jueves, 22 de diciembre de 2016

Mis lecturas de 2016


Pues ya estamos a final de año y como el pasado, voy a hacer un breve resumen de los libros que he leído y de lo que me han parecido.

A lo largo de este 2016 he publicado 15 reseñas, aunque los libros leídos en este periodo han sido unos cuantos más. Muchos autores -algunos de ellos por partida doble o triple-, diversidad de géneros y multitud de historias y de personajes con los que he disfrutado durante el año. 

Como no puede ser de otra manera, no siempre acierta uno al elegir el libro que leer. De ahí que entre mis lecturas de este año haya habido de todo: algunos me han encantado; otros han conseguido entretenerme, y unos cuantos... ni siquiera los he reseñado en el blog. Poquitos,  pero también los ha habido. Vamos por partes.


Entre los libros que más me han gustado en este 2016, y por orden cronológico de lectura, destacaría en primer lugar "El enredo de la bolsa y la vida", de Eduardo Mendoza. Entretenido, irónico, satírico... siempre es un placer leerlo. Mendoza en estado puro.

También destaco "El mal camino" de Mikel Santiago. Ya me gustó su anterior libro y este corrobora mi opinión de un gran escritor al que no hay que perder de vista.

En tercer lugar un libro con renombre. "Voces de Chernóbil" de la ganadora del Nobel Svetlana Alexievich. Un pedazo de la historia más reciente que conmueve y hace reflexionar a partes iguales. Demoledor, impresionante. Imprescindible.

A continuación el gustazo de leer a Víctor del Árbol. Me gustó mucho "La tristeza del samurái", y las buenas impresiones de este autor se confirmaron con el fantástico "Respirar por la herida". (todavía no reseñada en este blog). Dos libros impresionantes, totalmente recomendables, y que obligan a continuar leyendo todo lo que publique este autor. Tengo algún libro suyo pendiente, y los que vendrán.

Y para completar el año, uno de los libros que más me han gustado últimamente. Habéis acertado. Se trata de "El Jardín de Cartón" de Santiago Álvarez. Para mi todo un descubrimiento. Un libro en el que hay de todo: acción, aventuras, humor, misterio, crítica social, unos personajes maravillosos, música, cine y una ambientación digna de destacar. ¡Gracias Santi, por ser como eres y por escribir como lo haces!


Dicho lo cual también me gustaría destacar otros libros y autores por diferentes motivos. "La sangre de los libros" (siempre hay que leer a Santiago Posteguillo), "La noche de los peones" y "Ángeles de granito" del bueno de Esteban Navarro y, como no, la trilogía lluviosa, nebulosa y fantasiosa de misis Planet. Nada que añadir.




He de decir que además de lo anterior tengo pendientes cuatro reseñas de otros tantos libros: el ya mencionado "Respirar por la orilla", "La mujer loca" de Juanjo Millás, "Muertes de sobremesa" de David Jiménez el Tito y "A sangre fría", el gran clásico de Truman Capote. Próximamente en estas páginas.     



Hasta aquí el resumen de mi año literario. Como veis hay de todo: histórica, fantástica, alguna comedia, mucha -y buena- novela negra. Incluso algún que otro best-seller se ha colado por aquí.


En cuanto a próximas lecturas hay un buen montón de libros que, por diferentes razones, me apetece leer, y que creo que no tardaré mucho en hacerlo. Ahí va mi particular carta a los Reyes Magos: "Ángulo Muerto" de Jordi Juan, "Los muertos viajan deprisa" de Nieves Abarca y Vicente Garrido, "El dia de demà" de Teresa Broseta, "El jardín de la memoria" de Lea Velez , "Patria" de Fernando Aramburu" y "La España vacía" de Sergio del Molino. Y lo que está por llegar de Juanjo Braulio (¿en febrero?) y el anunciado tochazo de Murakami. ¡¡Ganas de leerlos!!


Hasta aquí el resumen del año y las previsiones para el inicio del 17. 
Aprovecho esta que posiblemente será mi última entrada de este año para desearos a todos, queridos lectores de este vuestro blog, unas muy felices fiestas navideñas. Y que el próximo año se cumplan todos y cada uno de vuestros mejores deseos.




BON NADAL! 

