-El tercer suicidio en un mes. La jodida crisis se lo va a llevar todo por delante- maldecía el forense echando con rabia los guantes al contenedor, mientras dirigía la mirada y sus palabras al cuerpo que acababan de depositar en la mesa de autopsias. -Pero este se lo dejo al nuevo, para que no se aburra en el turno de noche.
-¿Suicidio? No lo creo-, dice el muchacho al entrar. -Las chicas jóvenes no se pegan un tiro. Y mucho menos en pijama. Prefieren las pastillas, cortarse las venas o tirarse por el balcón. Además de que resulta algo incómodo para un diestro dispararse en la sien izquierda.
-¡Joder, Eduardo, qué ojo tienes! Deberías ser policía.
-Cada uno lo suyo, doctor, cada uno lo suyo. Y si no le importa voy a ir fregando el suelo, que ya sabe usted que si nos ponemos a charlar...se nos puede hacer de día. Y esto sin arreglar.
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ResponderEliminarMuy interesante e impactante a la vez...
EliminarMuchas veces nos olvidamos de que ser un buen observador vence a menudo a cualquier inteligencia adquirida en escuelas o universidades y con este pequeño relato lo has plasmado totalmente.
Sigue escribiendo porque llegarás lejos.
Pd: al publicarlo anteriormente me ha dado error.
Muchas gracias, Mónica, por pasarte por aquí y por dejar tus comentarios, siempre agradables y positivos.
EliminarY enhorabuena por tu blog. ¡Ya has pasado la frontera de las mil visitas!
Magnífica historia Paco.
ResponderEliminarLo bueno, si breve, dos veces bueno.
Alex
Muchas gracias Alex.
EliminarMe alegro de que te halla gustado.