo a denominar el zarpazo y desalojar de los sillones azules a quienes nunca deberían haberlos ocupado, que tan mal uso han hecho de ellos y mandarlos, como mínimo, unas cuantas filas más arriba del hemiciclo.
Ese es el objetivo y eso es lo que muchos esperamos, deseamos y necesitamos que suceda el próximo día 26. Que de una vez la sociedad despierte y reaccione ante esta panda de corruptos y malos gestores.
Con sorpasso o sin sorpasso, lo importante es que haya zarpazo.
Espero que tengas razón amigo. Y que por el bien de todos se cumplan los pronósticos.
ResponderEliminarEn ese estamos, amigo.
Eliminar¿Del 93? No puede ser.
ResponderEliminarComo pasa el tiempo.
Y tanto que pasa. Y a una velocidad que no veas.
EliminarNi sorpaso ni sorgaitas. Mucho me temo que el resultado será similar al de diciembre y al final gobernará marianico.
ResponderEliminarUn reshpeto para el sheñor preshidente. Shi no esh mucha moleshtia.
EliminarEspero que te equivoques, Pedrito. Y muy bueno lo tuyo, Anónimo.
EliminarAl lío, al lío. Ahora todo son promesas. Y amedrentar con que si no se le vota a uno vendrá el coco y nos comerá.
ResponderEliminarLa estrategia del miedo parece ser la única que ahora mismo pueden emplear algunos pero creo que ya somos mayorcitos como para caer en eso.
EliminarEsta noche es el gran debate. Seguro que todos terminan diciendo que han ganado. ¡Que pereza me dan!
ResponderEliminarPues, una vez más, así ha sido. Estoy convencido de que todo lo que no sea cara a cara no sirve de nada. Cada uno suelta su lección aprendida y poco debate se produce. Por no hablar de los supuestos "moderadores".
EliminarLo que nos temiamos: debate soso, aburrido a más no poder y que no aclara gran cosa.
ResponderEliminarEra lo esperado. Y a tantos días todavía de las elecciones ni siquiera tiene el poder de decantar un puñado de votos.
EliminarEl debate me pareció muy flojito y creo que si alguien decidió su voto por lo que anoche se dijo... mal vamos.
ResponderEliminarSupongo que a alguien le serviría. A mi, desde luego, no. Lo tenía claro y lo continuo teniendo clarísimo.
EliminarPara mi ganó Rivera. Al menos no sudó como en el programa del Evole.
ResponderEliminarjajajaja Muy bueno lo tuyo.
Eliminar¿Rivera? Así nos va.
ResponderEliminarok.
EliminarPor cierto ¡que guapa la MacDowell!
ResponderEliminarGuapísima, Luispe, guapísima.
EliminarMe ha gustado lo del zarpazo. Interesante blog.
ResponderEliminarMuchas gracias, Natalia. Espero volver a verte por aquí.
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