  ¡FELIZ Y LITERARIO 2017!


viernes, 9 de diciembre de 2016

"El Jardín de Cartón"


Autor: Santiago Álvarez


Editorial Almuzara, S.L.
1ª edición, octubre de 2016
403 páginas








BIOGRAFÍA

Santiago Álvarez (Murcia, 1973) es fundador y director de contenidos del festival Valencia Negra, que se realiza desde 2013.

Ha escrito, protagonizado y dirigido diferentes musicales y obras dramáticas, y ha grabado varios discos con distintas formaciones.

Colabora habitualmente en programas radiofónicos sobre historia de Valencia y ofrece charlas y conferencias sobre temas históricos y literarios.






Es el primer profesor en España del software para escritores Scrivener, del que realiza talleres presenciales.


Tras debutar con "La Ciudad de la Memoria" (Almuzara, 2015) presenta ahora su segunda novela "El Jardín de Cartón", en la que de nuevo su pareja de protagonistas se verá envuelta en un sinfín de peripecias investigando hechos del pasado y del presente, de la Valencia real y de la imaginada.




SINOPSIS


En marzo, Valencia arde. El fuego, la pasión y la fiesta se adueñan de la ciudad. Tras la primera mascletà, Mejías y Berta, son citados de forma misteriosa por Gaspar Aparisi, empresario que les propone una búsqueda descabellada: encontrar los restos del único whisky producido en tierras valencianas, hace ya doscientos años.

Mejías quiere rechazar el encargo, pero la recompensa es precisamente el dinero que necesita para saldar su deuda con Hacienda.

La investigación les conducirá al corazón de la fiesta fallera, reflejo de una sociedad que esconde más de lo que muestra. Las raíces del asunto se hunden en el fango del pasado, escenarios sepultados por la culpa, el dolor y el odio. Esta nueva aventura obligará a la carismática pareja a enfrentarse con lo peor de sí mismos.




COMENTARIO

     Segundo intento de comentar este libro. En el anterior no lo conseguí, porque lo que pretendía ser una breve introducción a este comentario se convirtió por sí mismo en un artículo de opinión (si se le puede llamar así. Perdón por la osadía). Se trataba de hablar a cerca de la posibilidad de ambientar novelas negras y/o policíacas en unas ciudades o en otras, y de la cerrazón de "algunas" en mantener los clichés y lugares comunes de este tipo de literatura, negando la idoneidad de ciudades como Valencia para ambientar sus historias.
      
     Pues para muestra un botón. Santiago Álvarez sitúa su novela en Valencia y, para rizar el rizo, hace que la acción se desarrolle durante los primeros días del mes de marzo. En plenas Fallas. Por si quedaba alguna duda... Tema zanjado.

     En este su segundo libro Santiago Álvarez nos regala una nueva aventura del detective Mejías y su fiel ayudante Berta. Dos seres tan distintos que tal vez por ello se complementan a la perfección. En esta extraña pareja los papeles intercambiados hacen que el adulto sea un tipo inconstante, irresponsable, amante de las causas perdidas y que solamente es fiel a sus ídolos, a su pesimismo y a sí mismo. "Yo solo creo en los payasos de la tele. Y en San Bogart y Santa Bacall, patrones del gremio de detectives" (Mejías, página 332). Alcohólico, pesimista y solitario. Poseedor de "un carácter excéntrico, amor por el pasado, y un físico que no resistiría ni medio asalto contra los matones de cualquier cuerpo de seguridad al uso o contra, básicamente, cualquier cuerpo"  (página 33). Que no quiere confiar en nadie porque sabe que terminarán decepcionándole y que se define a sí mismo al afirmar "Yo no creo en milagros, creo en los hechos. Y en el cine de Humprey Bogart, aunque no necesariamente por ese orden" (página 125). 

      Por el contrario Berta, pese a ser apenas una adolescente, es el contrapunto para que todo algo funcione. Mal pagada -cuando consigue cobrar y no ser ella la que corra con todos los gastos- y a menudo no demasiado bien tratada por su jefe, es quien intenta poner algo de orden y cordura en la vida del detective. "La muchacha se vió a sí misma como la hermana mayor de un detective adolescente" (página 202). Responsable, fiel y poseedora de una memoria eidética de la que Mejías se burla constantemente.


