Autor: Mikel Santiago
Novela de misterio. Suspense.
Ediciones B
Primera edición, junio de 2015
424 páginas.
BIOGRAFÍA
Nacido en Portugalete (Bizkaia) en 1975, Mikel Santiago destaca de entre sus primeras lecturas los libros de la colección de Los cinco,
tras los que fue adentrándose en la literatura policíaca y de misterio
de la mano de las obras de Sherlock Holmes y Edgar Alan Poe.
Ha
vivido en Irlanda, de donde sacó las ideas para escribir su anterior novela, y en Amsterdam, trabajando en el mundo del software.
Cuando no está entre ordenadores se dedica a escribir. Y a tocar la
guitarra con su banda de blues-rock.
Empezó
escribiendo relatos en su blog, hasta que un tiempo después y por
indicación de un amigo (a quien nunca se lo agradeceremos lo suficiente)
se animó a publicar sus obras en formato digital.
Hasta el momento ha publicado Historia de un crimen perfecto (2010), La isla de los cien ojos (2010), El perro negro (2012), Noche de almas (ver reseña) (2013), La última noche de Tremore Beach (ver reseña) (2014), que ha sido traducida a más de una decena de idiomas, publicada en una veintena de países y con los derechos audiovisuales adquiridos por la productora de Alejandro Amenábar para convertirla en película, y la última hasta el momento El mal camino (2015).
Hasta el momento ha publicado Historia de un crimen perfecto (2010), La isla de los cien ojos (2010), El perro negro (2012), Noche de almas (ver reseña) (2013), La última noche de Tremore Beach (ver reseña) (2014), que ha sido traducida a más de una decena de idiomas, publicada en una veintena de países y con los derechos audiovisuales adquiridos por la productora de Alejandro Amenábar para convertirla en película, y la última hasta el momento El mal camino (2015).
SINOPSIS
Bert Amandale es un escritor inglés que se ha trasladado temporalmente con su familia a vivir a la Provenza francesa. Alejándose de su entorno habitual, tanto él como su mujer Miriam y Britney, su hija adolescente, pretenden superar problemas anteriores. A su vez, la antaño estrella del rock y gran amigo de Bert desde la infancia, Chuks Basil, también se ha trasladado a vivir a una casa cercana. Ambos comparten largas conversaciones plagadas de recuerdos y empapadas en alcohol.
Tras una de esas noches, Chuks llama a Bert para contarle que mientras conducía de vuelta a casa un hombre surgió de la oscuridad y se plantó frente a su coche en medio de la carretera sin darle tiempo a reaccionar. No pudo evitarlo y lo atropelló. Al acercarse comprobó que estaba muerto, se asustó todavía más y se marchó de allí lo más rápido que pudo.
Unas horas después los remordimientos fueron mayores que el pánico a las consecuencias y decidió regresar a aquel lugar, comprobando para su sorpresa que allí no había nada: ni cadáver, ni señales de frenazos, ni rastro del accidente.
Ante tal falta de indicios y los antecedentes mentales de Chuks nadie creerá su historia, pero desde ese momento la vida de los dos amigos se convertirá en una pesadilla de la que cada vez les será más difícil despertar.
COMENTARIO
Mikel Santiago lo ha vuelto a hacer. Un lugar apartado, unos pocos personajes y el peso del pasado le bastan para crear una historia llena de suspense. Como ya nos demostró en "La última noche de Tremore Beach", el autor se mueve como pez en el agua en estos ambientes y, una vez más, el resultado ha sido un magnífico libro.
Y es que entre ambas historias se aprecian unas cuantas similitudes que -el tiempo y sus próximos libros lo dirán- tal vez configuren las señas de identidad, el sello personal, de este autor.
Si antes el personaje principal era un músico en plena crisis creativa que se trasladaba con su familia a vivir a un lugar apartado de la costa irlandesa, ahora es un escritor de éxito intentando crear una nueva historia que se instala con su familia en una casa aislada en plena Provenza francesa. Ambos artistas, en plena crisis creativa, con una familia a la que proteger y que sobrellevan una mochila repleta de errores que condicionaron sus vidas, a los que en este caso hay que añadir una antigua estrella del rock, amigo íntimo de nuestro personaje y que será el desencadenante de toda la trama.
Transcurre la historia, una vez más, por carreteras secundarias. Estrechos y solitarios caminos envueltos en la niebla y empapados por la lluvia, que transitan entre empinados barrancos y grandes extensiones de campos de flores, que comunican pequeñas poblaciones y las alejan de extrañas edificaciones en medio de la nada.
