viernes, 20 de abril de 2018

Oído por ahí

(Resumen de algunas "perlas" de la semana).


- Manuel Chaves, en el juicio de los EREs: "Yo no sabía cómo se daban las ayudas".
Pues sería por caridad, oiga usted. Las ayudas se dan por caridad. ¿O era por calidad? ¿O por cantidad?


- Un compañero (¿...?) veterano dirigiéndose a una persona recién llegada al trabajo: "Que mala suerte hemos tenido contigo".
¡Que majete el colega! Sin duda el más indicado para dar la bienvenida.


- "No me veo capacitada para hacer tu trabajo. A partir de ahora evita hablar conmigo. Ya nos conocemos".
Una pobre persona (pese al puesto que inmerecidamente ocupa) y más cortita que las mangas de un chaleco, dirigiéndose a quien le da mil vueltas en el curro. Y que, además, es su subordinada.


- La todavía presidenta, que ni dimite ni la dimiten: "Renuncio al máster".
Vaya, hombre. Que desilusión. ¡Con las ganas que tenía yo de ver a la Cifu jugando al tenis!


- Y terminamos donde empezamos. "...aunque ahora sé más cosas que en aquel momento".
Bien, Manolo Chaves, bien. Nunca es tarde.


(De Mariano y sus sentencias, si eso, ya hablamos otro día).

miércoles, 14 de marzo de 2018

Pi


El 14 de marzo se conmemora, desde hace 30 años, el día de Pi. Ese número de decimales (por ahora) infinitos y al que casi todos conocemos como 3,14. O como mucho 3,14159...



Y es que al representar las fechas en inglés -y al contrario de como lo hacemos nosotros- se coloca primero el mes y después el día. Así lo que para nosotros es 14 del 3 para los anglosajones es 3/14. De ahí que hoy sea el día de Pi.




Caprichos del destino (o no) tal día como hoy de hace 139 años nacía Albert Einstein. El 14 de marzo de 1879. El 3/14.

La misma fecha en la que nacieron el astronauta Pedro Duque (1963) y el añorado Félix Rodríguez de la Fuente (1928).


Y hoy ha sido también el día en que nos ha dejado una de las mentes más brillantes del género humano. Stephen Hawking ha fallecido el 14 de marzo. De nuevo el 3/14.


Casualidades.


lunes, 26 de febrero de 2018

"Flor seca"


Autora: Graziella Moreno



Policíaca, Negra, Suspense.   
EDITORIAL ALREVÉS, S.L.
1ª edición: marzo de 2017
ISBN: 9788416328949
Tapa blanda
289 páginas.





BIOGRAFÍA

Graziella Moreno Graupera (Barcelona, 1965) es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona. Trabaja en la Administración de Justicia desde 1991, y en 2002 ingresó en la carrera judicial. Tras pasar por diferentes destinos actualmente es juez en un juzgado penal de Barcelona.





Hasta el momento ha publicado tres libros: "Juegos de maldad" (2015) mención especial del jurado en el festival Cubelles Noir, "El bosque de los inocentes" (2016) y "Flor seca" (2017).



SINOPSIS

El descubrimiento del cadáver de una mujer cubierto con pétalos de lavanda y la cara destrozada por una brutal paliza será el detonante que sacará a la luz un caso de corrupción en el Cuerpo de Policía Nacional.

Sofía, la juez que deberá encargarse del caso, está cada vez más deseosa de dar un paso adelante en su vida profesional y personal, pero esta investigación junto a los Mossos d'Esquadra le inculcará muchas dudas, incluso sobre su amigo Rivas, el policía nacional al que se le encarga una misión muy especial a fin de averiguar quién mueve los hilos de la trama corrupta, y que lo llevará al límite.

Toda investigación conlleva dificultades, pero para Anna y Víctor, dos jóvenes mossos d'esquadra, esta será un particular rompecabezas difícil de resolver y no exento de peligros; cuando distintos cuerpos sospechan unos de otros, surgen muchos recelos.

Planeando sobre todos ellos, la sombra de los que se aprovechan de las debilidades humanas para conseguir dinero y poder. Nadie está a salvo, todo el mundo tiene un precio y este es, a menudo, demasiado alto.



