martes, 21 de marzo de 2023

Los cuerpos extraños

Lorenzo Silva

Editorial Destino

Año de publicación: 2014

352 páginas



Cuando alguien te regala un libro te lo tienes que leer, independientemente de que el género, el estilo, la temática o el autor sean más o menos de tu gusto.

Y eso es lo que hice con la séptima entrega de la serie protagonizada por la más famosa pareja de la Guardia Civil, el brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro.


En esta ocasión, otra más, Vila y su equipo se encargarán de la investigación de un asesinato violento. La víctima es la alcaldesa de una localidad de la costa mediterránea, y desde muy pronto queda claro que la venganza, el dinero y la corrupción política están detrás del crimen.



La historia está narrada en primera persona por el propio Vila. En ella abundan los diálogos, lo que (afortunadamente) ayuda a hacer algo más entretenida la historia. Porque la trama por si sola no avanza ni para atrás.



En ocasiones las abundantes digresiones del brigada Vila (supuestamente “chispeantes” en alguna sinopsis) a mi me han resultado excesivamente largas y fuera de lugar. Salpimentadas con referencias a Spinoza y Jung entre otros, eso sí. Muy culto todo.

Además en ellas se utiliza un lenguaje muy poco natural y bastante sobrecargado (por no decir cercano a la pedantería). Entre sentar cátedra y repartir moralejas sociales. Filosofía de chusquero leído.


Mi leal escudero, reminiscencia de mi juventud ya ida y báculo de mi madurez…” Vila, página 63.


Las guardias, de barbilla para abajo, no existen”. Vila, página 251.



Los personajes me han parecido bastante planos. Tal vez el hecho de que el libro forme parte de una (interminable) saga hace innecesaria aquí su excesiva caracterización, pero leído como libro independiente quedan bastante huecos, y es el lector quien ha de intuir o suponer más cosas de las que quizá debería.



Ya me pasó algo parecido hace un tiempo, cuando El lejano país de los estanques me pareció un libro entretenido sin más, que se lee con facilidad, con una trama simple y demasiado sencilla en la que predominan las casualidades y con una resolución repentina y algo precipitada.



Pues ahora me ha pasado más de lo mismo. 

Por una casualidad (y a la vez, de la forma más simple posible) se consigue dar con la resolución del caso. Eso sí, tras enredar innecesariamente la historia con personajes y subtramas que nada aportan. Además de añadir un buen número de páginas al libro, eso sí.



En aquella ocasión decía que no me había disgustado del todo, y que le daría una segunda oportunidad al autor y a sus personajes. Ahora puedo afirmar que, con lo mucho y bueno que hay por ahí para leer, me parece que no volveré a caer en otra historia de estos picoletos.



Pero claro, esto no deja de ser más que una opinión (y de alguien sin excesivo criterio, además), pero me reafirmo en que para mi Lorenzo Silva es uno de los autores más sobrevalorados de la literatura actual.

O que no está hecha la miel para la boca del asno, que también podría ser.


Mi ascenso (…) se debía a la antigüedad, que permite que incluso los individuos más negligentes y menos aventajados acabemos labrándonos una posición en la vida”. Vila, página 334.

Pues eso.





lunes, 27 de febrero de 2023

La hija del sepulturero

Joyce Carol Oates
 
Título original: The gravedigger's daugheter
Año de publicación: 2007

Traducción de José Luis López Muñoz 
Leído en libro digital
Editorial Alfaguara. 688 páginas.

 


¿Es posible huir del pasado? ¿Podemos dar esquinazo al destino? ¿Pueden la necesidad, el carácter y la perseverancia esquivar constantemente la violencia y conseguir salir más o menos indemnes? 

Rebeca Schwart, Rebeca Tignor, Hazel Jones, Hazel Gallagher. Cuatro mujeres y una misma vida.

Desde su nacimiento en el barco en el que su familia llegaba a Estados Unidos huyendo de una muerte segura en la Alemania nazi, pasando por una trágica y violenta desgracia familiar. 

“Ante tus enemigos es tan prudente ocultar tu inteligencia como esconder tus debilidades”. Página 161.

De ciudad en ciudad, de trabajo en trabajo. 
Con la única compañía de su hijo y de unos pocos enseres que configuran toda su vida. 
Con el miedo y la amenaza constante de ser descubierta, y con la única esperanza depositada en intentar que su hijo tenga una vida mejor que la suya. 
O algo a lo que se pueda llegar a llamar vida. 

