viernes, 27 de mayo de 2016

"Voces de Chernóbil"


Autora: Svetlana Alexievich

Título original: Tchernobylskaia Molitva
Traducción: Ricardo San Vicente

Ensayo.   
Editorial De Bolsillo
1ª edición: enero de 2015
406 páginas.








BIOGRAFÍA

Nacida en Stanislav (actual Ivano-Frankivsk), localidad de la Ucrania Soviética en 1948, Svetlana Alexándrovna Alexiévich es una afamada periodista, escritora y ensayista bielorrusa.

Estudió periodismo en la Universidad de Minsk y colaboró con la revista local Neman donde publicó sus primeros ensayos, cuentos y reportajes.

Su obra es una crónica personal de la historia de los hombres y mujeres soviéticos y postsoviéticos, a los que entrevistó para sus narraciones durante los momentos más dramáticos de la historia de su país, como la II Guerra Mundial, la Guerra de Afganistán, la caída de la Unión Soviética y el accidente de Chernóbil. 





Enfrentada al régimen autoritario y a la censura de su país, tuvo que abandonar Bielorrusia en el año 2000. Sus libros han sido publicados en casi todos los países europeos, además de Estados Unidos, China, Vietnam e India, y traducidos a una veintena de idiomas. Pese a todo, algunos de ellos (como es el caso de este Voces de Chernóbil) todavía está prohibido en Bielorrusia.

Es autora de  La guerra no tiene rostro de mujer (1985), Los últimos testigos. Cien relatos nada infantiles (1985), Los chicos de zinc (1989), Voces de Chernóbil (1997) y El fin del homo soviéticus (2013).



Entre los numerosos reconocimientos internacionales que ha obtenido destacan el Premio Herder en 1999, el Premio de la Crítica de Estados Unidos en 2006, el Premio de la Paz de los libreros alemanes (2013) y el Premio Nobel de Literatura en 2015.



SINOPSIS


"Este libro no trata sobre Chernóbil, sino sobre el mundo de Chernóbil. Yo me dedico a lo que he denominado la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y su tiempo. Escribo y recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. Intento captar la vida cotidiana del alma. La vida de lo ordinario en unas gentes corrientes. Aquí, en cambio, todo es extraordinario". Con estas palabras explica la propia autora cuál es el argumento del libro. Página 44.



COMENTARIO

Hace unas semanas me tropecé por casualidad con este Voces de Chernóbil durante una de mis habituales visitas a la biblioteca.

En un principio me llamó la atención la estupenda portada del libro: la imagen impactante; el contraste de la alambrada con la noria; el color gris (más bien el blanco sucio) tanto del cielo como de la nieve; la sensación de soledad y de abandono que transmite; y la frase que acompaña al título Crónica del futuro

Además el nombre de la autora -pese a que no había leído nada suyo- me sonaba vagamente, en relación con algún premio literario. Busqué la biografía en la solapa  y resultó que se trataba de la última ganadora del Premio Nobel de Literatura. Motivo más que suficiente como para llevármelo a casa.

Y me alegro de haberlo hecho.


Antes que nada he de decir que no se trata de un libro convencional. Más bien al contrario, ya que la autora reconoce no haber intervenido en su escritura, más allá de transcribir las informaciones que iba recibiendo, sin añadir ni omitir nada y manteniéndose siempre al margen, como un mero espectador de las conversaciones.

Y es que el libro no es más (ni menos) que la sucesión de una serie de monólogos en los que un buen número de supervivientes de la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil nos cuentan cómo vivieron el acontecimiento: cómo eran sus vidas antes de aquel nefasto 26 de abril de 1986; cómo vivieron las horas y los días posteriores al "accidente" y en qué se convirtieron sus vidas después de aquello.




Alexievich es uno de los máximos exponentes de un nuevo género literario -denominado novela-evidencia o novela colectiva- en la que, al estilo del antiguo coro griego, los distintos personajes van ofreciendo sus testimonios de manera individual y sin ninguna intromisión exterior. Directamente del personaje al lector. Ni siquiera existen preguntas a las que responder. Cada cual cuenta lo que quiere contar y de la manera que mejor le parezca, consiguiéndose así una mayor empatía por parte del lector que consigue llegar a la esencia humana de los acontecimientos sin ningún tipo de intermediario.



