Como ya comenté en una entrada anterior y una vez celebradas (por unos más que por otros) las pasadas elecciones locales y autonómicas, continúo echando en falta algún análisis comparativo de los resultados reales en las urnas con la multitud de encuestas previas realizadas durante los últimos meses.
Partiendo del hecho de que la estadística no es una ciencia exacta -recordemos una vez más aquel famoso ejemplo en que sentados a la misma mesa si yo me como un pollo mientras usted tan solo me mira, a efectos estadísticos nos hemos comido medio pollo cada uno- y de que son múltiples y variados los condicionantes que pueden llevar a cualquier persona a contestar una cosa o la contraria cuando se les pregunta a cerca de sus preferencias a la hora de votar (motivo por el cual siempre se deben aplicar determinadas medidas de corrección para así alcanzar unos índices de fiabilidad razonables), no es menos cierto que la tozuda realidad se encarga de demostrar, elección tras elección, que la metodología aplicada en la actualidad no es lo suficientemente buena como para que los resultados obtenidos resulten tan predictivos como se presupone.
Los ejemplos de fracasos en las encuestas previas a casi todas las citas electorales son muchos y variados, y uno de sus puntos en común es que casi siempre se han querido justificar esos "errores" apelando al voto vergonzante -también llamado voto culpable- en virtud del cual gran cantidad de personas no responden la verdad al ser cuestionados sobre determinados temas (intención de voto incluida). Para ellos no es que estén mal hechas, no; es que los entrevistados mienten.
Si a lo anterior sumamos el hecho de que casi siempre las distintas encuestas arrojan el resultado esperado por quienes las encargan, y las sospechas de que algunas de ellas se "cocinan" para intentar influir en los indecisos de última hora (recordemos que un porcentaje importante de quienes no tienen decidido su voto lo hacen en función de lo que parece que va a pasar, apuntándose al caballo ganador) tendremos un resultado final que tendrá más de profético que de científico, más de deseado que de realista. Más quimérico que real.
Como muestra un botón. Un ejemplo de todo esto podría ser lo acontecido en las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana. Tomaremos como referencia las encuestas encargadas por distintos medios de comunicación y realizadas por reconocidas empresas del ramo. Y, para no hacerlo más extenso, nos referiremos únicamente a la última de cada una de ellas. Publicadas en plena campaña electoral y realizadas apenas unos días antes.
EL PAÍS
METROSCOPIA
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EL MUNDO
SIGMA 2
|
LEVANTE-EMV
INVEST GRUP
|
RESULTADO
|
|
PP
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28
|
34-36
|
27
|
31
|
PSOE
|
23
|
24-25
|
20
|
23
|
COMPROMÍS
|
9
|
8-9
|
13
|
19
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C’s
|
17
|
16
|
19
|
13
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PODEMOS
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17
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12-13
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14
|
13
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IU
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5
|
0-5
|
6
|
0
|
(Elaboración propia con los datos publicados en los diarios señalados).
Por decirlo suavemente y para no marear innecesariamente con cifras y más cifras podríamos decir que ninguna ha acertado. Que en general más o menos pronostican el descenso de los dos partidos mayoritarios; que casi todos auguraban para las dos fuerzas emergentes unos resultados muchísimo mejores de los finalmente obtenidos; que pronosticaban representación, aunque mínima, para quien (por muy poco) no la ha conseguido; y que fallan estrepitosamente con los resultados de Compromís (uno de los grandes ganadores si no el que más), para quienes vaticinaban menos de la mitad de votos de los que realmente han conseguido.
En dos palabras, señores de las encuestas electorales: un exitazo. Eso sí, adornado con la parafernalia acostumbrada: muchos colorines, juegos de porcentajes, comparativas con elecciones anteriores y los imprescindibles gráficos de quesitos para mostrar de manera más clara e intuitiva la porción del pastel que -supuestamente- se iba a llevar cada uno.
Y todo eso por no hablar de alguna que otra encuesta "oculta", como la realizada por el partido todavía en el gobierno aunque pagada, lógicamente, por todos nosotros. ¡Cómo serían los resultados que arrojaba para que no se atrevieran a publicarla hasta 10 días después de celebrada la jornada electoral!
Para finalizar tan solo una pregunta. Cuando dentro de poco, para las próximas elecciones generales o para algunas autonómicas que haya que repetir, comience el bombardeo de encuestas en los medios de comunicación, ¿alguien se va a creer algo de lo que digan?
Servidor no. Ni de lejos.
Totalmente de acuerdo Paco.
ResponderEliminarLas encuestas son un gasto inutil que no sirven para nada más qeu para tener entretenido al personal.
Bueno. A lo mejor sirven para más cosas.
EliminarPara contratar a "afines" para que las hagan.
Para intentar influir en el voto indeciso.
Para desanimar a quienes vean que su voto no va a servir para nada.
Para llenar periódicos y noticias de televisión...
Otra gran mentira del sistema. Las encuestas solo valen como bien dices para convencer a algún incauto.
ResponderEliminarSembla que s'ha trencat el pacte. Veurem en que queda açó.
ResponderEliminarTranquil amic, tranquil. De segur que hara mateix estan parlant.
EliminarEn tot cas, demà eixirem de dubtes.
Confirmada la sentencia de Blasco. Seis años y medio de prisión.
ResponderEliminarOtro ejemplo más de la honradez de los peperos.
A este paso habrá que ampliar Picassent.
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