Un narrador en tercera persona, utilizando continuos saltos en el tiempo, nos va explicando cómo en ocasiones el pasado marca el presente y condiciona el futuro. 

Una novela dura, sobre la violencia y la lucha para salir de ella. La cruel realidad de la vida frente al destino que puede (o no) ser cambiado.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Todo va a mejorar



TODO VA A MEJORAR

Almudena Grandes

Editorial Tusquets

1ª edición: 11 de octubre 2022

512 páginas


 

Acostumbrados como estamos a reseñas que comienzan con algo parecido a “mi última lectura…” o “el último libro que he leído de…”, he de advertir que en esta ocasión mi último libro leído coincide con su último libro publicado.


Y que además ambas afirmaciones, en este caso, son definitivas. Porque ya no podremos leer nada nuevo de esta autora, ni ella (desgraciadamente) podrá escribir nada más.



A Almudena Grandes la pandemia primero y después la enfermedad le golpearon mientras andaba preparando “Mariano en el Bidasoa”, el que había de ser el último libro de sus Episodios de una Guerra Interminable. Serie que, desgraciadamente, quedará por siempre inconclusa.


Visto lo que se nos venía encima en aquella extraña primavera decidió aparcar temporalmente ese proyecto para inventar esta historia, puro reflejo de la realidad que estaba viviendo.

Y que por más irreal que pareciera, a golpe de confinamientos y mascarillas obligatorias, y con las salvas de aplausos vespertinos como fondo musical, fue creando el relato de lo que fue; de lo que pudo haber sido o…



Nos encontramos en este “Todo va a mejorar” ante una narración en tercera persona y como son todas las obras de esta autora, escrita con la concisión de un estilo limpio, realista, alejado de cualquier tipo de virtuosismo o de florituras estéticas que interrumpan de la narración.



512 páginas divididas en 7 capítulos, los seis primeros elaborados de su puño y letra por la propia autora y el último escrito por su inseparable Luis García Montero, siguiendo las instrucciones que a tal efecto le transmitió la propia Almudena, y con el final de la historia imaginado por la autora.



Se trata de una novela coral, por la que desfilan varias decenas de personajes. Retratados todos ellos por los diálogos y las acciones que llevan a cabo más que por innecesarias descripciones del narrador externo que nos emborronen la lectura.


Una historia distópica, en la línea (salvando todas las distancias posibles) del 1984 de Orwell o de el cuento de la criada de Margaret Atwood, (incluso de la más cercana Redención de Fernando Gamboa), en la que un exitoso empresario, aprovechando el miedo instaurado en la sociedad tras varias y sucesivas (supuestas) pandemias y las severas restricciones que como consecuencia se aplican a la sociedad, decide montar un partido político (Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya! se llamará el engendro) para dirigir el país con mano firme, como si de una más de sus flamantes empresas se tratara.


La ambición y las ansias ilimitadas de poder, apoyadas en la mentira y la falta de libertad, actuarán hasta instaurar un régimen de supuesta seguridad y felicidad social.



Por suerte, un variopinto grupo de rebeldes inconformistas son la única esperanza de cambio.

Se autodenominan “el monte”. Tal vez un homenaje de la autora, otro más, a aquellos guerrilleros que en el siglo pasado, y en el anterior, a pesar de todas las dificultades continuaron luchando para combatir las injusticias, las desigualdades y los abusos del dictador de turno.


Unos “disidentes”, casualmente (o no) en su mayoría mujeres, que constituirán el germen de un movimiento gracias al cual Todo va a mejorar.



Almudena Grandes no pudo ver publicada su obra. Ni conocer el final “real” de la historia que imaginó. Pero todavía tuvo fuerzas para realizar su último homenaje a la rebeldía, a la justicia y a la libertad.. Y un aviso para navegantes.



Esperemos que, ahora también, la realidad supere a la ficción. Y que lo haga para bien.




En todo caso y una vez más, fue un placer leerle, señora Grandes.




martes, 24 de agosto de 2021

Catedrales





Alfaguara, 2020
Edición digital: marzo de 2020




BIOGRAFÍA

Claudia Piñeiro (Burzaco, provincia de Buenos Aires, 10 de abril de 1960) es una periodista y escritora argentina.

