miércoles, 23 de noviembre de 2016

Y yo sin saberlo


      El otro día leí una entrevista (en La Vanguardia, que siempre es conveniente citar las fuentes) a una conocida escritora, autora de éxito y reciente ganadora de un importantísimo premio editorial, en la que afirmaba que “Valencia no le encaja para ser escenario de una novela negra porque es amabilidad pura, un lugar que acoge muy bien y donde es difícil mostrar hostilidad, por lo que no concibe que se puede ambientar un thriller por estas tierras”. Fin de la cita.

     Así. Tal cual. Sin anestesia ni nada. Y se quedó más ancha que larga.

     ¿Qué? ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo, ignorantes lectores y/o escritores de este tipo de literatura? A mi muy mal.

      Y no tanto por constatar que, pese a lo que ha llovido por estas tierras durante demasiados años, el rancio y trasnochado concepto de “el Levante feliz” continúa plenamente vigente para mucha gente en este país. Y además entre personas “leídas” a las que se les supone un mínimo de preparación, y que algo deberían de conocer aunque solo fuera por los medios de comunicación o por las lecturas de las obras de algunos de sus compañeros.

     Lo que más me indigna de esas palabras es el desconocimiento mayúsculo que demuestran para con montañas de libros ambientados en estas tierras que llenan estanterías de librerías y bibliotecas con historias complejas y bien desarrolladas, y que por sí solos ya echarían por tierra tan peregrina afirmación.

      Y lo que es peor todavía en un/a profesional de las letras. Ese desconocimiento -esa ignorancia- se convierte indirectamente en desprecio para un buen número de escritores (unos con más éxito que otros) que poseen una calidad más que demostrada y que, para gozo y disfrute de sus lectores, escriben y/o ambientan sus historias en estas tierras tan desconocidas para algunos (como es su caso, señora escritora).


     Supongo que no le sonarán de nada los nombres de Luis Varela, Vicente Marco, Pablo Sebastiá, Xavier Aliaga, Juli Alandes… Usted se lo pierde.

      Tal vez haya oído hablar de Emili Piera, Carlos Aimeur, Bel Carrasco, Rafael Calatayud, Manuel Gimeno, Anna Moner… ¿Tampoco? Vaya.

      Pero tranquila, seguro que ahora sí. A alguno tiene que haber leído (aunque no le haya gustado). Espero. David Jiménez el Tito, Ramón Palomar, Juanjo Braulio, Santiago Álvarez, Vicente Garrido, Nieves Abarca.

      Bueno. No pasa nada. Vamos con el último intento. A ver si hay más suerte. Ferran Torrent, Rafael Chirbes, ¡Vicente Blasco Ibáñez! Ahora sí, verdad? ¿O tampoco?


     Y si no, tampoco pasa nada. Total estamos hablando de aficionados, de unos junta-letras, que no tienen ni idea de escribir y mucho menos de cómo y dónde ambientar sus historias. Valencia, ¡a quién se le ocurre!

      
     Deberían aprender de escritores de verdad como usted. Así sabrían que lo que se debe hacer es situar la acción en bosques sombríos, entre húmedos valles y brumosas montañas; en oscuras cuevas junto a ríos de agua cristalina; en antiguos caserones deshabitados atrapados por la espesa niebla circundante; en angostos callejones de irregulares adoquines bruñidos por la acción de la incesante lluvia… Que eso sí son decorados para un thriller como dios manda, para una novela negra como debe ser.

     Con sangre. Y “monstruitos”. ¡Y pastelitos! Y jóvenes inspectoras atormentadas por su pasado que se ven obligadas a volver a las tierras de su niñez para enfrentarse a sus propios demonios interiores y a las trabas que le irán poniendo sus anticuados compañeros varones.

      Y de paso resolver un asesinato. O varios.
      Con la ayuda de la magia. Y de su abuelita. Auuu.



miércoles, 2 de noviembre de 2016

"La noche de los peones"

Autor: Esteban Navarro


Novela policíaca.