También aquí la historia nos es contada por el personaje principal quien, en primera persona, va narrando los hechos conforme van sucediendo. O como "parece ser" que suceden, porque a menudo la frontera entre realidad y ensoñación se convierte en una línea difusa (maldita "caja de trucos") que muy fácilmente podemos traspasar, haciendo que en muchas ocasiones nos cueste trabajo determinar en qué lado nos encontramos.
"Al filo de la madrugada es cuando las ideas se presentan sin trucos, tal y como son. Nuestro consciente está desactivado y todas las protecciones mentales, dormidas. No hay posibilidad de engañarnos. De contarnos esas mentiras que necesitamos, por la mañana, para seguir viviendo. Por eso soñamos; porque la realidad sería demasiado terrible para ser presentada per se a nuestros ojos". Página 120.
Con un estilo ágil y directo, unos diálogos amenudo chispeantes (algunas gotas de humor aparecen hasta en los momentos más dramáticos) y unas descripciones de ambientes sucintas pero sumamente efectivas, la acción va avanzando cada vez con mayor intensidad hasta llegar a una conclusión que se intuye aunque no se ve venir. Los errores del pasado condicionan el futuro. Y en ocasiones de manera fatal e inevitable.
"Eso me hizo pensar que la muerte es así, que llega cuando le da la gana aunque todavía te queden un par de dónuts para comer, o un disco por grabar". Página 175.
Quien se decida a transitar por El mal camino debe de ser consciente de que no podrá parar hasta terminarlo. Disfrutará y sufrirá a partes iguales con Bert en su intenso viaje, circulando por sinuosas carreteras convertidas en metáforas de su tortuoso pasado. Y no estará tranquilo hasta pasar la última página.
¡Buen viaje!
Y es que entre ambas historias se aprecian unas cuantas similitudes que -el tiempo y sus próximos libros lo dirán- tal vez configuren las señas de identidad, el sello personal, de este autor.
Si antes el personaje principal era un músico en plena crisis creativa que se trasladaba con su familia a vivir a un lugar apartado de la costa irlandesa, ahora es un escritor de éxito intentando crear una nueva historia que se instala con su familia en una casa aislada en plena Provenza francesa. Ambos artistas, en plena crisis creativa, con una familia a la que proteger y que sobrellevan una mochila repleta de errores que condicionaron sus vidas, a los que en este caso hay que añadir una antigua estrella del rock, amigo íntimo de nuestro personaje y que será el desencadenante de toda la trama.
GIBSON Les Paul Goldtop del 57. |
Transcurre la historia, una vez más, por carreteras secundarias. Estrechos y solitarios caminos envueltos en la niebla y empapados por la lluvia, que transitan entre empinados barrancos y grandes extensiones de campos de flores, que comunican pequeñas poblaciones y las alejan de extrañas edificaciones en medio de la nada.
Campo de canolas |
También aquí la historia nos es contada por el personaje principal quien, en primera persona, va narrando los hechos conforme van sucediendo. O como "parece ser" que suceden, porque a menudo la frontera entre realidad y ensoñación se convierte en una línea difusa (maldita "caja de trucos") que muy fácilmente podemos traspasar, haciendo que en muchas ocasiones nos cueste trabajo determinar en qué lado nos encontramos.
"Al filo de la madrugada es cuando las ideas se presentan sin trucos, tal y como son. Nuestro consciente está desactivado y todas las protecciones mentales, dormidas. No hay posibilidad de engañarnos. De contarnos esas mentiras que necesitamos, por la mañana, para seguir viviendo. Por eso soñamos; porque la realidad sería demasiado terrible para ser presentada per se a nuestros ojos". Página 120.
Con un estilo ágil y directo, unos diálogos amenudo chispeantes (algunas gotas de humor aparecen hasta en los momentos más dramáticos) y unas descripciones de ambientes sucintas pero sumamente efectivas, la acción va avanzando cada vez con mayor intensidad hasta llegar a una conclusión que se intuye aunque no se ve venir. Los errores del pasado condicionan el futuro. Y en ocasiones de manera fatal e inevitable.
"Eso me hizo pensar que la muerte es así, que llega cuando le da la gana aunque todavía te queden un par de dónuts para comer, o un disco por grabar". Página 175.
Quien se decida a transitar por El mal camino debe de ser consciente de que no podrá parar hasta terminarlo. Disfrutará y sufrirá a partes iguales con Bert en su intenso viaje, circulando por sinuosas carreteras convertidas en metáforas de su tortuoso pasado. Y no estará tranquilo hasta pasar la última página.
¡Buen viaje!
* Próxima lectura: El guardián invisible, de Dolores Redondo.