Es también guionista, escritora de cuentos y autora de obras teatrales.

Entre sus novelas destacan "El secreto de las rubias" (1991) finalista del premio la Sonrisa Vertical, "Tuya" (2005) finalista del Premio Planeta Argentina 2003, "Las viudas de los jueves" (2005) Premio Clarín de Novela, "Elena lo sabe" (2006), "Las grietas de Jara" (2009) Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010, "Betibú" (2011), "Una suerte pequeña" (2015) y "Las maldiciones" (2017).

Además obtuvo el premio Pepe Carvalho de novela negra 2018.

Con su último libro "Catedrales" ha obtenido el premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón en 2021 y el Best Novel de Valencia Negra 2021.



SINOPSIS

Hace treinta años, en un terreno baldío de un barrio tranquilo de Buenos Aires, apareció descuartizado y quemado el cadáver de una adolescente. 

La investigación se cerró sin culpables y su familia -de clase media, educada, formal y católica- silenciosamente se fue resquebrajando. 

Pero, pasado ese largo tiempo, la verdad oculta saldrá a la luz gracias al persistente amor del padre de la víctima.

Esa verdad mostrará con crudeza lo que se esconde detrás de las apariencias; la crueldad a la que pueden llevar la obediencia y el fanatismo religioso; la complicidad de los temerosos e indiferentes, y también, la soledad y el desvalimiento de quienes se animan a seguir su propio camino, ignorando mandatos heredados.



COMENTARIO

Empecemos por el final. Por el final del libro, que no de la historia. Pero tranquilidad, que no voy a destripar nada del argumento.

En las últimas páginas y dentro del apartado de Agradecimientos la autora menciona, entre otros, a Carlos Zanón. Y me resulta curioso porque a mí el libro, tanto la historia que cuenta como la forma en que lo hace, me ha recordado a otro Carlos ilustre. En concreto a Carlos Bassas del Rey y su fantástica “Soledad”. Lectura que, por cierto, disfruté el verano pasado, más o menos por estas mismas fechas.

El dramatismo de los hechos y su crudeza, la preponderancia de los personajes femeninos, la muerte de una joven, o de una niña, como arranque de la historia y lo fantásticamente escritos que están ambos libros hacen que la memoria me lleve del uno al otro.


Desde el punto de vista formal, esta novela presenta una estructura bastante original. Nos encontramos ante una historia fragmentada, contada por aquellos que la vivieron y que la conocen bien y sin intervención de ningún narrador externo a la misma. Algunos hablan de primera mano, como actores principales; otros por suposiciones… Incluso hay quien no puede recordar y quien ni siquiera desearía hacerlo.

Podríamos decir que todos los personajes son “principales”. Excepto, curiosamente, el que constituye el eje central de la historia. Ana. Esa jovencita de 17 años que apareció muerta, descuartizada y parcialmente calcinada hace ya 30 años. Y de la que nunca se supo qué le pasó, ni quién le hizo lo que le hizo, ni por qué.


En esta novela coral los personajes van apareciendo progresivamente (cada capítulo lleva el nombre de uno de ellos) para contarnos, siempre en primera persona, su visión de los hechos. O la parte que saben de lo que pasó. O lo que creen saber. O lo que sospechan que pasó.

A modo de confesión (policial, no religiosa), o casi como un relato periodístico (en algo recuerda también al estilo de Svetlana Alexievich en sus “Voces de Chernóbil”), los personajes nos cuentan lo que saben. Lo que vieron. Lo que hicieron.

Que en algunos casos es muy poco; en otros bastante más de lo recomendable, e incluso hay quien afirma estar convencido de que ya nunca llegará a saber lo que ocurrió, y que ni tan solo desea imaginárselo.

Porque como dice uno de los personajes (quizá este sí, el único secundario de entre todos los del elenco) Creemos que nuestro objetivo es saber la verdad, pero en realidad nos aferramos a nuestra verdad”.

Vamos conociendo la historia a través de lo que nos cuentan los personajes, y aunque podemos intuir hacia donde van las cosas, no es hasta el último capítulo (como mandan los cánones) cuando obtenemos la confirmación y conocemos de primera mano TODO lo que pasó.


Y es en ese punto donde la autora se luce de verdad, pariendo un personaje que es la pura encarnación del mal. Del tipo de maldad más peligroso que pueda existir.