Militares movilizados desde el primer momento; campesinos obligados a abandonar temporalmente sus casas y sus tierras llevando consigo poco más que lo puesto, y a las que por supuesto nunca pudieron volver; habitantes de otros pueblos cercanos que nadie sabe por qué no fueron evacuados y continuaron viviendo en la zona, autoridades locales desbordadas por los acontecimientos mientras la propaganda soviética hacía su trabajo, soldados enviados al matadero con la misión de "apagar el incendio", profesores que no saben cómo explicar a sus alumnos lo que está pasando, médicos que no saben (ni pueden, ni tienen medios) cómo paliar los efectos del desastre... Todos ellos personajes reales, con nombres y apellidos, que con sus relatos van conformando el collage que constituye este libro.

"Chernóbil saltó por los aires alimentado por una conciencia que no estaba preparada para algo semejante, pero que tenía una fe absoluta en la técnica. Y, por añadidura, no se daba ninguna información. Montones de papeles con el sello de ultrasecreto". Zoya Danílovna Bruk, inspectora del Servicio para la Protección de la Naturaleza. Página 285.




Pese a que el tono general, como no podría ser de otro modo, es a menudo triste y en ocasiones dramático, resultada curiosa y alentadora la presencia del humor en muchas partes del libro, o lo que es lo mismo, en muchos de los relatos allí contados. Pese a todo lo que les ocurre, a la muerte y las enfermedades que los rodean, al engaño al que en muchas ocasiones fueron sometidos, a la desesperación, la rabia y la impotencia ante los acontecimientos que nos cuentan, los relatos se ven aderezados en numerosas ocasiones con anécdotas graciosas e incluso por chistes que cuentan las mismas personas que fueron, son y serán víctimas de aquel drama.

Quizás porque el humor sea, junto a la negación, una de las pocas respuestas que estas gentes encontraron para poder sobrellevar situaciones tan dramáticas. Unos optaron por una; otros por la contraria. 

"Mandan un robot estadounidense al tejado, trabaja cinco minutos y va y se para. El robot japonés también trabaja nueve minutos y se para. En cambio, el robot ruso se pone a trabajar y está dos horas. Y en eso que se oye por la radio ¡Soldado Ivanov, puede bajar para un descanso!"  Alexandr Kudriagvin, liquidador. Página 320.




Voces de Chernóbil es uno de los pocos libros de la autora que ha sido traducido al castellano (y a una veintena más de idiomas) pero, curiosamente, a día de hoy continúa estando prohibido en Bielorrusia.

Un libro estupendo, esclarecedor y estremecedor a partes iguales, y totalmente recomendable, del que destaco un par de frases que a mi entender lo resumen a la perfección y que deberían ser motivo de reflexión por parte de todos nosotros. Tanto para quienes hayan leido el libro como para los que todavía no lo han hecho.



"Para algunos, Chernóbil es una metáfora. Un símbolo. En cambio, para nosotros es nuestra vida. Simplemente la vida".  Nadezhda Afanásievna Burakova, habitante del poblado Jóiniki. Página 324.

"Yo creo en la historia..., en el juicio de la historia.. Chernóbil no ha terminado, tan solo acaba de empezar". Página 366.



* Reseñas pendientes:


El balcón en invierno, de Luis Landero.
La tristeza del samurái, de Víctor del Árbol.
La mujer loca, de Juan José Millás.


martes, 17 de mayo de 2016

"Ofrenda a la tormenta"



Autora: Dolores Redondo


Novela negra.   
Ediciones Destino, S.A.
1ª edición: noviembre de 2014
3ª reimpresión: diciembre de 2014
546 páginas.








BIOGRAFÍA

Nacida en San Sebastián en 1969, Dolores Redondo estudió Derecho y Restauración, y comenzó en la literatura escribiendo relatos cortos y cuentos infantiles. En 2009 publicó su primera novela Los privilegios del ángel. 

A principios de 2013 apareció El guardián invisible, primero de los libros que componen la Trilogía del Baztán. A finales de ese mismo año publicó Legado en los huesos y ya en 2014 Ofrenda a la tormenta, con el que concluía la serie. Desde su inicio la trilogía se ha convertido en todo un fenómeno de ventas, habiendo sido traducida a más de 15 idiomas y vendidos sus derechos para llevarla a la gran pantalla.




SINOPSIS


Ha pasado ya un mes desde que la inspectora de la Policía Foral recuperó a su hijo y pudo detener a Berasategui. Pero a pesar de que tanto la Guardia Civil como el juez Markina dan por muerta a Rosario, Amaia siente que no está libre de peligro, un desasosiego que solo Jonan comprende. 

