lunes, 30 de junio de 2014

Tiempo

Si a alguien se le ocurriera hacer una lista de cosas extrañas, cosa ya bastante extraña de por sí, seguramente a cada uno de nosotros se nos ocurrirían unas cuantas candidatas. Pero una de las que sin duda aparecería en una posición destacada sería el paso del tiempo.

A menudo no somos conscientes de ello. Nos vemos a nosotros mismos como hace años, en un punto indeterminado en el que decidimos "plantarnos". Pero en determinadas ocasiones algún hecho concreto (contemplar fotos antiguas o echar un vistazo al DNI) nos hace tomar conciencia de lo que somos, que ya no es lo que fuimos y que cada vez se va pareciendo más a lo que seremos.

Por un lado está el día a día, en el que la monotonía nos hace vivir en un aparente "día de la marmota", en el que casi siempre, casi todo es casi igual. Los días se suceden incomprensiblemente, porque las horas no parecen tener fin.

En cambio las hojas del calendario van que vuelan, y las estaciones (y los años) se suceden a una velocidad de vértigo. Parece que fue el otro día que andábamos con abrigos, guantes y forros polares, y ya nos hemos plantado otra vez en el verano.

Total: que muchas veces el tiempo se estanca y las horas parecen interminables, pero la mayoría de las veces los días pasan volando y solo gracias a los fines de semana conseguimos situarnos. Porque de no ser por ellos, ¿qué diferencia habría entre un lunes y un viernes?

Y cuanto más lento parece ir todo es cuando está apunto de llegar algo importante. Ese acontecimiento tan deseado que cada vez está más cerca, que casi tocamos con la punta de los dedos, pero que parece no llegar nunca.

Pero indefectiblemente llega. Afortunadamente. Como todo.

Como llegan las vacaciones. Tiempo de descansar, de desconectar de las rutinas cotidianas, de olvidarse por un tiempo de los madrugones, de conocer lugares nuevos, de estar con la familia, de conocer, de vivir.


Las mías han llegado ya. Espero que las vuestras no tarden demasiado. Y ¡que las disfrutéis al máximo!






jueves, 19 de junio de 2014

Un cuento real

Había una vez, hace muchos, muchos años, un reino en el que sus habitantes vivían felices, sin más preocupaciones que las del día a día, que a menudo no eran pocas.

Eran tiempos duros, de interminables jornadas laborales, en las que aquellas gentes ocupaban sus días trabajando la tierra. Eran fundamentalmente agricultores y ganaderos, aunque también abundaban entre ellos los comerciantes dedicados a todo lo relacionado con la artesanía, forja, carpintería, tejidos... Y los soldados, siempre necesarios para garantizar la seguridad del territorio y de sus gentes.

En comparación con otros reinos vecinos se podría decir que gozaban de bastante libertad para lo que era habitual en aquella época ya que, desde mucho tiempo atrás, poseían leyes y fueros propios, además de instituciones de gobierno y tribunales de justicia autónomos.

Su rey, que lo era también de otros muchos territorios, siempre había aceptado y apoyado las peculiaridades que de antiguo tenían. Circunstancia que quedó de manifiesto incluso tras su fallecimiento, al expresar claramente en su testamento los tres requisitos que deberían cumplir sus sucesores: mantener en aquellos territorios los mismos tribunales y formas de gobierno existentes; prestar juramento a las leyes, fueros y costumbres de los distintos reinos y señoríos, y renunciar a los derechos sucesorios que pudieran poseer en cualquier otro estado.

En un principio su sucesor cumplió con las condiciones establecidas, por lo que fue proclamado como nuevo rey. Pero poco a poco fue olvidando sus promesas, incumpliéndolas una a una.

Ante aquella situación y viendo las injusticias que con ellos y su historia se cometían, el pueblo se sublevó, proponiendo su propio candidato para ocupar el trono.

Las posturas eran irreconciliables y la guerra resultó inevitable. Las tropas del monarca, mucho mayores en número y mucho mejor preparadas y pertrechadas, arrasaron a su propio pueblo, considerándolo su enemigo. Y no quedando satisfecho con la aplastante victoria militar, el rey decidió además abolir los fueros de aquellos territorios, cambió el nombre a la población y ordenó que se incendiara aquella ciudad y que se salaran los campos circundantes para que desde ese momento nada ni nadie pudiera vivir allí.

Como consecuencia de todo aquello la población se redujo drásticamente. Pero la ciudad no murió aquel día. Allí se continuó viviendo y trabajando, en condiciones mucho más duras que las anteriores, pero con la certeza de que llegaría el día en que se haría justicia y su situación volvería a ser la de antaño.

Pasaron los años, muchos años, y también los gobernantes. Las monarquías absolutas fueron desapareciendo, dando paso a otras nuevas formas de gobierno. Pero los descendientes de aquellos hombres y mujeres continuaban esperando la restitución de sus antiguos fueros. Su única venganza ante tamaña tropelía fue puramente testimonial: darle la vuelta a un retrato de aquel monarca que tanto daño había provocado.





Hoy, 19 de junio, se cumplen exactamente 307 años de aquellos sucesos, de aquel 19 de junio de 1707, día en el que el primer borbón, Felipe V, ordenó el incendio de la ciudad de Xàtiva.


