Thriller.
Editorial ALMUZARA, S.L.
1ª edición: febrero de 2017
395 páginas.
BIOGRAFÍA
Bernardo Carrión Rojo (Valencia, 1969) debutó como periodista en 1995 en el primer diario gratuito español, y trabajó seis años como redactor de informativos en Ràdio 9 en Alicante.
En la actualidad presta servicios de comunicación corporativa a diferentes entidades y es editor de publicaciones periódicas y libros. Especialista en campañas de comunicación en el ámbito cultural y director de comunicación de Valencia Negra, el festival de género valenciano que acaba de celebrar su quinta edición.
Fotografía y datos biográficos extraídos de la web del autor: sinpiedad.org |
Forma parte del grupo literario El Cuaderno Rojo, con el que ha publicado dos relatos en sendas antologías, en las que además ejerció como editor técnico. "Sinpiedad" es su primera novela.
SINOPSIS
En la España posterior al crack de Lehman Brothers y al estallido de la burbuja inmobiliaria, un grupo de políticos y banqueros corruptos traza un plan para enriquecerse mediante la adjudicación de proyectos públicos en Valencia. Desconocen la existencia de un misterioso ermitaño, fanático de la lectura, que desde una aldea gallega abandonada se sumergirá en el universo hacker.
Mientras las élites saquean las instituciones y afloran los casos de corrupción, los ciudadanos soportan paro de larga duración, sufren desahucios o ven recortados los servicios sanitarios.
Por este thriller político y social desfilan variados y memorables personajes: un alcalde sin escrúpulos, un antiguo empleado de Lehman Brothers, un militante con ganas de ascender, una interiorista en la cresta de la ola, un anciano mafioso siciliano, un ex-tirador de élite del ejército español, la empleada de una carnicería, los periodistas de un diario digital, o un grupo de perroflautas. Todos ellos se verán involucrados en las actividades de un grupo, liderado por el ermitaño, que opera desde el portal sinpiedad.org para ofrecer a los ciudadanos una venganza contra imputados en casos de corrupción.
COMENTARIO
Bernardo Carrión debuta en el mundo literario con Sinpiedadpuntoorg. Un thriller trepidante en el que se aúnan intriga y acción, en una hábil combinación de relato de aventuras, trama policíaca, investigación periodística y una gran dosis de novela social, aderezada además con algunas pinceladas de humor para, de tanto en tanto, desengrasar la tensión.
Es este todo una ficción situada en tiempo presente y construida tomando como punto de partida una sociedad sumida en una profunda crisis a la que se ha llegado, fundamentalmente, como consecuencia del comportamiento de una clase política corrupta más preocupada de su propio beneficio -del suyo y del de los suyos- que por el bienestar común.
La corrupción de políticos, empresarios y de la propia sociedad en su conjunto es el desencadenante (y el hilo conductor) de toda la trama de la novela.
La acción se sitúa en una sociedad, la nuestra actual, en la que la mayoría de sus miembros, pese a sufrir dramáticamente los efectos de una crisis económica brutal, están (estamos) como adormecidos, resignados a su suerte y sin apenas expectativas de que nada pueda cambiar.
Cuando la situación va de mal en peor, y la justicia no es capaz de contener a tanto mangante metido a político, tan solo queda una opción: tomarse la justicia por su mano.
"La vida es como el póker, y nosotros llevábamos una mano de mierda. Pero ahora hay nuevas cartas en la mesa". Pochi, página 286.
Pero, ¿es la venganza un sentimiento manipulable o se trata más bien de un instinto individual y primario? En todo caso, aunque no sea el único, tal vez se trate de uno de los elementos distintivos del género humano como tal y que nos adorna desde el propio nacimiento de lo que ostentosamente llamamos "civilización".
"Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser". Inspector Negrete, página 395.