La muerte súbita de una niña en Elizondo resulta sospechosa: el bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro que indican que ha habido presión digital, y además, su padre intenta llevarse el cadáver. La bisabuela de la pequeña sostiene que la tragedia es obra de "Inguma", el demonio que inmoviliza a los durmientes, se bebe su aliento y les arrebata la vida durante el sueño.

Pero serán los análisis forenses del doctor San Martín los que convencen a Amaia Salazar para investigar otras muertes de bebés, que pronto revelarán un rastro inaudito en el valle. Berasategui muere, entonces, inexplicablemente en su celda, lo que despliega una trepidante investigación que llevará a Amaia al auténtico origen de los sucesos que han asolado el valle de Baztán.

Y mientras, desde el bosque, una impresionante tormenta llega para sepultar la verdad más demoledora.



COMENTARIO

Tercer y último capítulo de la Trilogía del Baztán, y el que a mi más me ha gustado de los tres. Más de mil quinientas páginas de intriga, asesinatos, notas mitológicas, investigaciones policiales y pequeñas pinceladas del pasado de algunos de los protagonistas que van conformando lo que a la postre nos llevará a la conclusión de la historia.



Pese a tratarse de la continuación de la misma narración, con la que muchos nos hemos convertido en seguidores de la inspectora Salazar y en admiradores de los paisajes del valle del Baztán por los que transita la acción, he de decir que mi valoración ha mejorado con respecto a los dos libros anteriores. Si el primero me resultó algo repetitivo, con pasajes totalmente prescindibles y artificialmente extensos, y el segundo un poco más de lo mismo -con largas descripciones de aspectos poco importantes para la acción-, este tercero me ha parecido algo diferente. Y sin duda mucho mejor. 

"...los lobos no comen ovejas porque sí; podrían comer conejos, zorros o ratas. Comen ovejas porque les gusta su carne, su miedo y sus balidos aterrados." Página 491.


No se si por voluntad propia o porque la historia y los personajes la han llevado por ese camino, pero lo cierto es que en esta ocasión la autora se centra más en la trama principal, dejando con ello de distraer al lector con personajes, situaciones y descripciones que poco tienen que aportar a la historia. Cierto es que en ocasiones aparece alguna pincelada discordante, pero que no afecta al desarrollo de la acción. Y eso se reconoce y se agradece.

Cáscaras de nuez


Permanece, eso si, como uno de los personajes destacados a lo largo de toda la narración el clima siempre húmedo de la zona. Con días lluviosos o cuanto menos de cielo encapotado y amenazante que contribuye a enmarcar la acción en un ambiente triste, lúgubre y por momentos angustioso.


Infernuko Errota (el Molino del Infierno)




"El miedo no se va, no desaparece, solo se retira unos pasos atrás hasta un lugar húmedo y oscuro, y se queda ahí, esperando, reducido a poco más que un pequeño LED rojo que puedes ver aunque no quieras, aunque lo niegues, porque de otra forma no se puede vivir".  Página 78.




Desde el punto de vista de los personajes y en cuanto al peso de cada uno de ellos en la trama general, me parece que la historia continua un tanto desequilibrada. Y es que algunos personajes resultan totalmente prescindibles en la trama y sin embargo van apareciendo y desapareciendo a lo largo de toda la narración; por contra echamos de menos a otros que sin duda enriquecerían la historia si gozaran de mayor presencia a lo largo de la trilogía. 

Sería el caso de la tía Engrasi, entrañable y misteriosa a partes iguales. Personaje con múltiples aristas y que pese a sus numerosas apariciones a lo largo de los tres libros, esconde mucho más de lo que cuenta, y cuya vida daría por sí sola para un libro entero.
O del enigmático Dupree, el agente del FBI con el que Amaia mantiene una extraña relación telefónica -confiándose mutuamente secretos e inseguridades-, pero del que sabemos tan poco que en ocasiones llegamos a dudar si su existencia es real o tan solo se trata de una ensoñación más de la atormentada inspectora.


Por el contrario otros personajes (no daré más datos para no estropearle el final a quien no haya leído el libro) irrumpen en la acción con una brusquedad injustificada, en situaciones bastantes forzadas y poniendo en guardia al lector sobre los motivos de tanta precipitación. Esa sensación se verá confirmada al llegar al final del libro, con una conclusión que a mi me pareció precipitada, algo forzada y bastante previsible. Y es que después de tantas páginas leídas (y de tanto tiempo empleado en la lectura) llegamos a un final decepcionante, que no consigue sorprender al lector porque se intuye claramente desde bastantes páginas antes.


