jueves, 22 de agosto de 2019

Rotonda

- ¡Vamos! Que se nos está haciendo tarde.
Le gustaba salir de temprano. Empezar sus vacaciones con un madrugón no le suponía ningún esfuerzo. Estaba habituado a hacerlo cada día para ir a trabajar, así que era prácticamente lo mismo salvo que esta vez no lo hacía para pasarse ocho horas de cara al ordenador en aquella sala de control, sino para comenzar sus dos semanas anuales en la playa.
El equipaje estaba preparado desde la noche anterior, así que mientras los niños terminaban de desayunar y su esposa echaba un último vistazo de reconocimiento a la casa -luces apagadas, electrodomésticos desconectados, cortadas las llaves de paso del agua y del gas, tendedero a la vista en el balcón (con un par de trapos para despistar a posibles amigos de lo ajeno) y persianas a medio bajar- se dispuso a completar su particular tetris anual en el maletero del coche.

Tres viajes hubo de hacer al garaje, pero al fin consiguió encajar todos los bultos. Nivel completado; ya podía pasar al siguiente.

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Que contenta estaba con su compra. Había conseguido ahorrar un poco de aquí y otro de allá, y en apenas unas semanas había reunido lo suficiente para comprarse un patinete eléctrico. Le daban miedo las motos (nunca se atrevería a conducir una) pero los escasos 30 kilómetros por hora que alcanzaba con aquel vehículo le hacían sentirse bien. El viento en la cara, la mochila en la espalda y la sensación de que, en la medida de sus posibilidades, estaba haciendo algo para no empeorar la salud del planeta.
El aire fresco de la mañana le recordó que debería haberse comprado también unos guantes -si en pleno agosto se le helaban las manos, cómo sería la cosa en invierno-, pero pensó que con lo que  se estaba ahorrando en bonobuses pronto se los podría comprar. Y un casco también, que no estaba dispuesta a llegar todos los días al trabajo con aquellos pelos de loca.

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"A doscientos metros gire a la derecha".

Ya estaba llegando. Esperaba poder aparcar cerca de la casa. De lo que ya no estaba tan seguro era de encontrar algún bar abierto a esas horas, pero necesitaba su dosis de cafeína antes de empezar la jornada. Después descargaría la furgoneta y subiría los sacos de cemento.
Cuarto piso, pero con ascensor, le había dicho Anselmo. Menos mal, había pensado él.



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El conductor desconectó la sirena, pero mantuvo encendidas las luces. Pese a ser grande como una ballena (y rojo como un guiri en Benidorm) no estaba de más señalizar su posición para evitar que algún otro vehículo se les uniera en aquella metálica montonera mañanera.
-"Joder. Que puta masacre"- avisó Toni mientras cerraba la puerta y se levantaba la visera del casco.
-"Mira que eres bestia, Ramírez"- contestó el jefe. "Con un poquito más de educación podrías llegar a ser un bombero cojonudo".

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Hierros retorcidos, cristales rotos. Charcos de sangre y de aceite de motor. Cuerpos esparcidos por la carretera y algunos tenues quejidos que avisaban de posibles supervivientes.
El destino los había unido aquella mañana de agosto.

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Daniel levantó el pie del acelerador a la vez que pulsaba el botón de las luces de emergencia. Alguien que había madrugado más que ellos había empezado el día de la peor manera posible; la joven del patinete se subió con él a la acera y sin desviar la vista del frente pasó lo más rápido que pudo y desapareció antes que la angustia le impidiera continuar en pie; el albañil se detuvo detrás de un coche cargado de niños, maletas y ganas de vacaciones. Él se quedaría sin café, pero alguien se estaba perdiendo su primer día de playa.

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-"Gutiérrez, llama a la base. Que anulen lo de las ambulancias y que manden un camión. Y la pala más grande que tengan. Y que avisen a los del Seprona. Ellos sabrán qué hacer con los pobres cochinillos que todavía se mueven".



 

miércoles, 8 de mayo de 2019

¡Gracias, David!

Hoy se despide un Grande.
Iba a ser ayer, pero no. Parece que será hoy. Veremos. Porque cualquiera que lo conozca mínimamente sabrá ya a estas alturas que no va a dar ni una bola por perdida y que, tal vez, quiera despedirse a lo grande llegando... hasta el fin de semana.