     Junto a ellos aparecen un buen número de personajes secundarios indispensables en el desarrollo de la historia: constructores, periodistas, banqueros (no necesariamente todos ellos delincuentes), frente a personas humildes que solo pretenden continuar con sus vidas y sus ocupaciones; la alta sociedad en contraposición con la gente llana. Cada cual representando el papel que le ha tocado en la tragicomedia de sus vidas, en ese juego de apariencias que muy bien resume, metafóricamente, el título del libro.



     Porque nos encontramos ante una novela de contrastes, en la que abundan los personajes humildes, personas corrientes que se ven enfrentados a las injusticias de los poderosos; en una acción que se desarrolla en la actualidad pero que hunde sus raíces en las historias familiares de generaciones pasadas; en modernos edificios construidos con herencias de dudosa procedencia; de fiestas privadas y de obreros que con sus manos pretenden vengar afrentas e injusticias; del fantasma de un licor perdido en el tiempo y el aroma de Laphroag que empapa todo el libro.


     Y en una mezcla de géneros en la que el autor nos va llevando desde minuciosas descripciones del esplendor de épocas pasadas a escenas de acción con rocambolescas persecuciones, algunas peleas y la necesaria dosis de sangre; de escenas cómicas y en ocasiones hilarantes a otras realmente duras que consiguen helarnos la sonrisa y estremecernos el corazón.


     En este punto me gustaría destacar la magistral utilización del tono humorístico por parte del autor. El humor está muy presente a lo largo de todo el libro, y no solo como el necesario contrapunto a escenas más sórdidas o emocionales, sino que constituye por méritos propios uno de los pilares sobre los que se edifica la historia.

     Las escenas (y los propios personajes) que se desarrollan en la casa de los Fuster -a semejanza de la famosa 13 rue del Percebe-, las continuas meteduras de pata de Mejías, alguna persecución policial entre cañas y barro, otras a pie y rodeados de ninots, o la grotesca y desternillante escena de la cremà de la falla infantil son estupendos ejemplos.



     Pero Santiago Álvarez también se nos muestra como un maestro de las descripciones, tanto de personajes como de lugares y sensaciones. En este punto destacan las de las mansiones y formas de vida reflejadas en la parte histórica del libro. Pero por encima de todas ellas cabe destacar la impresionante descripción de la primera mascletà fallera. Apenas dos páginas casi en el arranque del libro con las que Santiago consigue algo tan difícil como contar con palabras las sensaciones que se viven en esa situación. Algo que solo pueden saber, comprender y valorar quienes han asistido a infinidad de espectáculos pirotécnicos en el "trapecio histórico de la ciudad".



     Capítulo especial merecerían por sí solos los nombres de los diferentes personajes. La maestría que demuestra Santiago para describir personajes y situaciones llega a su máxima expresión al conseguir en muchos casos decir tanto de ellos con tan solo una palabra. Y es que el nombre o el apellido de cada personaje representa toda una declaración de intenciones. Sirvan como ejemplos el poderoso Augusto Lloret, Adan y Eva (Mayans y Fuster), la incombustible Julia Ferrer, Minerva, Juno, el muy periodístico Jordi Domenec y, por supuesto el padre Damián.

     O Fausto Fuster, un carpintero que trabaja desde una silla de ruedas, y sus hermanos Cándido, Plácido y Benigno "Un ciego que habla sin que nadie le escuche, un sordo que escribe historias que nadie leerá y un mudo que hace fotografías que nadie puede ver" (página 262). Ellos son Los Tercios. "Nos llaman así en el barrio. Juntos formamos casi una persona normal" como explica el propio Cándido (página 106).

     Hasta el gato medio abandonado de Mejías, al que apenas hace caso y que sobrevive gracias a los cuidados y atenciones de la siempre diligente Berta, tiene un nombre significativo: Zero.

     Y los nombres de las distintas comisiones que, pese a ser inventados, resultan muy reconocibles, así como alguna referencia a cierto Cuaderno Rojo (aunque ambas circunstancias resultarán menos evidentes, excepto para los entendidos en la materia).




     Personajes y escenarios que circulan a gran velocidad a lo largo de esta historia, que es una auténtica contra reloj. La acción se desarrolla en unos pocos días -los 19 días que duran las fallas-, que es a su vez el mismo plazo del que dispone Mejías para pagar una deuda que amenaza con terminar con su local, su negocio y su modo de vida. "No puedo pagar cuarenta mil euros a Hacienda, pero al menos no renunciaré a mi personaje" (Mejías, página 135), y que también es la misma fecha en la que se cumplirá un desahucio que es una de las claves de la historia. Todo sincronizado en una imparable cuenta atrás.