Anguloa Uniflora



Como conclusión diré que la Trilogía del Baztán me ha resultado una lectura interesante, en la que sin duda queda patente la ardua labor de preparación e investigación llevaba a cabo por la autora en muy variados y diversos ámbitos, pero que tal vez se alarga en demasía perdiéndose por el camino en los espectaculares paisajes del valle. 
Quizás dos libros hubieran sido suficientes (y unos cientos de páginas menos) para la historia que al final se nos cuenta. En muchas ocasiones menos es más, y creo que este es un buen ejemplo de ello.





* Reseñas pendientes:

Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexievich.
El balcón en invierno, de Luis Landero.
La tristeza del samurái, de Víctor del Árbol.
La mujer loca, de Juan José Millás.

viernes, 6 de mayo de 2016

"El lejano país de los estanques"

Autor: Lorenzo Silva


Novela policíaca.   
Ediciones Destino, S.A. (1998)
1ª edición libro electrónico: febrero 2011

286 páginas (aprox).









BIOGRAFÍA

Nacido en Madrid en 1966, Lorenzo Silva es un escritor español conocido especialmente por sus novelas policíacas protagonizadas por la pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.

Estudió Derecho y ejerció como abogado de empresa de 1992 a 2002.


Es autor de numerosos relatos, artículos y ensayos literarios, además de un buen número de novelas que le han valido el reconocimiento internacional.  Entre ellas destacan La flaqueza del bolchevique (1997) con la que fue finalista del Premio Nadal, El lejano país de los estanques (1998), El alquimista impaciente (2000) con la que conquistó el Premio Nadal, La marca del meridiano (2012) Premio Planeta, Los cuerpos extraños (2014) y Música para feos (2015).

Como dato curioso cabe destacar que en el año 2010 fue distinguido con el nombramiento de Guardia Civil Honorario por su contribución a la imagen de dicho cuerpo.




SINOPSIS


El cuerpo desnudo de una joven austriaca pende atado de las manos en un chalet mallorquín. Ni los signos de violencia, ni la pestilencia de una muerte estival ocultan su inquietante belleza. En el revólver hallado en la basura abundan las huellas de una sesentona suiza de fama libertina, pero la vida turbia de la joven, Eva Heydrich -un ser irresistible consagrado tanto al placer como a la destrucción-, sugiere que la sencillez del crimen es tan solo la punta de un iceberg.

En Madrid, la Guardia Civil confía el caso al experimentado sargento Rubén Bevilacqua (o "Vila" para sus compañeros), ex-psicólogo desempleado para quien Jung era solo un aficionado y a la inexperta agente Virginia Chamorro, cuya eficacia policíaca será puesta a prueba por primera vez.

De incógnito entre nudistas teutones, turistas desenfrenados y mafiosos locales, Bevilacqua y Chamorro se adentrarán en el reverso oscuro de una apacible urbanización mallorquina tratando de desentrañar los últimos días de la joven asesinada.

Con esta novela Lorenzo Silva da inicio a las andanzas policiales de una atípica pareja de guardias de la Benemérita.




COMENTARIO

Primera novela de la serie protagonizada por esta pareja de guardia civiles formada por Bevilacqua y Chamorro, quienes a lo largo de las dos últimas décadas nos han acompañado con asesinatos, investigaciones y vicisitudes varias através de los nueve libros en los que aparecen. Hasta el momento, porque parece que la serie continuará al menos por un tiempo.

Se trata de una novela no demasiado larga, entretenida y que se lee con facilidad. Y en la que se mantiene el interés de la trama hasta el final de la historia. Todo ello contado en primer persona por uno de los personajes principales: el propio sargento Bevilacqua (Vila para los amigos).

En cuanto a la trama de la historia, que se desarrolla en una sola línea temporal, tengo que decir que en ocasiones resulta algo simple y demasiado sencilla. A lo largo de toda la investigación la pareja protagonista se va encontrando con demasiadas facilidades. Y es que (sin desvelar nada de la trama) todo aquel con quien se tropiezan no solo resulta tener información que aportar a cerca de la persona asesinada o de su amiga, sino que no tiene el más mínimo reparo en compartirla con ellos siendo, como son, unos auténticos desconocidos.
Por ejemplo: los guardias van a una discoteca, conocen a unas chicas y estas, a los cinco minutos ya les están contando una bronca que tuvieron allí mismo; en la playa contactan con un grupo de bañistas (nudistas para más señas) quienes tras dos minutos de charla no tienen el más mínimo reparo en contarles la vida y milagros de la pareja en cuestión. 