COMENTARIO


Un cuerpo destrozado, una vida violentamente arrebatada, constituye el arranque de la historia. Asistimos a una investigación policial en la que se da la paradoja de que mucho antes incluso de tener siquiera la certeza de a quién pertenece el cuerpo de la mujer asesinada prácticamente todo el mundo da por hecho quién ha sido el asesino.

Todo apunta a una historia más, tristemente de permanente actualidad en nuestra sociedad actual. Un caso de violencia de género, un asesinato machista llevado a cabo en la intimidad del hogar familiar. Pero, además, perpetrado... por un policía.

Y esto es lo que lo hace, si cabe, más terrible todavía. Porque cuando "los buenos" se pasan al bando de "los malos" (y de eso hay bastante en este libro) constituye un duro golpe en la línea de flotación de nuestra sociedad, y cada vez queda menos lugar para la esperanza.
Policías sospechosos, policías detenidos. Unos por asesinato; otros que se corrompen, en ocasiones por minucias (unos cuantos billetes por un pequeño favor; unas entradas de fútbol o una botella de marca por mirar hacia otro lado...)

No son conscientes, pero ya han caído. Cuando se muerde el anzuelo que los malvados han lanzado, aunque solo sea una vez, ya nunca se podrá estar seguro de ser independientes. Se ha caído en sus redes. Una debilidad, una pequeña cantidad o algún lujo disfrazado de necesidad y ya no hay marcha atrás.


En este mundo de sobornos y palizas, de asesinos, cadáveres y autopsias, de delincuentes de tres al cuarto y mafiosos de alto postín es en el que se mueve la pareja de personajes protagonistas de la historia: Enda Rivas, un inspector de policía para el que el trabajo es su vida, sin atender ni al reloj ni al calendario. Y Sofía Valle, la juez que no quiere verse superada por esta vorágine y que antes de caer en ese abismo pretende dar un cambio a su situación laboral, para poder tener algo de vida más allá del trabajo.

Los acompañan en este viaje un nutrido grupo de personajes, todos ellos también aparentemente "normales" y perfectamente creíbles. Asensio, Suárez, Jaime Rodrigo, Romero. Los mossos Ana Milà y Vìctor. Daniel, Andrés Rincón, Lupe. Gloria, Inger Biehl. Darya y Emil (Puerto). Todos tienen su importancia a lo largo de la trama y algunos de ellos merecerían, por si mismos, poder independizarse de esta historia y contarnos la suya propia.


En apenas diez días se desarrolla toda la trama. Asistimos a la investigación de un asesinato desde la aparición del cadáver hasta que finalmente se resuelve el caso. Y en paralelo a otra investigación de "manzanas podridas" en el cuerpo de policía. La casualidad hará que ambos casos estén relacionados, y la habilidad de la autora los irá entrelazando de manera (aparentemente) sencilla pero magistral.


La casualidad une ambos casos, y la casualidad será el móvil para su resolución. (No daremos más explicaciones para no estropear el desenlace a quienes todavía no hayan leído el libro).

La ambición y los celos; la debilidad humana y la superioridad supuestamente "divina"; el amor y la fragilidad ante las tentaciones que nos rodean. En definitiva: la delgada línea que nos separa, a cada paso que damos, de mantenernos en donde debemos o caer fatalmente en el abismo.

 "Siempre hay una salida... Antes que venderse al diablo, lo que sea. Siempre hay un camino. El diablo lo llevamos dentro, dormido, encerrado en una prisión de la que esperamos que no pueda salir. Hecha de piedra maciza, de barrotes estrechos y de silencio. Pero a veces encuentra una grieta por la que colarse y entonces... Te va arañando el corazón, poco a poco, no tiene prisa. La verdad es que tiene todo el tiempo del mundo. Hasta que te hace una herida y entonces ya no hay nada que hacer porque no cicatriza nunca. De eso se encarga el diablo". Pág. 272-273.



En ese punto se mueven los personajes, y así nos lo cuenta Graziella Moreno. en un libro ameno, bien escrito, que avanza de forma ágil hasta unas escenas finales realmente trepidantes, y que se disfruta de principio a fin.



Historias duras que se ven en ocasiones suavizadas -más en la primera parte del libro que en el resto- con algunos toques de humor (las acertadísimas apariciones de Lupe, la curiosa anécdota del forense...), o con comentarios de temas tan actuales como la violencia de género, críticas a los recortes de todo tipo, al turismo desaforado que convierte las ciudades en decorados para visitas relámpago donde fotografiar sin apenas disfrutar de lo que se ve, incluso algún que otro guiño a la actualidad futbolística.



