FICHA
El año sin verano
Autor: Carlos del Amor
Novela.
Editorial: Espasa
1ª edición febrero de 2015
256 páginas.
BIOGRAFÍA
Carlos del Amor es un conocido periodista español (Murcia, 1974).
Desde
que comenzó como becario en el Centro Territorial de Murcia, su carrera
profesional ha estado ligada a la televisión y la radio públicas. Tanto en
Televisión Española como en Radio Nacional, casi siempre se ha dedicado al
periodismo cultural. Con su estilo tan característico, desde hace ya un tiempo son habituales en los informativos sus crónicas sobre los principales
festivales de cine, galas de entregas de premios, grandes
exposiciones artísticas o entrevistas a personajes internacionales
del mundo del arte y la cultura.
Debutó en 2013 con "La vida a veces" (Ver reseña) una colección de relatos breves. En febrero de 2015 ha publicado la que es su primera novela "El año sin verano".
SINOPSIS
Un periodista que sufre un bloqueo creativo cuando está a punto de comenzar a escribir una novela se encuentra un manojo de llaves en un rellano de su edificio. Pronto descubre que esas son las llaves que abren todas y cada una de las puertas del inmueble. Es agosto, Madrid está vacío y él parece el único habitante en toda la finca. Tiene tiempo y ganas de curiosear.
Lo que comienza tan solo como un extraño pasatiempo estival -ir visitando todas las viviendas vacías del edificio- acaba por convertirse en su principal ocupación nocturna. Poco a poco irá descubriendo las vidas ajenas de aquellos que tiene a su alrededor, conocidos y al mismo tiempo tan desconocidos. Pero lo que menos se imagina es que se va a encontrar con una historia de amor y con una misteriosa muerte que se verá, inevitablemente, abocado a investigar.
Las llaves están hechas para abrir puertas, buzones, coches, sueños... Y vidas ajenas. ¿Conocemos a las personas que nos rodean? ¿Quién es, realmente, nuestro vecino de al lado? La vida de los otros puede resultar sorprendente.
Lo que comienza tan solo como un extraño pasatiempo estival -ir visitando todas las viviendas vacías del edificio- acaba por convertirse en su principal ocupación nocturna. Poco a poco irá descubriendo las vidas ajenas de aquellos que tiene a su alrededor, conocidos y al mismo tiempo tan desconocidos. Pero lo que menos se imagina es que se va a encontrar con una historia de amor y con una misteriosa muerte que se verá, inevitablemente, abocado a investigar.
Las llaves están hechas para abrir puertas, buzones, coches, sueños... Y vidas ajenas. ¿Conocemos a las personas que nos rodean? ¿Quién es, realmente, nuestro vecino de al lado? La vida de los otros puede resultar sorprendente.
COMENTARIO
Hace un par de meses leí "La vida a veces", el debút literario de Carlos del Amor, una colección de cuentos cortos que me resultó de lo más interesante. Ahora, y una vez pasado algo de tiempo (por mi costumbre de no leer seguidas dos obras del mismo autor) he devorado "El año sin verano".
Nos encontramos ante una novela en la que se entremezcla ficción y realidad, en la que abundan los saltos temporales en la acción, en la que aparece una novela dentro de la propia novela, en la que se nos plantea el juego de confundir deliberadamente la personalidad del narrador con la del propio autor.
Nos encontramos ante una novela en la que se entremezcla ficción y realidad, en la que abundan los saltos temporales en la acción, en la que aparece una novela dentro de la propia novela, en la que se nos plantea el juego de confundir deliberadamente la personalidad del narrador con la del propio autor.
A lo largo del libro se van entrelazando las vivencias del día a día del propio narrador con toda una serie de historias del pasado que van surgiendo conforme avanza en sus investigaciones. Tirando de fotos, de periódicos viejos, de recuerdos, ante nuestros ojos se va construyendo la vida de los habitantes (antiguos y presentes) de un edificio.
Pero a la vez todo ello va unido a otra historia todavía más real, la que está escribiendo el propio autor en un libro que se le resiste. En esa ardua tarea recibirá sabios consejos de varias personas, que no dudará en aceptar y en compartir con todos nosotros.
Tanto da que se trate de una recopilación de comentarios recibidos por su anterior libro o de un compendio de recomendaciones de las que se pueden leer en cualquier manual de escritura de los que tanto abundan. El hecho es que el autor nos receta una serie de recomendaciones sumamente interesantes que todo aprendiz de escritor debería tener en cuenta a la hora de enfrentarse al folio en blanco: no incluir demasiados personajes que se van cruzando unos con otros y complican la trama; no extenderse en demasía. A menudo se quieren contar tantas cosas que al final se mete mucha paja y sobran capítulos enteros; que la acción vaya saltando al pasado para relatar vivencias de los personajes que ayuden a comprender como actúan en el presente; incluir varias tramas que no tengan nada que ver, que durante el desarrollo de la historia sigan sin tener relación y que al final aparezca un punto de unión que le de la vuelta a todo; echarle un poco de picante. Algo de sexo siempre funciona; y tiene que aparecer un niño que se llame León y en algún momento se tiene que oir una canción de Los Planetas.
Casi todas ellas se cumplen en el libro. Excepto la del niño y la canción -o al menos para mi pasaron inadvertidas-. Lo que si aparece es una referencia a un estupendo microcuento de Gabriel García Márquez (páginas 168-169), además de la historia de un cuadro que resulta definitiva en la trama.