Como decía, todo resulta demasiado "fácil". Y a la vez artificial. Los acontecimientos se van sucediendo, todo se les pone de cara y sin apenas ningún esfuerzo van avazado en la investigación. Sobre todo teniendo en cuenta que los investigadores van de incógnito: fingen ser una pareja de vacaciones en la isla y nadie sabe que son guardias civiles investigando un caso de asesinato.


Otro aspecto importante es la relación que se establece entre los dos protagonistas, tan diferentes el uno de la otra y que, quizás por eso mismo, consiguen llevarse tan bien: el veterano y la novata, el hombre y la mujer, la que respeta las normas y el que sabe que en ocasiones saltarse alguna es el único camino para poder hacer su trabajo. Esa es para mi la clave del libro, ya que los personajes están muy por encima de la historia en la que se encuentran.
 
"Los dos somos suboficiales, o sea, la columna vertebral del Ejército. ¿Nunca has pensado dónde acaba la columna vertebral?  Vila a Chamorro, en el capítulo 4.


El irónico sargento nos regala algunas frases en las que deja patente su sarcasmo y unas buenas dotes de mala leche.

"Cuando un crimen es tan simple, tan espontáneo y tan lógicamente innecesario, todas las técnicas deductivas giran en el vacío. Hace falta un poli con olfato sobrenatural, pero esos están todos muy ocupados rodando telefilmes en New York". Vila, en el capítulo 2.


Aunque también hace algunas reflexiones, digamos más serias, cargadas de rebeldía y de verdad.

"Cuando un hombre tiene que abusar de la mentira para cumplir con su deber puede estar seguro de que anda equivocado de verdad o de deber". Vila, en el capítulo 4.




En definitiva El lejano país de los estanques me ha resultado un libro entretenido, pero del que esperaba mucho más. Tal vez los personajes hayan ido mejorando con el paso del tiempo y los sucesivos casos en los que han aparecido, pero la sensación que me queda del libro es que se trata de una historia bastante simple, en la que predominan las casualidades y que se resuelve de manera repentina y algo precipitada.

De todos modos le daré otra oportunidad al autor.





* Reseñas pendientes:
Ofrenda a la tormenta, de Dolores Redondo.
Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexievich.
El balcón en invierno, de Luis Landero.
La tristeza del samurái, de Víctor del Árbol.
La mujer loca, de Juan José Millás.

                       


lunes, 25 de abril de 2016

Otro día de oficina


Tras los amplios ventanales en cuyos cristales se reflejaba el frío de la mañana, contemplaba, aún a medio despertar, los cercanos edificios de la ciudad todavía dormida. Apenas había amanecido. La humedad del exterior, por contraste con la temperatura del recinto, perlaba la superficie del cristal de gotas heladas y transparentes, en el momento en que se encendieron todas las luces. Comenzaba el movimiento; el día se desperezaba.

Llevaba ya varios años en la oficina y se podría decir que se encontraba a gusto allí. Había visto pasar a un buen número de compañeros, ya que en aquel departamento el movimiento era continuo. Cierto es que había algunos históricos que estaban en el despacho casi desde el primer día, como si un poderoso imán les impidiera abandonar el lugar, pero la mayoría de los compañeros no permanecía allí más que una breve temporada: llegaban, hacían su trabajo y desaparecían, y en muchos casos no se volvía a saber nada más de ellos. Pero su caso era distinto. Llevaba bastante tiempo allí, ya era uno de los veteranos, y no tenía ningún motivo para pensar en un cambio de trabajo.

Se había adaptado perfectamente a aquel ambiente, a pesar de que las condiciones no eran las más idóneas al encontrarse en un espacio reducido, casi apiñados entre aquellas cuatro paredes que constituían todo su mundo. Tal vez por ello no era del todo inhabitual que surgieran ciertos roces entre los compañeros, como consecuencia de la aglomeración en la que se encontraban. Incluso en alguna ocasión se había producido algún pequeño enganchón -en el que llegaron a saltar chispas-, resuelto rápidamente por las hábiles manos del encargado.