Porque cuando alguien actúa siendo perfectamente consciente de sus actos, y tanto tiempo después es capaz de rememorarlos con esa frialdad y naturalidad…

La idea nunca fue cortar su cuerpo; pero llovía, entonces no quedó otro remedio”.

Ana, al matar a un inocente, estableció el precio que estaba dispuesta a pagar a cambio”.


No se entrevé en ella el más mínimo rastro de duda, ni de remordimiento, ni de compasión. Ni mucho menos de arrepentimiento.

Ni conciencia, ni hostias. Se hace lo que se tiene que hacer. Total luego uno se confiesa y tema resuelto.


Y es que la temática religiosa sobrevuela a lo largo de toda la obra, como ave de rapiña dispuesta a devorar a sus presas a la más mínima ocasión.

La más conservadora, retrógrada y repugnante de las visiones de la religión (con perdón de las redundancias).

Lo hace desde el mismo título del libro hasta la curiosa visión que de la fe, la religión y sus creencias tienen dos de los personajes principales de la historia, que no del libro.


La religión no ya como justificación, sino como salvoconducto.

Porque no es la religión la responsable (como tampoco lo es el alcohol, las drogas, los celos o cualquier otra cosa) sino quienes la retuercen y la exprimen con la finalidad de utilizarla como eximente ante cualquier salvajada que puedan cometer.

Pero no como justificación de unos hechos tan execrables. Es todavía peor: como infantil coartada tras haber cometido cualquier barbaridad. “Dios ya me ha perdonado. Nada me puede pasar”.

Así la más vil atrocidad queda no ya justificada, sino permitida e incluso alentada dentro de esa tenebrosa mentalidad. Puedo hacer lo que sea, por grave que sea. Luego me confieso, dios (por medio del cura cómplice de turno) me perdona, se establece la penitencia y tema solucionado.


Y la familia…

¿Qué podemos decir de todos y cada uno de los miembros de la saga Sardá?

Engaños, celos, traiciones. Desesperación y abandono.

Y algunas huidas que se convierten en felices reencuentros dentro de la amargura general.


En esta historia apenas encontramos descripciones de los personajes. Ni físicas, ni psicológicas, ni de ningún otro tipo. Ni falta que hacen.

Ni siquiera los conoceremos por las opiniones que generan en los demás. Más allá, eso sí, de las que nos vayamos formando nosotros mismos durante la lectura.

Los personajes se definen por lo que dicen y, sobre todo, por lo que hacen. O por lo que declaran que hicieron, por mejor decir.

La autora sigue a rajatabla aquel conocido axioma que afirma que para describir a un personaje no es preciso (ni siquiera recomendable) contarnos cómo es. Ni tampoco hacer que nos lo diga otro personaje. Basta con dejarle actuar, que nos cuente lo que hace (o hizo), el cómo y el por qué. Y así nos quedará perfectamente retratado.



Tampoco encontraremos en todo el libro apenas descripciones de lugares, ni de ambientes, ni de nada. Tan solo la palabra y los hechos. La inocencia y la maldad. El ser humano, con sus grandezas y sobre todo con sus miserias, en toda su magnitud.

Nada más. Ni nada menos.


Se trata, en fin, de una novela densa y dura. Triste pero espectacular.

Una lectura que nos hace contener el aliento y que perdura, en el estómago y en la cabeza, aún bastante tiempo después de finalizada.

Un pelotazo de los buenos.


Visitemos las “Catedrales” de la mano de Claudia Piñeiro. Otra autora más que añadir a la lista de imprescindibles.


lunes, 2 de septiembre de 2019

Redención



Autor: Fernando Gamboa


SUMA Editorial
Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.
1ª edición: junio de 2019
ISBN: 9788491293811

Tapa blanda
93 capítulos. 654 páginas.






EL AUTOR

Fernando Gamboa (Barcelona, 1970) ha dedicado buena parte de su vida adulta a viajar por África, Asia y Latinoamérica, y ha vivido en diversos países llevando a cabo todo tipo de trabajos.

Desde la publicación de su primer libro es uno de los autores de más éxito en las plataformas digitales.

Actualmente se dedica en exclusiva a la escritura, además de viajar por el mundo en busca de nuevas historias y escenarios para sus siguientes libros.