Y justamente hoy, 19 de junio, un descendiente suyo es proclamado rey de España, accediendo además al trono con el mismo nombre que aquel otro de infausto recuerdo.
 Y tu, ¿crees en las casualidades?


jueves, 12 de junio de 2014

Gracias equipo

A unas pocas horas de que se dispute en el Palau Blaugrana el cuarto partido de la semifinal de la Liga ACB entre el Barça y el València Basket, no sabemos si la eliminatoria terminará hoy o si será necesario un quinto y definitivo partido. La lógica dice que mañana comenzarán las vacaciones para los jugadores del Valencia, pero el corazón nos deja un resquicio para soñar un poco más.

Porque corazón es lo que le sobra a este grupo. Así lo demostraron el pasado martes, contra el mismo equipo y en el mismo escenario. Agotados física y psicológicamente tras una exigente temporada, con tres hombres importantes lesionados y con tan solo ocho jugadores disponibles, se afrontó el partido.

Y no empezó nada mal. Con varios contraataques seguidos que daban una ligera ventaja en el marcador. Pero poco a poco la situación fue cambiando. A peor.

Pasaban los minutos y el cansancio iba en aumento. Se fallaban tiros aparentemente cómodos; empezaba a faltar el oxígeno y el Barça, sin hacer un gran partido, se aprovechaba de la situación (sobre todo en la pintura) para ir despegándose en el marcador hasta llegar a colocarse catorce arriba. Todavía estábamos en el segundo cuarto y la cosa pintaba fatal.

El paso por el vestuario dio algo de aire a los taronja. Mientras, el Barcelona desperdició su oportunidad de romper el partido cuando parecía que ya lo tenía todo hecho. Y en ese momento cambió la dinámica del partido. La distancia en el marcador no aumentaba. Incluso, muy poco a poco, se iba reduciendo.

Así comenzó el último cuarto. Apenas jugado un minuto Triguero fue eliminado por personales y en el ataque siguiente Pau Ribas con un esguince de tobillo se tuvo que retirar al banquillo. Partido empatado y dos bajas más para aumentar la colección.

Pero el equipo continuó a lo suyo, con lo que lleva haciendo toda la temporada. Trabajando. Defendiendo. Sin esconderse. Haciendo los tiros cuando había que hacerlos. Sin acelerarse.

Sin fuerzas pero con ganas. Con corazón. Con ilusión. Con orgullo. No dándose por vencidos en ningún momento. Demostrando una vez más lo que son: un auténtico EQUIPAZO. Con mayúsculas.

Y así fue como para alegría de muchos y sorpresa de casi todos acabaron destrozados, casi sin aliento, pero llevándose el partido.

Por eso, pase lo que pase en el cuarto partido, ganemos o perdamos, por uno o por cuarenta, nada impedirá que nos sintamos tremendamente orgullosos de un equipo que durante toda la temporada nos ha hecho disfrutar, divertirnos y soñar, demostrando que con trabajo, ilusión y ganas, todo se puede conseguir.

Gracias València Basket Club.



Posdata. Actualizado el día 13 de junio.

Este equipo no tiene límites. Se multiplica ante las adversidades y nunca, nunca se da por vencido.

Lo han vuelto a hacer. Anoche dieron otra lección de garra, de sentimiento, de orgullo, de ganas, de corazón, de trabajo, de sacrificio... y le pasaron por encima al Barça. En su casa y por catorce puntos de diferencia. Impresionante.

Eliminatoria empatada. Habrá quinto partido, el domingo, en la Fonteta.

Me quedo sin palabras. Tan solo se me ocurren dos.
ENHORABUENA, CAMPEONES.



Posdata. Actualizado el día 16 de junio.

Se acabó. 
Se pudo ganar, se pudo perder, y se pudo empatar. Pero después de cinco partidos y tras doscientos minutos de juego, la eliminatoria se resolvió en 6 segundos.

Una jugada. Una canasta. 

Terminó una fantástica temporada. Vacaciones para todos. 
Ahora tan solo queda agradecer a todos y cada uno de los componentes del club la enorme temporada que nos han ofrecido. Que disfruten de un merecido descanso y en septiembre a continuar en la misma línea.

Gracias por una gran temporada.






viernes, 6 de junio de 2014

Aniversario

Los cumpleaños son algo especial. El hecho de cambiar de número, de ver cómo se va actualizando el contador de nuestra vida siempre es, como diría aquel, "motivo de orgullo y honda satisfacción". (Un saludo, juancar).

A menudo constituyen la excusa perfecta para reunirnos con familiares y amigos, tanto los del día a día como aquellos a los que vemos con menos frecuencia y con quienes mantenemos un contacto menor del que nos gustaría.

El objetivo es juntarnos, en grupos más o menos numerosos. Tomar una cerveza (o una fanta y un sándwich de nocilla según la edad y las circunstancias), charlar un rato, recordar antiguas anécdotas... en definitiva: estar juntos.

Aunque en esto, como en casi todo, no existen las verdades absolutas. De ahí que haya quien opine justo todo lo contrario, y sea más de celebraciones íntimas. Incluso de ninguna celebración, ya que odian cumplir años y por tanto se niegan a celebrar algo que no quieren asumir.

Pero queramos o no reconocerlo, el tiempo pasa. Para todos y para todo.






Hoy se cumple un año desde que comenzó la experiencia. Ya han pasado 365 días desde que escribí la primera entrada en este blog. Espero que con el tiempo haya muchas más y que cada vez os resulten más interesantes. Intentaré esforzarme para que así sea.

Gracias a todos por estar ahí: a quienes llegáis por primera vez a este blog y a los que lo visitáis más frecuentemente. Sois todos bienvenidos. Estáis en vuestra casa.

Espero vuestros comentarios.