La originalidad de la idea que propone el autor reside en que esa venganza, el hecho de tomarse la justicia por la propia mano, viene de personas más o menos normales (no hay aquí ningún asesino en serie, ni psicópatas patológicos que reten a la policía mientras continúan sembrando el terror). Personas corrientes que reaccionan con la máxima violencia ante los supuestos causantes de la crisis.
Pero lo hacen -y esta vuelta de tuerca me ha parecido lo más brillante de toda la trama- no por su propia iniciativa (ni por la necesidad de justicia, de que las cosas funcionen medianamente bien, de que la sociedad avance, de que las cosas sean como deben ser), sino forzados por las circunstancias y tentados por una recompensa, cómo no, económica.
"Si la propaganda es adecuada y el premio suficiente, las personas pueden llegar a cometer actos horribles". Euxenio, página 274.
Interesante reflexión: quienes actúan como vengadores -independientemente de la calificación moral que nos merezcan- están haciendo lo mismo que los malvados corruptos con los que quieren terminar. Esto es, aprovecharse de una situación favorable para, dejando los escrúpulos y la moral en casa, obtener un importante beneficio económico.
Con todo ello Bernardo Carrión construye un relato con dos partes claramente diferenciadas, que ocupan cada una de ellas aproximadamente la mitad del libro. en la primera, de manera más o menos pausada y detallada, se describe el mundo de la política interesada, con recalificaciones tramposas, adjudicaciones amañadas, y la vida de derroche y ostentación de algunos (mucho, demasiados) de los que se jactan de haberse metido en política para forrarse; en la segunda parte del libro -mucho más ágil y en la que predomina la acción-, es donde se organiza, desarrolla y culmina la "respuesta ciudadana".
En cuanto al aspecto formal el libro está compuesto por una gran cantidad de capítulos (en mi opinión extremadamente) cortos, que van haciendo al lector saltar de unas subtramas a otras, con personajes que monopolizan un capítulo para no volver a aparecer en escena hasta centenares de páginas después, con lo que no es difícil perderse entre tantos nombres, personajes, lugares y situaciones. Y es que 104 capítulos en 395 páginas... parecen demasiados.
Con ello se ha conseguido un libro de lectura rápida y sencilla, ideal para leer en el autobús o en el metro, pero creo que unos capítulos más extensos darían la posibilidad de desarrollar mejor tanto las tramas como los personajes, y no convertirían la acción en un continuo ir y venir (aunque fuera a costa de eliminar algunas partes de la historia ciertamente prescindibles).
Pero el problema principal que le he encontrado a este libro es el de la verosimilitud de la historia en determinados momentos. O más bien la falta de la misma. Sabemos que no se trata de hechos reales pero, al menos a mi, si la trama o los personajes no me resultan creíbles no consigo engancharme a la historia. Y eso es lo que me ha ocurrido en esta ocasión.
Porque cuando estamos leyendo una historia fantástica y/o ambientada en un lugar imaginario, automáticamente damos por hecho que todo vale. Si aparecen dragones alados, personas con superpoderes o lagos de la eterna juventud lo aceptamos sin más. Por el contrario, cuando la historia tiene un marco físico real, está ambientada en el presente y comienza relatando hechos aparentemente reales (que han sucedido o que perfectamente podrían haber sucedido) el lector da por hecho que lo que está leyendo entra dentro de lo verosímil. Y eso precisamente es lo que me ha fallado en este libro: demasiados elementos demasiado fantasiosos como para creerme la historia.
No entraré a detallarlos para no destripar nada de la historia, aunque la propia editorial no ha tenido esa precaución y se ha encargado de hacer un spoiler en toda regla con la imagen elegida para la portada. Porque lo de marcar a los objetivos con pintura -una idea tan original como impactante- tan solo aparece un par de veces, y ambas muy al final del libro.
Pese a todo, el debut de Bernardo Carrión me ha resultado interesante. Un libro entretenido -que no es poca cosa-, con un brillante punto de partida, aunque lamentablemente en su desarrollo posterior no ha terminado de cumplir con las expectativas que a mi me había generado. Pero esto no es más que una opinión personal (lógicamente, como el resto de la reseña).
