viernes, 11 de abril de 2014

Ayudante cualificado


-El tercer suicidio en un mes. La jodida crisis se lo va a llevar todo por delante- maldecía el forense echando con rabia los guantes al contenedor, mientras dirigía la mirada y sus palabras al cuerpo que acababan de depositar en la mesa de autopsias. -Pero este se lo dejo al nuevo, para que no se aburra en el turno de noche.



-¿Suicidio? No lo creo-, dice el muchacho al entrar. -Las chicas jóvenes no se pegan un tiro. Y mucho menos en pijama. Prefieren las pastillas, cortarse las venas o tirarse por el balcón. Además de que resulta algo incómodo para un diestro dispararse en la sien izquierda.

-¡Joder, Eduardo, qué ojo tienes! Deberías ser policía.

-Cada uno lo suyo, doctor, cada uno lo suyo. Y si no le importa voy a ir fregando el suelo, que ya sabe usted que si nos ponemos a charlar...se nos puede hacer de día. Y esto sin arreglar.


5 comentarios:

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    1. Muy interesante e impactante a la vez...
      Muchas veces nos olvidamos de que ser un buen observador vence a menudo a cualquier inteligencia adquirida en escuelas o universidades y con este pequeño relato lo has plasmado totalmente.
      Sigue escribiendo porque llegarás lejos.
      Pd: al publicarlo anteriormente me ha dado error.

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    2. Muchas gracias, Mónica, por pasarte por aquí y por dejar tus comentarios, siempre agradables y positivos.
      Y enhorabuena por tu blog. ¡Ya has pasado la frontera de las mil visitas!

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  2. Magnífica historia Paco.
    Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

    Alex

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