"La última cripta" (2007) fue su primera novela publicada. A ella le siguieron "Guinea" (2008), "Ciudad negra" (2013), "Capitán Riley" (2014), "Tierra de nadie" (2015) y "Tinieblas" (2016). "Redención" (2019) es su último libro.



SINOPSIS

Barcelona, 17 de agosto de 2017; La Rambla es un hervidero de gente. Puestos de flores, helados, murmullos en diferentes idiomas, parejas con niños pequeños. avanzar en esa marabunta humana parece imposible. Sin embargo, una furgoneta blanca irrumpe en el paseo con un único objetivo: matar. Sin piedad. A cuantos más mejor.

A pocos metros de allí, en medio de la confusión, los gritos, el caos, Nuria Badal comprende que podía haber evitado ese atentado y, aún sin ser consciente de ello, toma una decisión que cambiará no solo su vida, sino el futuro de todo un país. Quizá para siempre.




OPINIÓN PERSONAL


Vértigo. Esa es la sensación que me inundó al terminar de leer este libro. Y no solo por el ritmo que el autor sabe imprimir en el incesante carrusel de situaciones que se van desarrollando a lo largo de la trama, que también.

Fernando Gamboa es un experto en esto de contar historias. A estas alturas lo tiene más que demostrado a través de un buen puñado de libros en los que constantemente somete a sus personajes -y a nosotros con ellos- a situaciones que muchas veces desbordan lo imaginable pero que, por muy inverosímiles que nos parezcan, en determinados ámbitos y bajo las adecuadas circunstancias puede que estén teniendo lugar ahora mismo y no demasiado lejos de nuestras cómodas vidas.

En esta ocasión el autor abandona los que suelen ser los escenarios habituales de sus historias, sustituyendo los lugares exóticos y las frondosas selvas que esconden misterios ancestrales  por la tecnología, occidente y el asfalto de la gran ciudad.

¿Literatura de aventuras, de evasión? Así es. Pero a la vez nada más alejado de la realidad.
En "Redención" nos encontramos ante un verdadero thriller de acción. Una historia en la que se desarrolla, aunque de una manera muy peculiar, una complicada investigación policial. Para ello contamos con un personaje central (la cabo de los mossos d'esquadra Nuria Badal) quien con sus escasos y esporádicos (aunque valiosísimos) colaboradores se enfrenta a un caso realmente importante y complejo, que supera con creces cualquier otro de los que ha enfrentado en su vida profesional.

La sucesión de capítulos cortos -brevísimos algunos de ellos- y unos diálogos chispeantes nos hacen volar a través de la historia que se nos está contando. Avanzamos y mientras creemos desenredar unos nudos vemos como se van formando otros cada vez más difíciles de superar, y nos vamos dando cuenta, también como Nuria, de que estamos ante algo más. Ante mucho más.

Porque es este un libro que permite (necesita e incluso creo que pretende) varios niveles de lectura. Se puede leer como una historia policíaca, con el desarrollo de una investigación en la que, como casi siempre, el tiempo es un factor que juega en contra. Pero también se puede leer como un libro de aventuras, pues son muchas y de diversa índole las que tienen que enfrentar los personajes a lo largo de esta función. Incluso se le podría colgar, por motivos más que evidentes, la etiqueta de distopia más o menos cercana en el tiempo. Y ahí es donde el autor definitivamente nos gana como lectores y consigue que un estremecimiento recorra nuestra espalda.

La realidad supera a la ficción y por enrevesado que parezca lo que estamos leyendo no podemos dejar de estremecernos ante lo que (esperemos equivocarnos) se nos viene encima. Y es que... no hay peor ciego que el que no quiere ver.


Una ciudad conocida, Barcelona, en un futuro que es ya literalmente mañana mismo, es el decorado elegido que nos ocupa. Con sus hoteles de lujo y sus naves abandonadas; sus barrios elitistas salpicados de espléndidas mansiones cerca de otros apenas "construidos" con unas pocas planchas metálicas, cartones y restos de obra que difícilmente se podrían calificar como viviendas; que inaugura majestuosos edificios religiosos mientras permite chabolas, mafias y miserias a unas pocas calles de distancia. Con vehículos autónomos y taxis sin conductor que circulan sorteando hordas de sudorosos turistas. Que soporta lluvias torrenciales pero es incapaz de garantizar el agua potable a sus ciudadanos. Repleta de cámaras de reconocimiento facial que no pueden distinguir a nadie entre una masa de túnicas blancas. Armas de última generación y populismo xenófobo. Fanatismo religioso y ansias desmusuradas de poder. Un desempleo que supera el cuarenta por cien y las libertades individuales limitadas a su mínima expresión. Ese es el panorama que se nos presenta.