El autor, en un juego constante de realidad y ficción, nos ofrece una historia de caminos cruzados, de historias de amor y de desamor, de muertes y de misterios. Todo ello con una prosa sencilla sin llegar a ser simple; brillante sin resultar deslumbrante.
Una narración sencilla, amena y encantadora. Un libro amable, agradable de leer, que satisface a quien lo sepa disfrutar. Y que nos deja bien predispuestos a la espera de las próximas historias que nos regalará este nuevo autor.
Pero a la vez todo ello va unido a otra historia todavía más real, la que está escribiendo el propio autor en un libro que se le resiste. En esa ardua tarea recibirá sabios consejos de varias personas, que no dudará en aceptar y en compartir con todos nosotros.
Tanto da que se trate de una recopilación de comentarios recibidos por su anterior libro o de un compendio de recomendaciones de las que se pueden leer en cualquier manual de escritura de los que tanto abundan. El hecho es que el autor nos receta una serie de recomendaciones sumamente interesantes que todo aprendiz de escritor debería tener en cuenta a la hora de enfrentarse al folio en blanco: no incluir demasiados personajes que se van cruzando unos con otros y complican la trama; no extenderse en demasía. A menudo se quieren contar tantas cosas que al final se mete mucha paja y sobran capítulos enteros; que la acción vaya saltando al pasado para relatar vivencias de los personajes que ayuden a comprender como actúan en el presente; incluir varias tramas que no tengan nada que ver, que durante el desarrollo de la historia sigan sin tener relación y que al final aparezca un punto de unión que le de la vuelta a todo; echarle un poco de picante. Algo de sexo siempre funciona; y tiene que aparecer un niño que se llame León y en algún momento se tiene que oir una canción de Los Planetas.
Casi todas ellas se cumplen en el libro. Excepto la del niño y la canción -o al menos para mi pasaron inadvertidas-. Lo que si aparece es una referencia a un estupendo microcuento de Gabriel García Márquez (páginas 168-169), además de la historia de un cuadro que resulta definitiva en la trama.
"Los tres viajeros aéreos favoritos". John-Francis Rigaud
Museo del Prado
El autor, en un juego constante de realidad y ficción, nos ofrece una historia de caminos cruzados, de historias de amor y de desamor, de muertes y de misterios. Todo ello con una prosa sencilla sin llegar a ser simple; brillante sin resultar deslumbrante.
Una narración sencilla, amena y encantadora. Un libro amable, agradable de leer, que satisface a quien lo sepa disfrutar. Y que nos deja bien predispuestos a la espera de las próximas historias que nos regalará este nuevo autor.
Me encanta Carlos y me encantan sus libros.
ResponderEliminarGracias por traerlos a tu blog.
Gracias a ti, Asunción, por formar parte de este blog.
EliminarMe gustó mucho su libro de relatos cortos. Alguno de ellos llegó a emocionarme mientras lo leía.
ResponderEliminarCon ese precedente añadido a tu comentario ni que decir tiene que leeré este libro en cuanto termine el que tengo ahora en marcha.
Estupendo María. Espero que lo disfrutes tanto como el anterior.
EliminarDesde hace tiempo soy fan de Carlos del Amor. Primero de sus crónicas en el telediario y ahora de sus libros. ¡Lástima que sean tan cortitos!
ResponderEliminarLa verdad es que tienes razón: son cortos y se hacen más cortos todavía cuando se leen.
EliminarY enhorabuena por el blog. Mwe encantan las reseñas. Y más ahora con las fotos que les pones.
ResponderEliminarMuchas gracias Luna. Poco a poco intento ir mejorando el blog, las entradas y el aspecto.
EliminarNo he leído nada de él, pero tu reseña me ha animado.
ResponderEliminarPues adelante Amparo.
EliminarYa te he añadido dos libros más para tu lista de futuras lecturas. Estoy convencido de que te gustarán.
He leído sus dos libros, pero me gustó más el primero. Este me decepcionó un poco. No se, me esperaba otra cosa.
ResponderEliminarBueno, son distintos. Pero creo que, cada uno en su estilo, los dos están muy bien.
EliminarSaludos, Ramón.
Parece interesante.
ResponderEliminarLo buscaré en la biblioteca, que no está la economía para muchos eccesos.
No se si por ahí habrá llegado ya a las bibliotecas, pero sí es así, espero que aproveches la oportunidad.
EliminarQue cuadro tan raro, no? No me suena de nada.
ResponderEliminarLa próxima vez que vaya al Prado lo buscaré.
No me extraña que no lo hayas visto. Creo que pertenece al fondo del museo pero no está expuesto habitualmente.
EliminarGracias por tu comentario.
Ah bueno. Ya lo entiendo.
EliminarMuchas gracias por la aclaración.
Querido Paco
ResponderEliminarHe leído el libro y me ha encantado. Es cierto que no me parece una historia sublime, pero como tu dices es nueva, es fresca y está muy bien contada. Además, creo que Carlos de Amor es un profesional que merecía como mínimo la oportunidad que se le ha dado...
Un abrazo!
Totalmente de acuerdo, Raúl.
EliminarMe alegra coincidir contigo. Una vez más.
Saludos. Y gracias por todo.
Muchas felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarNo conocía a este autor pero gracias a tu artículo me animé a leer el libro.
ResponderEliminarQuería decirte que ya lo he terminado y me ha gustado mucho.
Gracias.
Gracias a ti, Alejandra.
EliminarMe alegro de que mi reseña te haya animado a su lectura. Y más todavía de que haya gustado.