DAVID FERRER ERN

Un montón de años en la élite mundial del tenis, llegando a estar 3º del ranking de la ATP.


27 títulos en torneos ATP.
Finalista en Roland Garros 2013.
Semifinalista en Australia 2011 y 2013.
Semifinalista del Open USA 2007 y 2012.
Cuartofinalista en Wimbledon 2012 y 2013.
4º clasificado en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

CAMPEÓN DE LA COPA DAVIS 2008, 2009 y 2011.


Casi nada al aparato.

La eterna cinta en el pelo; la toalla entre los dientes. El revés cortado envenenado; la derecha invertida marca de la casa.
Uno de los mejores restadores, capaz de llegar a bolas imposibles. 
Un estupendo tenista. Un magnífico competidor. ¡Cuánto se te va a echar de menos!


GRÀCIES, FERRU!

!

miércoles, 3 de abril de 2019

Conversación

Me permito denominarla así porque, llamadme antiguo pero para mi, las entrevistas (del tipo que sean, y sobre todo cuando se hacen a algún político) son las que hacen los periodistas. Lo demás no dejan de ser conversaciones, diálogos, tertulias... espectáculos más o menos mediáticos a los que se presta el invitado (que no entrevistado) solo cuando y donde le interesa, luciendo su cara más amable y sabiendo que ofreciendo una imagen jovial, alegre y distendida puede conseguir más réditos que ciñéndose a su supuesto ámbito político.

Pero en todo caso de sus respuestas se deduce mucho. Ante prácticamente cualquier pregunta uno puede quedar en evidencia. Y es lo que le sucedió a P.Casado anoche. Fue "a divertirse al hormiguero" y quedó retratado.

Y lo hizo desde el inicio, porque nada más llegar soltó la primera perla: "Les he prometido (a sus hijos) que les compro un perro si gano el concurso". Vale que los niños sean pequeños, y lo del concurso una forma adecuada para explicarles qué son unas elecciones y en qué consiste una campaña electoral. Pero lo de "comprar"...

Poco después afirmó que "en estos dos meses (sic) he recorrido 52 provincias". Se supone que de España. El dato puede ser correcto, aunque suena más bien a que alguien le ha dicho que ese es el número de provincias del estado (sin contar las dos ciudades autónomas, por supuesto) y que ha aprovechado el momento para demostrar que se lo sabe. Porque ¿has visitado todas las provincias? ¿Las has recorrido? Vamos hombre. Dudo mucho que así sea. Pero, en todo caso, habrá visitado alguna de sus ciudades o pueblos, pero de ahí a "recorrer toda la provincia"... Ni Willy Fog, vamos.

Pero vayamos a cuestiones de más enjundia. Tardó unos minutos pero era inevitable: salió el tema catalán. Y a las primeras de cambio volvió el tono jovial. Tocaba hacerse el guay, el enrollao, el bueno con (casi) todo y (casi) todos. "Yo amo profundamente a Cataluña" espetó. Y se quedó tan ancho.
A ver, Pablito, que no cuela. Que tampoco hace falta eso. Uno ama a quien sea y a lo que sea, pero nadie ama a todos y a todo. Y por encima de todo no se miente. Que no se trata de amar ni de profundidades, se trata de respeto. De comprensión y de intentar ponerse en el lugar del otro. No hay que amar a Cataluña, hay que convivir, respetar e intentar comprender a TODOS los territorios que conforman la nación. Cada uno con sus peculiaridades que, en definitiva, es lo que enriquece al conjunto.

Y siguiendo con el tema se le interpeló sobre, dado que él es abogado (presuntamente), si estaría dispuesto a defender a Junqueras en un juicio. "Hombre. Supongo que un abogado de oficio puede rechazarlo. No lo sé. Es que yo del turno de oficio no se mucho". Ante semejante respuesta solo se me ocurre una palabra: bravo. Bueno, y otra más: vergüenza.