     Una historia que contiene varias historias. Un libro que soporta varios niveles de lectura. Unos personajes que pese a ser inventados están muy bien paridos por el autor.



     Santiago Álvarez domina muchos palos. Pese a no ser valenciano conoce perfectamente la ciudad en la que lleva años viviendo, sin duda mucho mejor que la mayoría de los que aquí hemos nacido y vivido. Se atreve a tratar temas hasta ahora poco usuales en la literatura y lo hace demostrando rigor, conocimiento y preparación. Y derrochando un sentido del humor que fluctúa desde la fina ironía a la más pura caricatura, en un tono que resulta siempre adecuado a la trama y respetuoso con el lector. (O quizá no tanto para algunos. Peor para ellos).


     Y además Santi canta bien y sabe tocar la guitarra, ¿qué más se le puede pedir? Pues que continúe escribiendo historias.
     Historias de Berta y Mejías, o de lo que le venga en gana. Eso que ganaremos los lectores.








miércoles, 23 de noviembre de 2016

Y yo sin saberlo


      El otro día leí una entrevista (en La Vanguardia, que siempre es conveniente citar las fuentes) a una conocida escritora, autora de éxito y reciente ganadora de un importantísimo premio editorial, en la que afirmaba que “Valencia no le encaja para ser escenario de una novela negra porque es amabilidad pura, un lugar que acoge muy bien y donde es difícil mostrar hostilidad, por lo que no concibe que se puede ambientar un thriller por estas tierras”. Fin de la cita.

     Así. Tal cual. Sin anestesia ni nada. Y se quedó más ancha que larga.

     ¿Qué? ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo, ignorantes lectores y/o escritores de este tipo de literatura? A mi muy mal.

      Y no tanto por constatar que, pese a lo que ha llovido por estas tierras durante demasiados años, el rancio y trasnochado concepto de “el Levante feliz” continúa plenamente vigente para mucha gente en este país. Y además entre personas “leídas” a las que se les supone un mínimo de preparación, y que algo deberían de conocer aunque solo fuera por los medios de comunicación o por las lecturas de las obras de algunos de sus compañeros.

     Lo que más me indigna de esas palabras es el desconocimiento mayúsculo que demuestran para con montañas de libros ambientados en estas tierras que llenan estanterías de librerías y bibliotecas con historias complejas y bien desarrolladas, y que por sí solos ya echarían por tierra tan peregrina afirmación.

      Y lo que es peor todavía en un/a profesional de las letras. Ese desconocimiento -esa ignorancia- se convierte indirectamente en desprecio para un buen número de escritores (unos con más éxito que otros) que poseen una calidad más que demostrada y que, para gozo y disfrute de sus lectores, escriben y/o ambientan sus historias en estas tierras tan desconocidas para algunos (como es su caso, señora escritora).


     Supongo que no le sonarán de nada los nombres de Luis Varela, Vicente Marco, Pablo Sebastiá, Xavier Aliaga, Juli Alandes… Usted se lo pierde.

      Tal vez haya oído hablar de Emili Piera, Carlos Aimeur, Bel Carrasco, Rafael Calatayud, Manuel Gimeno, Anna Moner… ¿Tampoco? Vaya.

      Pero tranquila, seguro que ahora sí. A alguno tiene que haber leído (aunque no le haya gustado). Espero. David Jiménez el Tito, Ramón Palomar, Juanjo Braulio, Santiago Álvarez, Vicente Garrido, Nieves Abarca.

      Bueno. No pasa nada. Vamos con el último intento. A ver si hay más suerte. Ferran Torrent, Rafael Chirbes, ¡Vicente Blasco Ibáñez! Ahora sí, verdad? ¿O tampoco?


     Y si no, tampoco pasa nada. Total estamos hablando de aficionados, de unos junta-letras, que no tienen ni idea de escribir y mucho menos de cómo y dónde ambientar sus historias. Valencia, ¡a quién se le ocurre!

