viernes, 30 de mayo de 2014

28 de mayo

Dejar que transcurra el tiempo es la mejor forma de comprobar que, antes o después, todo llega. Incluso el día que tanto (y tantos) estábamos esperando.

Por fin se acabaron tus preocupaciones. Las entrevistas. Los continuos viajes. Las interminables reuniones...

A partir de ahora podrás dedicarte a descansar. A pasear. A tomar el sol.
Podrás cambiar de uniforme, sustituyendo las habituales chaquetas y corbatas por una indumentaria más informal.

Ya no te acosarán los fotógrafos.
Ni te seguirán los periodistas.
Ni te increparán los ciudadanos por la calle.
¡Ni siquiera tendrás que soportar los comentarios de tus adversarios!

Durante un tiempo no tendrás que preocuparte por nada.






Paciencia. Que ocho años pasan volando.


lunes, 26 de mayo de 2014

El espía

Las campanadas del viejo reloj le despertaron, anunciándole que había llegado el momento. Con dificultad recogió la manta caída a sus pies y sorteando el escaso mobiliario se dirigió a la ventana. Apartó ligeramente la cortina y allí permaneció inmóvil y en silencio, agazapado en su puesto de observación.

Tan solo unos minutos después, aunque a él le pareció que llevaba años en la misma postura, la vio aparecer. Caminaba por la otra acera, como en una sucesión de imágenes estroboscópicas provocadas por las frondosas moreras que le interrumpían la visión. ¡Malditos árboles! Cómo deseaba que el otoño se llevara aquellas hojas que tanta incomodidad le causaban.




El plan era sencillo. Llevaba tiempo espiándola, viéndola pasar cada tarde, y conocía de sobra sus rutinas horarias. Simplemente la esperaría en la calle, se acercaría a ella y la abordaría.

Incluso había preparado una especie de guión de la conversación que mantendrían. O al menos de su parte del diálogo. Con la mejor de sus sonrisas le preguntaría si conocía alguna farmacia por la zona, que por descontado él sabía que se encontraba dos calles más allá, en la misma dirección que ella llevaba. Sin duda le indicaría el camino. Tal vez incluso se ofrecería a acompañarle durante un tramo. Eso sería suficiente.

No podía fallar. Estaba seguro de que el plan funcionaría. Cualquiera en su lugar sería capaz de hacerlo.


Pero no se podía engañar. Era consciente de su situación y de las dificultades que tenía para relacionarse con el resto del mundo. Por eso mismo sabía que llegado el momento se quedaría embobado, incapaz de articular palabra alguna, mientras el rubor le iría cubriendo las mejillas obligándole a marcharse lo antes posible.


Una vez más vio como la mujer pasaba sin detenerse, recorriendo toda la calle para desaparecer un poco más allá, al girar a la derecha. Como si fuera camino de la farmacia.

Dejó caer la cortina, se ajustó firmemente los guantes y, con la misma languidez con la que las lágrimas resbalaban por su rostro, se dirigió en su silla de ruedas al rincón donde pasaría el día.

jueves, 8 de mayo de 2014

Cultura del esfuerzo


Ayer por la tarde, en el vigésimo cuarto partido europeo de la temporada, el Valencia Basket se proclamó campeón de la Eurocup, la segunda competición en importancia del baloncesto europeo de clubs. En el territorio de los antiguos Tártaros, a más de cuatro mil kilómetros de casa, l'equip taronja (ahir de blau) pasó por encima de un cuadro ruso plagado de figuras y con un presupuesto mucho mayor que el del equipo valenciano.

Ya lo hizo la semana pasada en la Fonteta ganando por trece puntos en un espectacular partido en el que arrolló a su rival (llegando a ir 30 arriba), y lo corroboró ayer con otra exhibición en todas las facetas del juego ganando por doce puntos de diferencia.

BALONCESTO con mayúsculas. Gran acierto en el tiro, rápidas circulaciones de balón para hacerlo llegar en cada ocasión al compañero en mejor situación, controlando los rebotes en las dos zonas, minimizando las pérdidas de balón y consiguiendo que los relevos de unos jugadores por otros no afectaran al juego del conjunto.

Pero, sobre todo, defendiendo. Fuertes atrás, pasando los bloqueos, saltando en las ayudas, robando balones, forzando una y otra vez los errores del rival. En pocas palabras: bajando en culo para defender.

Cada uno en su papel, interpretando la partitura diseñada por Perasovic. Los jugadores en pista controlando el partido y jugando casi a placer, destacando por encima de todos Justin Doellman (impresionante una vez más el Capitán América con 26 puntos, que junto a los 28 del primer partido lo convirtieron en el MVP de la final). El resto de la plantilla junto a los técnicos, utilleros y cuerpo médico (Pablo permanentemente por delante de la vaya publicitaria, como queriendo entrar en pista en cualquier momento) animando y jaleando constantemente las acciones de los compañeros. Y detrás del banquillo, en las primeras filas de la grada, un buen puñado de valientes que con ganas, mucho esfuerzo y cinco horas de avión se plantaron en Kazan para dejarse las gargantas disfrutando con su equipo.




Cultura del esfuerzo. Ese es el lema que lucen los jugadores del Valencia Basket desde que Juan Roig, propietario y alma mater del club, decidió plasmar en las camisetas de su equipo la máxima que tan buen resultado le ha dado en la vida, tanto a nivel personal como profesional. En un momento decisivo optó por dejar de ingresar una buena cantidad de euros por publicitar una determinada marca comercial y decidió crear la suya propia, la "marca blanca" con la que ha conquistado Europa por tercera vez.

Baloncesto: defensa, equipo, esfuerzo. Palabras mágicas que ayer nos hicieron llegar a lo más alto a nivel europeo y que con toda seguridad nos permitirán, dentro de unas semanas, optar a todo en los play off de la Liga ACB.