martes, 15 de mayo de 2018

Normalidad



El pasado mes de febrero el Tribunal Supremo confirmó la condena de tres años y medio de cárcel que la Audiencia Nacional impuso hace un año al rapero Valtonyc por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias graves a la Corona y amenazas. 
Ayer se hizo público que la Audiencia Nacional ha dado diez días de plazo al cantante para su ingreso en prisión, como consecuencia de la no admisión a trámite por el Tribunal Constitucional del recurso de amparo presentado. 

Tres años y medio de cárcel por unas canciones. Podemos opinar acerca del mal gusto (o no) de sus letras. Incluso de que resulten ofensivas para según que castos oídos, pero de ahí a que sean constitutivas de un delito penal y tengan como consecuencia la prisión para su autor parece, cuando menos, exagerado.




También ayer, y casi a la misma hora, los distintos medios se hacían eco de las barbaridades que soltó por su boca el otro día el "periodista" Jiménez (Losantos). Las entrecomillo porque, aunque parezca increíble, fueron así, tal cual, literalmente: “Por supuesto que los podemos bombardear (a los catalanes). Otra cosa es que la basura de Gobierno que tengamos no sea capaz de demostrar que claro que hay aviones para bombardear”.
Y continuaba: “Otra cosa es que la casta política prefiere que se destruya España antes de utilizar legítimamente la fuerza. Otra cosa es que la banda de cobardes que tenemos no sea capaz de hacerlo, pero naturalmente que España tiene fuerza para responder a un golpe de fuerza. España tiene 70.000 policías, 90.000 guardias civiles y 50.000 soldados que pueden tomar Barcelona, tu casa, el despacho de cocomocho”.


Pues nada. Debe ser que esto sí es Libertad de Expresión. Y que ni ofende a nadie ni constituye ninguna amenaza -ni nada por el estilo- para varios millones de ciudadanos. ¡Dónde va a parar! Es mucho más peligroso lo que canta un rapero (que por conocido que sea en determinados ambientes no deja de ser minoritario) que las salvajadas que suelta a través de las ondas un locutor con importantes audiencias.


Claro que con un ministro de ¿justicia? como el que tenemos (porque hasta la fecha ni ha dimitido ni emepuntoRajoy ha movido su presidencial mano para firmar su cese) nada, por grave que parezca, nos resulta ya extraño. Acostumbrados como estamos a que las barbaridades se sucedan unas a otras a velocidad de vértigo. A la misma, más o menos, a la que se desplaza el que "anda deprisa".