      
     Deberían aprender de escritores de verdad como usted. Así sabrían que lo que se debe hacer es situar la acción en bosques sombríos, entre húmedos valles y brumosas montañas; en oscuras cuevas junto a ríos de agua cristalina; en antiguos caserones deshabitados atrapados por la espesa niebla circundante; en angostos callejones de irregulares adoquines bruñidos por la acción de la incesante lluvia… Que eso sí son decorados para un thriller como dios manda, para una novela negra como debe ser.

     Con sangre. Y “monstruitos”. ¡Y pastelitos! Y jóvenes inspectoras atormentadas por su pasado que se ven obligadas a volver a las tierras de su niñez para enfrentarse a sus propios demonios interiores y a las trabas que le irán poniendo sus anticuados compañeros varones.

      Y de paso resolver un asesinato. O varios.
      Con la ayuda de la magia. Y de su abuelita. Auuu.



miércoles, 2 de noviembre de 2016

"La noche de los peones"

Autor: Esteban Navarro


Novela policíaca.

Ediciones B, S.A.


1ª edición: octubre 2013
250 páginas.








BIOGRAFÍA

Nacido en Moratalla (Murcia) en 1965, Esteban Navarro Soriano es un escritor español conocido por sus novelas de género policíaco.

Colaborador en varios medios de comunicación, también imparte clases en la Escuela Canaria de Creación Literaria, ha sido el organizador de las diferentes ediciones del Concurso literario Policía y Cultura y colabora en la organización del Festival Aragón Negro.

A lo largo de su carrera como funcionario del Cuerpo Nacional de Policía desde 1994, este policía que escribe, o este escritor que es policía, ha ido pasando por diferentes destinos (Barcelona, Madrid, Gerona) hasta llegar a Huesca, donde reside en la actualidad.






"La noche de los peones" (2013), por la que el autor fue finalista del Premio Nadal, es la primera historia protagonizada por Diana Dávila, a la que seguirán "Los crímenes del abecedario" (2014), "La puerta vacía" (2015) y "El libro de Goethe" (2016).


Otras obras del autor: "El reactor de Bering" (2008), "Quimera" (2011), "El lodo mágico" (2011), "Los ojos del escritor" (2011), "La casa de enfrente" (2012), "Los fresones rojos" (2014), "Diez días de julio" (2015), "El buen padre" (2016) y "Ángeles de granito" (2016).





SINOPSIS


En el turno de noche de una comisaría de Huesca, Andrés se entera de la muerte de un antiguo amigo al que no ha visto en veinte años, pero que por algún motivo ha ido hasta su ciudad para decirle algo.

Con la ayuda de Diana, una joven policía en prácticas, el veterano policía emprenderá una investigación que lo obligará a viajar al pasado para averiguar qué los une después de tanto tiempo.

"Un cadáver en un hospital, una vieja foto, siete horas del turno de noche en una pequeña comisaría, dos policías y un apasionante viaje por la España de las últimas décadas". Manuel Marlasca, periodista, jefe de investigación de La Sexta Noticias.





COMENTARIO

He leído varios libros de Esteban Navarro (La casa de enfrente, Los fresones rojos...), pero todavía no conocía a Diana Dávila. Con "La noche de los peones" comienza la serie de libros que protagoniza esta joven policía, y también mi experiencia con ella.

Una comisaría oscense en el turno de noche es el escenario en el que transcurre (casi toda) la acción. O mejor dicho la trama, porque lo que se dice acción no hay demasiada en esta historia. Se trata de una novela policíaca, en efecto, pero no espere el lector encontrar en ella los típicos clichés que abundan en este tipo de historias. Ni persecuciones, ni disparos, ni grandes acciones policiales. Es esta una historia más reposada, más tranquila. Tal vez más real.

En ella dos policías totalmente distintos entre sí -uno veterano, hombre, con veintitantos años de servicio en el cuerpo, que está de vuelta de todo y que en su vida personal las ha visto de todos los colores; la otra mujer, joven, policía en prácticas y que todo lo quiere conocer y aprender- comparten una jornada laboral.

La noche transcurre despacio, entre las pocas tareas rutinarias que ocupan a los personajes y algún que otro aviso sin demasiada importancia, y el relato discurre como las horas en la madrugada, lentamente, en una fría noche del mes de octubre, hasta que un hecho rompe la nocturna monotonía: un antiguo amigo de Andrés ha fallecido en el hospital de Huesca, aunque nunca antes había estado en la ciudad. Nadie sabe por qué había ido hasta allí, y mucho menos para qué quería ponerse en contacto con él después de tantos años sin saber nada el uno del otro. Andrés, como policía pero sobre todo como amigo, necesita saber más de lo que ha ocurrido.