De economía se habló muy poco. Generalidades. Solo "sus" verdades. Que va todo fatal; que hay más paro que cuando ellos gobernaban (¿?), que es todo un desastre y que la solución es bajar los impuestos para generar empleo.
Estupendo, candidato. Suprimamos unos cuantos impuestos, bajemos los demás (una bajada del 40% del IRPF llegó a proponer. Así, a pelo. Sin anestesia ni nada) y así tenemos hecho los presupuestos en media hora. Se ingresa poco pero no se gasta. Fin de la ecuación. Nos cargamos la sanidad (lo que queda de ella), la educación, los servicios sociales... y cada uno con su dinero que haga lo que quiera. O lo que pueda. El que lo tenga.

En fin. Y en un arrebato de originalidad se le pregunta por si tiene pistola en casa. Y la respuesta es inmediata. Como si lo estuviera esperando. Como si se lo hubieran avisado. "En mi casa las únicas pistolas son las de mi hijo". Plas, plas, plas. Bien dicho, campeón. El niño con pistolas (y algún balón, supongo) que eso es de machotes; y la niña con sus cosas de niña: a sus cocinitas y sus vestiditos de princesa. ¡Quetiomasranciopordió!

Y hasta aquí el pretendidamente breve resumen. Supongo que habría más perlas por el estilo, pero confieso que no fui capaz de ver el programa entero. Con esto ya tuve más que suficiente.




miércoles, 20 de junio de 2018

"La arquitectura de los sueños"


La arquitectura de los sueños.
Guía de lectura y escritura.

Autora: Mayte Esteban


1ª edición: mayo de 2017
Leído en formato digital
130 páginas.






LA AUTORA

Nacida en Guadalajara (España) y licenciada en Geografía e Historia, Mayte Esteban es una destacada autora de literatura romántica, intimista y fantástica. Cuenta en su haber con varios premios de relato breve, así como el RNR a la mejor novela sentimental en 2013, además de ser finalista en el Premio Internacional HQÑ. Está incluida en la lista de los mejores autores españoles de literatura fantástica por su bilogía del Medallón de la magia.



Otras obras de la autora son: La arena del reloj (2011), Su chico de alquiler (2011), El medallón de la magia: Amanda (2012), Detrás del cristal (2013), Brianda: el origen del medallón (2014), La chica de las fotos (2015) y Entre puntos suspensivos (2017).



SINOPSIS

Escribir es dar forma a los sueños, es transformarse en arquitecto de una historia, encajando todos los elementos que la componen para que otros la disfruten. Escribir es sentir con palabras escritas.

Esta guía no pretende enseñar fórmulas mágicas para llegar a ser un escritor de éxito, sino pasear, de forma amena, por todas las decisiones que va tomando el autor en la construcción de una buena obra literaria. 

De manera clara y breve, a base de preguntas muy concretas, ofrece un acercamiento al proceso de creación. Un recordatorio para quienes lo conocen y una manera de entender de otro modo la escritura para los demás.





OPINIÓN PERSONAL


Mayte Esteban ha escrito un libro muy interesante, un manual sumamente didáctico, en el que repasa, de manera detallada pero sin perderse en ningún momento en divagaciones tan rimbombantes como estériles, todo lo que tiene que ver con el fenómeno de la escritura. 

Pero que nadie se asuste. Porque, en efecto, nos encontramos ante un manual orientado a aquellos que estén dando sus primeros pasos en el mundo de la escritura, a quienes sin duda resultará tan útil, como ameno e interesante. 

"Escribir una novela no tiene como objetivo sentarse detrás de una mesa a presentarla a un público entregado. No es ganar dinero ni hacerte famoso. Escribir una novela es justo eso: escribir. Disfrutar del momento de creación de la misma".



Pero no olvidemos el subtítulo del libro: "Guía de lectura y escritura". Y esta es la parte que a mi más me ha interesado, porque como lector curioso que soy con este libro he aprendido a fijarme en algunos aspectos que generalmente se nos pasan desapercibidos cuando enfrentamos alguna lectura. 

"Al lector no le hace falta saberlo todo, solo quiere hacerse una idea, más o menos, de cómo son las cosas. Él solo añadirá lo que falte, porque una de las miles de facetas mágicas del proceso narrativo es que lo completa la visión de alguien ajeno totalmente a la obra y al autor: el lector".