Ediciones B, S.A.


1ª edición: octubre 2013
250 páginas.








BIOGRAFÍA

Nacido en Moratalla (Murcia) en 1965, Esteban Navarro Soriano es un escritor español conocido por sus novelas de género policíaco.

Colaborador en varios medios de comunicación, también imparte clases en la Escuela Canaria de Creación Literaria, ha sido el organizador de las diferentes ediciones del Concurso literario Policía y Cultura y colabora en la organización del Festival Aragón Negro.

A lo largo de su carrera como funcionario del Cuerpo Nacional de Policía desde 1994, este policía que escribe, o este escritor que es policía, ha ido pasando por diferentes destinos (Barcelona, Madrid, Gerona) hasta llegar a Huesca, donde reside en la actualidad.






"La noche de los peones" (2013), por la que el autor fue finalista del Premio Nadal, es la primera historia protagonizada por Diana Dávila, a la que seguirán "Los crímenes del abecedario" (2014), "La puerta vacía" (2015) y "El libro de Goethe" (2016).


Otras obras del autor: "El reactor de Bering" (2008), "Quimera" (2011), "El lodo mágico" (2011), "Los ojos del escritor" (2011), "La casa de enfrente" (2012), "Los fresones rojos" (2014), "Diez días de julio" (2015), "El buen padre" (2016) y "Ángeles de granito" (2016).





SINOPSIS


En el turno de noche de una comisaría de Huesca, Andrés se entera de la muerte de un antiguo amigo al que no ha visto en veinte años, pero que por algún motivo ha ido hasta su ciudad para decirle algo.

Con la ayuda de Diana, una joven policía en prácticas, el veterano policía emprenderá una investigación que lo obligará a viajar al pasado para averiguar qué los une después de tanto tiempo.

"Un cadáver en un hospital, una vieja foto, siete horas del turno de noche en una pequeña comisaría, dos policías y un apasionante viaje por la España de las últimas décadas". Manuel Marlasca, periodista, jefe de investigación de La Sexta Noticias.





COMENTARIO

He leído varios libros de Esteban Navarro (La casa de enfrente, Los fresones rojos...), pero todavía no conocía a Diana Dávila. Con "La noche de los peones" comienza la serie de libros que protagoniza esta joven policía, y también mi experiencia con ella.

Una comisaría oscense en el turno de noche es el escenario en el que transcurre (casi toda) la acción. O mejor dicho la trama, porque lo que se dice acción no hay demasiada en esta historia. Se trata de una novela policíaca, en efecto, pero no espere el lector encontrar en ella los típicos clichés que abundan en este tipo de historias. Ni persecuciones, ni disparos, ni grandes acciones policiales. Es esta una historia más reposada, más tranquila. Tal vez más real.

En ella dos policías totalmente distintos entre sí -uno veterano, hombre, con veintitantos años de servicio en el cuerpo, que está de vuelta de todo y que en su vida personal las ha visto de todos los colores; la otra mujer, joven, policía en prácticas y que todo lo quiere conocer y aprender- comparten una jornada laboral.

La noche transcurre despacio, entre las pocas tareas rutinarias que ocupan a los personajes y algún que otro aviso sin demasiada importancia, y el relato discurre como las horas en la madrugada, lentamente, en una fría noche del mes de octubre, hasta que un hecho rompe la nocturna monotonía: un antiguo amigo de Andrés ha fallecido en el hospital de Huesca, aunque nunca antes había estado en la ciudad. Nadie sabe por qué había ido hasta allí, y mucho menos para qué quería ponerse en contacto con él después de tantos años sin saber nada el uno del otro. Andrés, como policía pero sobre todo como amigo, necesita saber más de lo que ha ocurrido.

A lo largo de la noche Andrés irá recordando hechos y personas que permanecen agazapados en su memoria, compartiendo alguno de ellos con su joven compañera. A cambio, en una especie de juego que se establece entre los dos, ella responderá contándole a su vez algunas cosas de su pasado; las experiencias de un policía veterano a cambio de algunas intimidades de su joven compañera. Algunas.