Leed a Bernardo Carrión. Yo estaré atento a sus próximas historias porque me parece que ha llegado un nuevo escritor a tener en cuenta en este género que tanto nos gusta.
Es este todo una ficción situada en tiempo presente y construida tomando como punto de partida una sociedad sumida en una profunda crisis a la que se ha llegado, fundamentalmente, como consecuencia del comportamiento de una clase política corrupta más preocupada de su propio beneficio -del suyo y del de los suyos- que por el bienestar común.
La corrupción de políticos, empresarios y de la propia sociedad en su conjunto es el desencadenante (y el hilo conductor) de toda la trama de la novela.
La acción se sitúa en una sociedad, la nuestra actual, en la que la mayoría de sus miembros, pese a sufrir dramáticamente los efectos de una crisis económica brutal, están (estamos) como adormecidos, resignados a su suerte y sin apenas expectativas de que nada pueda cambiar.
Cuando la situación va de mal en peor, y la justicia no es capaz de contener a tanto mangante metido a político, tan solo queda una opción: tomarse la justicia por su mano.
"La vida es como el póker, y nosotros llevábamos una mano de mierda. Pero ahora hay nuevas cartas en la mesa". Pochi, página 286.
Pero, ¿es la venganza un sentimiento manipulable o se trata más bien de un instinto individual y primario? En todo caso, aunque no sea el único, tal vez se trate de uno de los elementos distintivos del género humano como tal y que nos adorna desde el propio nacimiento de lo que ostentosamente llamamos "civilización".
"Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser". Inspector Negrete, página 395.
La originalidad de la idea que propone el autor reside en que esa venganza, el hecho de tomarse la justicia por la propia mano, viene de personas más o menos normales (no hay aquí ningún asesino en serie, ni psicópatas patológicos que reten a la policía mientras continúan sembrando el terror). Personas corrientes que reaccionan con la máxima violencia ante los supuestos causantes de la crisis.
Pero lo hacen -y esta vuelta de tuerca me ha parecido lo más brillante de toda la trama- no por su propia iniciativa (ni por la necesidad de justicia, de que las cosas funcionen medianamente bien, de que la sociedad avance, de que las cosas sean como deben ser), sino forzados por las circunstancias y tentados por una recompensa, cómo no, económica.
"Si la propaganda es adecuada y el premio suficiente, las personas pueden llegar a cometer actos horribles". Euxenio, página 274.
Interesante reflexión: quienes actúan como vengadores -independientemente de la calificación moral que nos merezcan- están haciendo lo mismo que los malvados corruptos con los que quieren terminar. Esto es, aprovecharse de una situación favorable para, dejando los escrúpulos y la moral en casa, obtener un importante beneficio económico.
Con todo ello Bernardo Carrión construye un relato con dos partes claramente diferenciadas, que ocupan cada una de ellas aproximadamente la mitad del libro. en la primera, de manera más o menos pausada y detallada, se describe el mundo de la política interesada, con recalificaciones tramposas, adjudicaciones amañadas, y la vida de derroche y ostentación de algunos (mucho, demasiados) de los que se jactan de haberse metido en política para forrarse; en la segunda parte del libro -mucho más ágil y en la que predomina la acción-, es donde se organiza, desarrolla y culmina la "respuesta ciudadana".
En cuanto al aspecto formal el libro está compuesto por una gran cantidad de capítulos (en mi opinión extremadamente) cortos, que van haciendo al lector saltar de unas subtramas a otras, con personajes que monopolizan un capítulo para no volver a aparecer en escena hasta centenares de páginas después, con lo que no es difícil perderse entre tantos nombres, personajes, lugares y situaciones. Y es que 104 capítulos en 395 páginas... parecen demasiados.