Un cadáver que se convertirá en dos. Un asesino no culpable, aunque ni mucho menos inocente. Todo en un policíaco muy bien resuelto. Una historia de policías mucho mejor escrita que muchas otras "historias de policías" leídas con anterioridad. 


¿Continuará la relación de Enda y Sofía? ¿Sabremos algo más del hombre de gris y Darya? En cualquier caso seguiremos leyendo a Graziella Moreno. No hay más preguntas, señoría.









miércoles, 31 de enero de 2018

Juegos infantiles




- Deja que me acerque. Desde aquí no veo nada.



Los niños estaban entretenidos. Les gustaba aquel lugar, estar allí jugando en la arena, observando aquellos animalitos tan pequeños. Seres diminutos en continuo movimiento, aparentemente tan frágiles e indefensos pero en realidad rápidos y trabajadores. Parecía que siempre tenían algo que hacer y actuaban como si su vida fuera, únicamente, moverse sin parar.



- Venga. Aparta un poquito. Jo, como eres el mayor...



- ¡Pero si hay sitio de sobra! Mira, mira como corren.



- Sí. Son muy rápidos. Para lo pequeñitos que son corren mucho.



Aquel era su lugar ideal. Pasaban mucho tiempo observando a las hormiguitas, admirados de la laboriosidad de aquellos bichitos tan ágiles.



- Fíjate. Ese transporta algo casi tan grande como él, y al lado hay otro que no hace nada.



- Sí que hace. Aunque no te lo parezca cada uno tiene su tarea. Se reparten el trabajo y colaboran entre ellos. Mientras unos transportan cosas, otros se encargan de la comida y los más rápidos vigilan para avisar si aparece algún peligro.



- ¿Llevar comida has dicho? ¿Y la reparten?



- Claro tonto, como hacen papá y mamá con nosotros. Alguien se tiene que encargar de llevar comida a las crías. Si no qué comerían?



- Hala. ¿Y también tienen casas?



- Pues claro. En algún sitio tienen que dormir. Descansar de su duro trabajo y protegerse de la lluvia y del frío.



- Pues yo no las veo.



- Sí. Mira. Esos agujeritos son las entradas.



- ¿En serio? ¿Y viven debajo de la tierra?



- No siempre. Unos viven en galerías excavadas bajo el suelo, pero otros prefieren vivir en estructuras más altas y así tener mejores vistas de todo el terreno.



- Y viven ahí, todos amontonados?



- No hombre. Viven en grupos pequeños, como en familias, pero rodeados de otros grupos parecidos. Juntos consiguen la fuerza y la seguridad que por ellos mismos no tienen.



- Ah. Eso sí que lo sé. Se llaman colmenas.



- No. ¡Qué dices! Las colmenas son donde viven las abejas. Es que no sabes nada. Además estos bichitos no vuelan. Bueno, alguno me parece que si.



- Hala. ¡Si hay de varios colores! Y unos son más grandes que otros.



- Pues claro. No iban a ser todos iguales. Unos son claros y otros más oscuros; hay bichitos chico y bichitos chica y además adultos y crías. Aunque las crías son más difíciles de ver porque suelen estar escondidas y pasan casi todo el tiempo durmiendo, como tú.



- No es verdad. Yo no soy ningún bebé. Yo soy casi mayor.



- Si, claro. Muy mayor. Jajaja



- Es que son tan pequeñitos… Si quisiera podría aplastarlos solo con un dedo.



- Anda, que no se te ocurre nada bueno.



- ¿Y si soplo? Ffff. Mira, mira. Salen volando.



- No seas malo, hombre. Ellos no te han hecho nada para que los trates así- dijo mientras le recriminaba su acción y alejaba a su hermano de un grupo de asustados animalitos que, pasado el vendaval, volvían a agruparse entorno al tronco que transportaban.









- Ares, Hefesto, ¿dónde estáis?



- Aquí, mamá. Jugando con los bichitos.



- Venga niños, ya vale por hoy. Manos limpias y a comer- dijo Hera cuando llegó donde estaban sus hijos. Y dejad de molestar a los pobres humanos. Que ellos solos ya se bastan para buscarse problemas.