Aunque no todo era tensión. También eran conocidos los casos de compañeros que poco a poco se habían ido acercando, intimando su relación para finalmente acabar enrollándose. Y así continuaban, juntos y ajenos a los maliciosos comentarios de los demás.

Poco a poco toda la maquinaria se puso en funcionamiento. Comenzaron a sonar los teléfonos; se escuchaba el rítmico golpeteo de manos tecleando en sus ordenadores mientras las impresoras escupían los primeros papeles del día ahogando, con el sonido de sus rodillos, alguna susurrada conversación. Todo parecía normal. Un día más, una fecha cualquiera que arrancar en el calendario y del que no quedaría nada digno de destacar.

Pero de pronto algo cambió, rompiendo la monotonía habitual. Tuvo una extraña sensación, como si su trabajado cuerpo perdiera repentinamente la consistencia, como si por un instante la fuerza de la gravedad dejara de actuar en él.

Le dio la sensación de que el cielo se le venía encima, y sintió un calor como no recordaba haber sentido nunca. Se vio obligado a cerrar los ojos ante una luz cegadora que inundaba la estancia. Aquello no era normal, se dijo. No sabía lo que le estaba pasando, pero no le gustaba nada. No se encontraba bien. Estaba nervioso y asustado.


Entonces escuchó algo. Un leve rumor, apenas perceptible, que en principio no supo de dónde venía pero que poco a poco le llegaba con mayor nitidez. Aquel antiguo sindicalista, de la rama del metal, ateo y descreído como pocos, se sorprendió a si mismo al comprobar que lo que escuchaba era su propia voz... ¿rezando?

En aquel momento tuvo consciencia de lo que sucedía, aunque no se lo podía creer. Unos dedos enormes lo atenazaban, impidiéndole cualquier movimiento, y lo estaban alejando, no sabía si para siempre, de los que hasta ese momento habían sido su familia.

El vuelo fue corto, de apenas unos segundos, aunque en su pequeña escala le pareció que duraba una eternidad, desplazándolo a bastante distancia de su lugar de origen.

Aterrizó suavemente, sin estridencias. Se encontró posado sobre un montón de papeles -en el círculo luminoso proyectado por un desvencijado flexo-, sujetándose a ellos para no perder el equilibrio y poder así recobrar mínimamente el resuello y la estabilidad.

En ese preciso instante fue consciente de su nueva situación. Su estatus había cambiado. Ahora él era el jefe; el que estaba al mando; el encargado de mantener el orden entre los demás. Estaba sobre un expediente, enganchado a varios folios. En una carpeta de firma a bordo de la cual emprendería un nuevo viaje que le llevaría a otras mesas, a otros departamentos, y tal vez incluso a otros edificios.

Se sintió alegre, feliz. Pleno de satisfacción por haber cumplido su objetivo. Al fin y al cabo él no era más que un clip, y lo habían fabricado para eso.






jueves, 14 de abril de 2016

14 de abril



14 de abril de 1931. Hoy hace 85 años. Tras las elecciones municipales realizadas dos días antes, que supusieron una amplia derrota de los partidos tradicionales, el día 14 de abril de 1931 se proclamó en España la Segunda República.

Pese al mayor número de concejales monárquicos elegidos, las elecciones supusieron una amplia derrota de la Corona en los núcleos urbanos. Los republicanos vencieron en 41 capitales de provincia (como ejemplo baste decir que obtuvieron el triple de votos en Madrid y los cuadruplicaron en Barcelona, con grandes diferencias en la inmensa mayoría de ciudades), aunque en las zonas rurales consiguieron la victoria los candidatos monárquicos (el caciquismo imperante, la incultura y en muchos casos el miedo hicieron, una vez más, su trabajo).




Ante el decidido impulso republicano en las ciudades el rey Alfonso XIII decidió abandonar el país. Curiosamente ese mismo día pero del año 2012 su sucesor Juan Carlos I sufrió una fractura de cadera durante una cacería de elefantes en Botsuana. Dicha circunstancia, casualidades del destino, tal vez supuso el principio del fin de su reinado.






Hoy, ahora mismo, algún Delegado del Gobierno está ordenando retirar pancartas de edificios municipales. Pero hay que aclarar que no se trata de banderas izadas en mástiles oficiales, sino de simples trozos de plástico que conmemoran una fecha.

Y es que ya se sabe que cuando las vacas se aburren matan moscas con el rabo.