Huye el autor de innecesarias florituras estéticas y de artificios literarios para adornar la historia. No los necesita. Esteban Navarro nos cuenta lo que nos quiere contar, y para ello utiliza un lenguaje sencillo, sobrio y en ocasiones bastante coloquial (como el que cualquiera de nosotros utilizaría en situaciones similares), que es el que requiere la historia.


Con ese lenguaje "sencillo" el autor va desgranando las horas de aquella noche, con los intentos de Andrés por averiguar la razón de todo lo sucedido y Diana relatándole algunos hechos de su adolescencia, pero silenciando la mayoría de ellos (porque hay cosas que no estamos dispuestos a contar a nadie, y mucho menos, a un reciente compañero de trabajo con el que se tienen tan pocas cosas en común). Y lo hace con la cadencia adecuada, con ese ritmo pausado similar a como pasan las horas por la noche, mientras los policías consumen un café tras otro (no se cuantos llegan a tomarse) esperando que con el amanecer lleguen los compañeros que les han de hacer el relevo.






Dos personajes sostienen prácticamente toda la acción, y lo hacen entre la intermitente conversación que mantienen y los abundantes monólogos interiores con los que nos van haciendo partícipes de algunos oscuros episodios de su pasado. El veterano policía explicándole a su joven compañera cómo eran las cosas en el Cuerpo unos años atrás, cuando él apenas acababa de ingresar; ella contándole a él la historia de una chica pobre, que vivía con su madre, y que desde muy joven tuvo que aprender a buscarse la vida con acciones no siempre aceptables desde el punto de vista legal y mucho menos desde el de la moralidad.

Aparecen otros personajes en el relato, es cierto, aunque lo hacen de manera poco más que testimonial. Secundarios sin demasiada incidencia en la historia, entre los que destacaría a uno... que además no es una persona, sino un ser inanimado. ¡Hay que ver cuanto juego da la máquina de café!


A estas alturas no haría falta decirlo, pero los dos personajes principales me han parecido lo mejor de libro. 

Andrés es un tipo transparente. Siempre dispuesto a ayudar, y pese a que la vida no le ha tratado demasiado bien él mismo se obliga a transitar por el buen camino, intentando en la medida de lo posible reparar lo que otros (o tal vez todos) disimularon y nunca quisieron asumir. 

Diana es la juventud, la fuerza, las ganas de conocerlo todo y de querer saber más para mejorar. Ambiciosa y dispuesta a colaborar, pero siempre guardándose cosas en su interior. Que no se arrepiente de su pasado, aunque tampoco puede estar orgullosa del mismo.

Personajes ambos de los que nos gustaría saber mucho más. Tememos que se termine el libro porque queremos continuar sabiendo qué es de sus vidas. Aunque, afortunadamente, podremos hacerlo si continuamos con la lectura de los siguientes libros de la serie.


Finalmente el círculo se cerrará de manera algo sorprendente, pese a que la clave para su resolución ha estado siempre delante de nuestras narices y nos sorprendamos tanto al descubrirlo como el propio policía al hacerlo. Porque como le dice Andrés en alguna ocasión a su joven compañera "las casualidades no existen" (Pág. 19). Aunque a menudo lo que está más escondido es lo que tenemos más a la vista.



"La noche de los peones" es, en definitiva, un relato no demasiado extenso, que se lee con mucha facilidad. Que nos hará reflexionar a nivel personal, además de replantearnos algunos hechos de la historia reciente de este país, dejándonos un regusto agridulce al terminar la lectura.

Una historia sencilla, en la que todo es real (o podría serlo), con un ritmo adecuado en su desarrollo y que concluye de manera impactante y sorpresiva. Disfrutad con la lectura. 

No cabe duda de que Navarro es un buen escritor. Y además me parece que Esteban es un gran tipo.