A lo largo de la noche Andrés irá recordando hechos y personas que permanecen agazapados en su memoria, compartiendo alguno de ellos con su joven compañera. A cambio, en una especie de juego que se establece entre los dos, ella responderá contándole a su vez algunas cosas de su pasado; las experiencias de un policía veterano a cambio de algunas intimidades de su joven compañera. Algunas.

Huye el autor de innecesarias florituras estéticas y de artificios literarios para adornar la historia. No los necesita. Esteban Navarro nos cuenta lo que nos quiere contar, y para ello utiliza un lenguaje sencillo, sobrio y en ocasiones bastante coloquial (como el que cualquiera de nosotros utilizaría en situaciones similares), que es el que requiere la historia.


Con ese lenguaje "sencillo" el autor va desgranando las horas de aquella noche, con los intentos de Andrés por averiguar la razón de todo lo sucedido y Diana relatándole algunos hechos de su adolescencia, pero silenciando la mayoría de ellos (porque hay cosas que no estamos dispuestos a contar a nadie, y mucho menos, a un reciente compañero de trabajo con el que se tienen tan pocas cosas en común). Y lo hace con la cadencia adecuada, con ese ritmo pausado similar a como pasan las horas por la noche, mientras los policías consumen un café tras otro (no se cuantos llegan a tomarse) esperando que con el amanecer lleguen los compañeros que les han de hacer el relevo.






Dos personajes sostienen prácticamente toda la acción, y lo hacen entre la intermitente conversación que mantienen y los abundantes monólogos interiores con los que nos van haciendo partícipes de algunos oscuros episodios de su pasado. El veterano policía explicándole a su joven compañera cómo eran las cosas en el Cuerpo unos años atrás, cuando él apenas acababa de ingresar; ella contándole a él la historia de una chica pobre, que vivía con su madre, y que desde muy joven tuvo que aprender a buscarse la vida con acciones no siempre aceptables desde el punto de vista legal y mucho menos desde el de la moralidad.

Aparecen otros personajes en el relato, es cierto, aunque lo hacen de manera poco más que testimonial. Secundarios sin demasiada incidencia en la historia, entre los que destacaría a uno... que además no es una persona, sino un ser inanimado. ¡Hay que ver cuanto juego da la máquina de café!


A estas alturas no haría falta decirlo, pero los dos personajes principales me han parecido lo mejor de libro. 

Andrés es un tipo transparente. Siempre dispuesto a ayudar, y pese a que la vida no le ha tratado demasiado bien él mismo se obliga a transitar por el buen camino, intentando en la medida de lo posible reparar lo que otros (o tal vez todos) disimularon y nunca quisieron asumir. 

Diana es la juventud, la fuerza, las ganas de conocerlo todo y de querer saber más para mejorar. Ambiciosa y dispuesta a colaborar, pero siempre guardándose cosas en su interior. Que no se arrepiente de su pasado, aunque tampoco puede estar orgullosa del mismo.

Personajes ambos de los que nos gustaría saber mucho más. Tememos que se termine el libro porque queremos continuar sabiendo qué es de sus vidas. Aunque, afortunadamente, podremos hacerlo si continuamos con la lectura de los siguientes libros de la serie.


Finalmente el círculo se cerrará de manera algo sorprendente, pese a que la clave para su resolución ha estado siempre delante de nuestras narices y nos sorprendamos tanto al descubrirlo como el propio policía al hacerlo. Porque como le dice Andrés en alguna ocasión a su joven compañera "las casualidades no existen" (Pág. 19). Aunque a menudo lo que está más escondido es lo que tenemos más a la vista.



"La noche de los peones" es, en definitiva, un relato no demasiado extenso, que se lee con mucha facilidad. Que nos hará reflexionar a nivel personal, además de replantearnos algunos hechos de la historia reciente de este país, dejándonos un regusto agridulce al terminar la lectura.

Una historia sencilla, en la que todo es real (o podría serlo), con un ritmo adecuado en su desarrollo y que concluye de manera impactante y sorpresiva. Disfrutad con la lectura. 

No cabe duda de que Navarro es un buen escritor. Y además me parece que Esteban es un gran tipo.