Con ello se ha conseguido un libro de lectura rápida y sencilla, ideal para leer en el autobús o en el metro, pero creo que unos capítulos más extensos darían la posibilidad de desarrollar mejor tanto las tramas como los personajes, y no convertirían la acción en un continuo ir y venir (aunque fuera a costa de eliminar algunas partes de la historia ciertamente prescindibles).
Pero el problema principal que le he encontrado a este libro es el de la verosimilitud de la historia en determinados momentos. O más bien la falta de la misma. Sabemos que no se trata de hechos reales pero, al menos a mi, si la trama o los personajes no me resultan creíbles no consigo engancharme a la historia. Y eso es lo que me ha ocurrido en esta ocasión.
Porque cuando estamos leyendo una historia fantástica y/o ambientada en un lugar imaginario, automáticamente damos por hecho que todo vale. Si aparecen dragones alados, personas con superpoderes o lagos de la eterna juventud lo aceptamos sin más. Por el contrario, cuando la historia tiene un marco físico real, está ambientada en el presente y comienza relatando hechos aparentemente reales (que han sucedido o que perfectamente podrían haber sucedido) el lector da por hecho que lo que está leyendo entra dentro de lo verosímil. Y eso precisamente es lo que me ha fallado en este libro: demasiados elementos demasiado fantasiosos como para creerme la historia.
No entraré a detallarlos para no destripar nada de la historia, aunque la propia editorial no ha tenido esa precaución y se ha encargado de hacer un spoiler en toda regla con la imagen elegida para la portada. Porque lo de marcar a los objetivos con pintura -una idea tan original como impactante- tan solo aparece un par de veces, y ambas muy al final del libro.
Pese a todo, el debut de Bernardo Carrión me ha resultado interesante. Un libro entretenido -que no es poca cosa-, con un brillante punto de partida, aunque lamentablemente en su desarrollo posterior no ha terminado de cumplir con las expectativas que a mi me había generado. Pero esto no es más que una opinión personal (lógicamente, como el resto de la reseña).
Leed a Bernardo Carrión. Yo estaré atento a sus próximas historias porque me parece que ha llegado un nuevo escritor a tener en cuenta en este género que tanto nos gusta.
No conocía el libro pero por lo que cuentas de él me parece un tema muy interesante. Y la portada espectacular.
ResponderEliminarApuntado queda.
Gracias Luisge.
EliminarEspero que te guste.
Mola. y como se ponga de moda mas todavia
ResponderEliminarjajajaja
EliminarEspero que no lleguemos a eso.
Saludos, Sevi.
A pesar de lo que dices al final de tu reseña, lo leeré. El tema me interesa. Tu crónica me ha despertado el interés. ¡Bien, Paco!
ResponderEliminarEstupendo, Urbano. Me alegro de haber despertado tu interés. Espero que disfrutes el libro.
EliminarUn abrazo, amigo.
Pues aunque no te ha convencido no lo descarto porque si me parece una trama muy atractiva.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Inés.
EliminarEspero que lo leas y que lo disfrutes.
Desando leer tu comentario.
1b7.
Opino como tu. Al principio me gustó bastante pero luego se hace demasiado peliculero. La que lían los 4 periodistas ellos solitos.
ResponderEliminarEso es. Parecen como dos libros diferentes. O como si los hubieran escritos distintos autores.
EliminarMe alegra coincidir, Mª Carmen.
Pues a mi me gustó mucho. Me parece muy original y reflejo de lo que pasa en el mundo de la política.
ResponderEliminar¿Las licencias literarias? Cierto, pero que sería de la literatura sin ellas?
Saludos.
Pues también tienes razón. Pero creo que, en este caso, esas licencias hacen que se pierda la verosimilitud que se pretende (y se refleja) en la primera parte.
EliminarSaludos, Aramaca.
Quizás sea algo peliculero pero a mi me gustaría ver esa peli.
ResponderEliminar¿Te imaginas lo que podría hacer Alex de la Iglesia con ese guión?
wuau.
EliminarSin duda, yo iría a ver esa película.
Un saludo,Pepet.