Cada mañana partían al amanecer. Con las primeras luces del día, pertrechados con sus armas y algo de comida para la jornada, comenzaban su recorrido diario. En el más absoluto silencio se movían por la selva comprobando que todo estuviera como lo habían dejado el día anterior. Las únicas variaciones en el terreno eras las producidas por la débil lluvia nocturna o por el paso de algún pequeño animal en su búsqueda de alimento, pero no encontraron ninguna huella que delatara la presencia de enemigos.
La tarde llegaba a su fin y la selva se transformaba. Los últimos rayos de sol todavía bañaban las copas de los árboles más altos, pero en su base el suelo era ya, prácticamente, pasto de una obscuridad total. Caminaban orientándose más por el instinto que guiados por los sentidos, casi a ciegas por las sendas mil veces transitadas y otras tantas cubiertas de nuevo por la espesa vegetación, cuando escucharon a una pareja de papagayos en su vuelo de regreso para pasar la noche, fuera del alcance de cualquier depredador, en las alturas de algún árbol cercano. No los pudieron ver, pero sabían que los tenían muy cerca.
Andaban deshaciendo el camino, de regreso como cada tarde en dirección al poblado, cansados por el largo día de exploración pero contentos por no haber encontrado nada sospechoso, cuando comenzaron a percibir el aroma familiar de una hoguera. Sin duda en la aldea estarían preparando algún guiso, que constituiría su única comida caliente del día y que les ayudaría a desprenderse de la humedad y el frío acumulados durante la larga jornada.
Todavía no estaban lo suficientemente cerca como para ver el humo de la hoguera, de sentirse seguros en la familiaridad del poblado, protegidos por la empalizada y por los compañeros en ella apostados, pero el olor les llegaba cada vez con mayor intensidad, envolviendo su caminar en una extraña mezcla de humo y sal.
Respondiendo a una orden que nadie había dado, todos se detuvieron a la vez, confusos y extrañados por lo que estaba ocurriendo: si el poblado se encontraba en la dirección hacia donde se ponía el sol, cómo era posible que el olor viniera justo de la dirección contraria? En aquella dirección se encontraba la bahía, pero era muy extraño que alguien hubiera salido a pescar en aquellas circunstancias. Y más todavía que se entretuviera en encender una hoguera allí mismo, tan alejado del poblado.
Sin tiempo de reaccionar y demasiado tarde para echar a correr, en aquel instante fueron conscientes de que estaban rodeados. Una multitud de extraños seres había surgido de entre los árboles, impidiéndoles cualquier tipo de reacción. Armados con unas enormes lanzas les hicieron retroceder hasta quedar los cuatro juntos, espalda contra espalda, a merced de lo que quisieran hacer con ellos.
Mientras sus compañeros se desarmaban y permanecían inmóviles con los brazos en alto, la inmadurez y un nefasto instinto de supervivencia hicieron que el más joven de la patrulla se abalanzara sobre sus captores, irguiendo el mazo sobre la cabeza, dispuesto a plantar batalla. Pero mucho antes de que pudiera siquiera acercarse a alguno de los atacantes, sintió que le fallaban las fuerzas, y se desplomó cayendo de rodillas en el suelo. Una lanza le había atravesado el pecho, asomando su punta por la espalda.
Sin ser del todo consciente de lo que le estaba pasando, todavía tuvo tiempo de escuchar un zumbido que cortaba algo más que el silencio, antes de sentir como su cabeza se desprendía del resto del cuerpo y rodaba por el suelo hasta detenerse junto a los pies de sus aterrados compañeros.
(...)
Estupendo una vez mas pero tengo una duda ¿Es el final de la historia? Como no veo el paréntesis al final...
ResponderEliminarNo, no es el final. Todavía habrá alguna entrega más.
EliminarYa está corregido. Muchas gracias por avisarme Pedrito.
Me alegro de que te esté gustando.
Esto cada vez es mejor. Me parece como una pelicjla con mucha accion.
ResponderEliminarGracias Sevillano por tus amables palabras.
EliminarIntento combinar la intriga con los momentos de acción. Veremos como avanza la historia.
Paco te vas superando. El ultimo parrafo es impresionante.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
EliminarEspero que te continúe gustando.
Hola. Solo quería decirte que me gusta mucho Invasion. Me lo recomendó un amigo que te lee y la verdad es que estoy enganchada. Ojalá dure muchos capìtulos más.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
EliminarY muchas gracias también a tu amigo por hacer que más personas conozcan el blog.
No. Gracias a ti y a la INVASION.
EliminarPues a mi no me parece nada del otro mundo y además está bastante mal escrito.
ResponderEliminarHe dicho.
Gracias por visitar el blog y por comentarlo.
EliminarIntentaré mejorar para hacerte cambiar de opinión, aunque es lógico que no se puede gustar a todo el mundo.
De nada.
Eliminar¿y si no te gusta que carajo haces comntando? Anda poray.
ResponderEliminarDigo yo.
Todas las opiniones son bien recibidas (incluso las negativas), siempre que aporten algo.
EliminarUn saludo.
Potente final.
ResponderEliminarTe pones el liston muy alto. Estoy deseando ver como lo superas en el proximo capitulo.
Gracias por el comentario, Alex.
EliminarYo también estoy deseando ver cómo continúa la historia. ¡Espero que nos guste!
Un saludo.
Uf. El final me pone los pelos de punta. Que continue la historia por favor.
ResponderEliminarMe alegra leer tu comentario. Que el relato te haya producido esa sensación me parece fantástico.
EliminarY puedes estar tranquila: continuará muy pronto.