"Al final, la película le gustó tanto que se quedó hasta los créditos, sorprendiéndose al descubrir  que estaba basada en un libro escrito hacía casi veinte años. Preguntándose cómo era posible que un simple escritor anticipara un futuro en el que el nivel de todos los mares se elevase más de un metro tras el súbito deshielo de Groenlandia, pero que ni la ONU, ni el FMI, ni ninguna otra organización mundial hubieran hecho nada al respecto. ¿Por qué solo dieron el volantazo cuando ya nos habíamos salido de la curva y nos caíamos sin remedio por el precipicio?". Pag. 87-88.


Y en cuanto a los personajes que la habitan... Aquí el narrador -recordemos no confundir autor con narrador, aunque...- se despacha a gusto con unos cuantos de ellos. Policías (ni todos buenos ni todos malos), políticos (...), terroristas internacionales, mafiosos y matones de distinto pelaje y condición son quienes la ocupan por tierra, mar y aire. Alrededor, gente corriente que intenta hacer su vida sin plantearse nada más allá del día a día.


Mención especial merecen los nombres propios utilizados por el autor, tanto de lugares como de personajes, y que en más de una ocasión terminan por caracterizar por si solos a sus poseedores. No voy a desvelar ningún secreto, podéis continuar leyendo tranquilamente. Pero es que algunos de ellos resultan sumamente curiosos y más que acertados: desde el del barrio en el conviven y malviven miles de inmigrantes venidos de las otras orillas de nuestro Mediterráneo, a los de unos cuantos de los protagonistas quienes, aún resultando ya de por si claramente reconocibles en el texto, llevan para su vergüenza en las iniciales de sus nombres el estigma de sus negras pretensiones. No digo más. Descubridlo vosotros mismos.

"- ¿Y tú? ¿A qué le tienes miedo?
- A la ignorancia, supongo. La que lleva a algunas personas a odiar por miedo a lo diferente. Y también a la cobardía. La de los que, aun viendo que algo está mal, miran y callan.
-¿Y por eso te rodeas de libros? ¿Para combatir la ignorancia?
- No, para combatirla no. Esa es una batalla perdida. Los libros son para consolarme y convencerme de que, a la larga, la ignorancia siempre termina siendo derrotada. Roma volverá a arder hagamos lo que hagamos, los hombres somos así. Pero los libros nos ayudarán a reconstruirla". Pag. 261.


Qué más puedo añadir. Ah, sí. Que me ha gustado mucho Redención. Tanto la historia que cuenta como la forma en que lo hace; la construcción de personajes y el ritmo de la narración; la crudeza de las escuetas descripciones, los continuos juegos de palabras que jalonan el texto, y las pequeñas notas de humor que, aunque escasas, resultan sumamente acertadas.


Si lo tomamos como un libro de aventuras es un perfecto entretenimiento para unas cuantas horas de lectura; si lo hacemos como un policíaco disfrutaremos del desarrollo de toda una investigación, con sus avances y retrocesos, hasta sus últimas consecuencias. Pero si vamos un poco más allá... ahí es donde al lector se le concede la iniciativa e indefectiblemente tendrá que decidir si ha leído una historia con un bonito final...



... o si le invade la desesperanza más absoluta en la convicción de que hagamos lo que hagamos no somos más que marionetas al albur de quienes, inexorablemente, mueven los hilos y lo seguirán haciendo pase lo que pase.


"La partida había tocado a su fin y él, Olmedo y quien fuera que le daba órdenes habían ganado. Así habían sido siempre las cosas y así seguirían siendo; los poderosos saliéndose con la suya, manipulando a pobres idiotas como ella para lograr sus fines, lanzándola a la basura una vez lograban lo que querían". Pág. 581.



Porque el libro tiene un doble final. Haciendo un símil cinematográfico terminaremos diciendo que conviene no levantarse del asiento hasta que terminen los títulos de crédito. En este caso hasta leer la última página. O unas horas después.


Violencia.
Ignorancia.
Redención.