Darnos cuenta de cuál es la estructura de la historia que estamos leyendo, cómo está construida y por qué su autor ha decidido que sea esa y no cualquier otra; valorar como un buen arranque es fundamental para captar desde un primer momento la atención del lector (incluso para decidirnos o no a leer un libro en concreto); saber qué tipos de narrador existen y cuál es el más apropiado en función de lo que se quiera contar; valorar el estilo en su justa medida, siendo conscientes de que nada debe faltar ni sobrar -huyamos tanto de autores tramposos, que resuelven tramas enrevesadas sacándose de la manga en el último momento cualquier artificio para dar por concluida la historia, como de aquellos que se pierden en descripciones, tanto de ambientes como de personajes, totalmente innecesarias y que no aportan a la historia nada más que algunas decenas (o centenares, según los casos) de páginas totalmente prescindibles-.

La construcción de personajes y su deseable desarrollo a lo largo de la historia, los tipos de narrador, la planificación de la escritura, la veracidad y la verosimilitud, la importancia de mostrar más que contar, los diálogos, las descripciones tanto de personajes como de ambientes, las principales figuras literarias... todos estos aspectos aborda la autora a lo largo de este libro, y todos los repasa de manera sumamente didáctica, con algunos toques de humor que resultan muy convenientes y con un conocimiento de la materia que queda demostrado en cada una de sus páginas.

"Los buenos personajes tienen emociones y, además, las despiertan en los lectores".



CONCLUSIÓN.

Un libro de consulta interesante y ameno, para leer y releer, indispensable en cualquier biblioteca. Un libro que nos ayudará a disfrutar todavía más de las historias que están por llegar y cuya lectura recomiendo tanto a escritores más o menos noveles (aunque a alguno que otro ya "consagrado" tampoco le iría nada mal) como, sobre todo, a cualquiera de nosotros, lectores de a pie, que quiera aprender a disfrutar un poco más de cualquier libro que caiga en sus manos. 






martes, 15 de mayo de 2018

Normalidad



El pasado mes de febrero el Tribunal Supremo confirmó la condena de tres años y medio de cárcel que la Audiencia Nacional impuso hace un año al rapero Valtonyc por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias graves a la Corona y amenazas. 
Ayer se hizo público que la Audiencia Nacional ha dado diez días de plazo al cantante para su ingreso en prisión, como consecuencia de la no admisión a trámite por el Tribunal Constitucional del recurso de amparo presentado. 

Tres años y medio de cárcel por unas canciones. Podemos opinar acerca del mal gusto (o no) de sus letras. Incluso de que resulten ofensivas para según que castos oídos, pero de ahí a que sean constitutivas de un delito penal y tengan como consecuencia la prisión para su autor parece, cuando menos, exagerado.




También ayer, y casi a la misma hora, los distintos medios se hacían eco de las barbaridades que soltó por su boca el otro día el "periodista" Jiménez (Losantos). Las entrecomillo porque, aunque parezca increíble, fueron así, tal cual, literalmente: “Por supuesto que los podemos bombardear (a los catalanes). Otra cosa es que la basura de Gobierno que tengamos no sea capaz de demostrar que claro que hay aviones para bombardear”.
Y continuaba: “Otra cosa es que la casta política prefiere que se destruya España antes de utilizar legítimamente la fuerza. Otra cosa es que la banda de cobardes que tenemos no sea capaz de hacerlo, pero naturalmente que España tiene fuerza para responder a un golpe de fuerza. España tiene 70.000 policías, 90.000 guardias civiles y 50.000 soldados que pueden tomar Barcelona, tu casa, el despacho de cocomocho”.


Pues nada. Debe ser que esto sí es Libertad de Expresión. Y que ni ofende a nadie ni constituye ninguna amenaza -ni nada por el estilo- para varios millones de ciudadanos. ¡Dónde va a parar! Es mucho más peligroso lo que canta un rapero (que por conocido que sea en determinados ambientes no deja de ser minoritario) que las salvajadas que suelta a través de las ondas un locutor con importantes audiencias.


Claro que con un ministro de ¿justicia? como el que tenemos (porque hasta la fecha ni ha dimitido ni emepuntoRajoy ha movido su presidencial mano para firmar su cese) nada, por grave que parezca, nos resulta ya extraño. Acostumbrados como estamos a que las barbaridades se sucedan unas a otras a velocidad de vértigo. A la misma, más o menos, a la que se desplaza el que "anda deprisa".